Mirador 22/02/2024

Opinión
/ 22 febrero 2024

Me mirabas, Terry, amado perro mío, y en tus ojos estaba toda la bondad de Dios.

Sé que jamás te merecí. Ningún hombre merece a su perro. Ni siquiera tengo derecho a soñarte como la otra noche te soñé, ángel en vuelo por entre las nubes con tus grandes orejas de cocker spaniel a manera de alas y tu jubiloso rabo en alegre meneo sobre el mundo.

¿Me sueñas tú, Terry? Si me sueñas hazme la caridad de soñarme caritativamente. Haz como que no miras mis defectos, y cierra los ojos ante mis mezquindades. Compréndeme y tenme compasión. Recuerda que soy hombre, no perro.

Cuando llegaste a nuestra casa fue como si a ella hubiera llegado un pedacito de la gloria que se promete a los bienaventurados. Bienaventurado seas, Terry, por haber sido perro y no hombre.

¡Hasta mañana!...

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