Nearshoring en Coahuila, ¿un futuro brillante o una burbuja a punto de estallar?
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En los últimos años, la palabra nearshoring ha aparecido en cada conversación sobre el futuro económico de México. Suena en conferencias, en medios, en reuniones de negocios. La idea es seductora: empresas globales que se mudan a nuestro país para aprovechar nuestra ubicación estratégica, mano de obra competitiva y proximidad al “Tío Sam”. Y entre los estados más nombrados en esta ola de optimismo se encuentra Coahuila, con Torreón como su epicentro industrial. Pero, ¿qué tan reales son las expectativas de este boom? ¿Es esta una oportunidad tangible o solo otra promesa económica?
Torreón tiene historia en la industria. Desde sus fábricas textiles hasta el auge de la metalurgia, la ciudad ha sabido reinventarse para seguir siendo un polo económico. Hoy, con el nearshoring en el horizonte, las esperanzas vuelven a depositarse en su capacidad para atraer inversiones internacionales. Sin embargo, si algo nos ha enseñado la historia económica de esta ciudad es que los sueños, por sí solos, no generan progreso, se trabaja para ello.
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Es verdad, Torreón tiene lo que otras ciudades del norte ya no pueden ofrecer: espacio y de sobra. Mientras que Monterrey, Tijuana, Ciudad Juárez, Saltillo y el Bajío enfrentan la saturación de sus parques industriales, Torreón cuenta con parques industriales listos para recibir a nuevas empresas. Este simple hecho convierte a la ciudad en un destino atractivo para la industria que, con el nearshoring, busca instalarse sin las complicaciones de un mercado saturado. Pero el espacio, por sí solo, no garantiza nada.
Uno de los fantasmas que aún persigue a la ciudad es la inseguridad, ese cáncer que afectó por años el desarrollo económico local y alejó inversiones que, en su momento, pudieron haber cambiado el rumbo de Torreón. Sin embargo, hay que reconocer los avances en materia de seguridad. Hoy, la ciudad es una de las más seguras del país, lo que ofrece un ambiente propicio para los negocios. Esta mejora en los indicadores ha devuelto la confianza a los inversionistas, pero el trabajo no ha terminado: asegurar la estabilidad es clave para que cualquier promesa de crecimiento se materialice.
Otro de los puntos críticos es el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la columna vertebral que sostiene este auge del nearshoring. La renegociación de este tratado permitió que México se mantuviera en el radar de las empresas norteamericanas. Ahora, bajo este marco, las empresas pueden trasladarse a nuestro territorio con reglas claras y previsibilidad. Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que las elecciones de 2024 en Estados Unidos también jugarán un papel crucial en el futuro de esta tendencia. Dependiendo del ganador, la política comercial podría variar desde un enfoque más proteccionista, con barreras arancelarias que pongan freno a la relocalización de empresas, hasta una postura más abierta que impulse aún más la llegada de compañías a México. Es un juego político que puede afectar directamente a Coahuila.
Hay un aspecto que pocos mencionan: la calidad sobre la cantidad. No esperemos una avalancha de empresas cruzando la frontera hacia Coahuila. En su lugar, lo que veremos serán inversiones más estratégicas, especializadas, de alto valor agregado. Las famosas empresas AAA que, al llegar, elevan los estándares de la industria local, o vienen a instalar manufactura, sino a exigir calidad, profesionalismo y eficiencia en cada eslabón de la cadena de suministro. El impacto de su llegada no se mide en la cantidad de empresas que arriban, sino en la transformación estructural que pueden generar en el entorno local.
Y aquí es donde Torreón tiene otro as bajo la manga: su capital humano. La ciudad tiene una de las mayores concentraciones de universidades per cápita en todo el país. Instituciones como La Ibero, el Tec de Monterrey, la Universidad Autónoma de Coahuila y el Instituto Tecnológico de La Laguna, entre otras que están formando a los ingenieros, administradores y profesionales que estas empresas de alto nivel demandan. La mano de obra calificada es un recurso cada vez más valioso, y Torreón tiene la capacidad de ofrecerlo.
Pero no debemos caer en la tentación de pensar que el nearshoring es una solución milagrosa. El camino hacia un crecimiento sostenido y estructural será largo y lleno de desafíos. Las empresas que llegarán no transformarán la ciudad de la noche a la mañana. Habrá que trabajar con paciencia, pero también con visión para consolidar esta oportunidad. Será fundamental que Torreón continúe por el camino que se ha construido para mantener las condiciones de seguridad, fortaleciendo su infraestructura y manteniendo un entorno propicio para los negocios.
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El crecimiento que tanto se anhela para Torreón parece estar a la vuelta de la esquina, pero será resultado de acciones estratégicas y de largo plazo, no de golpes de suerte. Las empresas AAA que lleguen podrían cambiar el juego, pero es responsabilidad de la ciudad asegurar que los beneficios lleguen no sólo a Torreón, sino a La Laguna, creando empleos de calidad y mejorando la calidad de vida. El nearshoring no es una burbuja, pero tampoco es la solución mágica que resolverá todos los problemas de la región.
Hoy, más que nunca, Torreón debe pensar en grande, pero actuar con cautela. La oportunidad es real, pero dependerá de la capacidad de aprovecharla y de trabajar en conjunto para que esta tendencia global deje huella en nuestra ciudad. El futuro de Torreón no está garantizado, pero por primera vez en mucho tiempo, parece estar al alcance y se notan los cimientos.
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