Noroña: El perdón de los animales

Opinión
/ 28 mayo 2025

Le invito, apreciado lector, a imaginar al tal Noroña de pie, con su corona, su capa y su cetro, regalados por la senadora Lilly Téllez

En noche lluviosa y gélida, mis hijos recogieron a una perrita temblando en el estacionamiento de un centro comercial. Era, como después lo comprobamos, un tercio chihuahuense, un tercio de perro macho alfa de origen fifí y un tercio de dos avorazados canes que portaban pañoleta guinda, con las uñas y el pelo crecidos por aquello de la austeridad.

La nombramos “Toña” y, por su energía electrizante, le añadimos “la loca”. Entonces, su nombre familiar fue “Toña la Loca”. Pero luego llegó un tal Noroña que rimaba con el primer nombre de Toña y decidimos, en asamblea familiar, cambiarle el nombre a nuestra perrita por el de Jesusa, para protegerla de los excesos autoritarios del Noroña ese.

TE PUEDE INTERESAR: Manolo Jiménez Salinas: Los hilos del poder

La razón es sencilla: en sus desvaríos autoritarios, Noroña, como presidente de la Cámara de Senadores, sabíamos que podía exigir que todos los nombres de animales que rimaran con su segundo apellido fueran degollados públicamente en el Pleno del Senado. Pero como eso no es posible por la presión de los grupos animalistas —aunque fuera su deseo imperial—, al menos podía exigir a los dueños de esos animales que los trajeran al Pleno para disculparse.

Le invito, apreciado lector, a imaginar al tal Noroña de pie, con su corona, su capa y su cetro −regalados por la senadora Lilly Téllez−, con estas palabras: “Qué trágica coincidencia ver al Estado de rodillas ante la criminalidad... y aquí, el presidente del Senado, encargado de poner de rodillas (a todos estos animalitos) para llenar sus ínfulas de tirano, para curar su ego herido y para sanar sus inseguridades de burrócrata de cuarta”, y todo porque su nombre coincide con el segundo apellido de este “reyezuelo de los narcopolíticos, de las ratas y de los burócratas de cuartas”.

¡Descubre el fascinante newsletter de Vanguardia y enamórate de la naturaleza del sureste de Coahuila! Únete para vivir aventuras, experiencias únicas y aprender todo sobre el senderismo.

Obvio, nuestra Toña no estaría ahí por su oportuno cambio de nombre, pero sí todos los animalitos con nombres que terminan en “oña”: como ponzoña, coña, doña, ñoña, moña, roña, carroña, gazmoña y carantoña, entre otros.

Imagínese, apreciado lector, el concierto anárquico de abejas zumbando, burros rebuznando, becerros berreando, búhos ululando, caballos relinchando, cabras balando, cigarras chirriando, gallinas cacareando, chacales (la mayoría de la 4T, porque Noroña agarró parejo) aullando, loros carreteando, perros ladrando, vacas mugiendo y toros bramando en el Senado de la República; mientras un Noroña de pie −con su corona, capa y cetro de rey− pensaba: “espero que estos pinches animales de mierda me estén pidiendo perdón en serio por osar el tener un nombre que rima con mi segundo apellido. Me hubiera gustado saber qué dicen, pero no alcanzó a llegar el traductor maorí de lenguaje animal que mandé traer en primera clase por Virgin Australia desde Tauranga, Nueva Zelanda”.

Sobra decir que los 85 senadores morenistas y sus aliados, de los partidos Verde y del Trabajo, aplaudían de pie, con rostro solemne y cariacontecido, al admirar el fuego visionario del liderazgo de Noroña, su valiosa contribución al Estado de derecho y su meritorio aporte a la construcción estadista de la 4T.

Un Noroña emocionado, al borde de las lágrimas, empezó a hablar: “Estoy convencido de que un plebeyo como yo, no habría podido nunca aspirar, a encabezar la presidencia de la Cámara de Senadores: (pero) que se oiga bien y que se oiga lejos, es la hora del pueblo. Los plebeyos y las plebeyas hemos decidido tomar el destino de la patria en nuestras manos. Y así será, en los años por venir”.

Entre el concierto descontrolado de animales, apareció un atronador aplauso de los senadores de la 4T y sus aliados.

TE PUEDE INTERESAR: Senador abusivo y abogado zacatón

Noroña, con lágrimas rodando por sus mejillas, desgañitado gritó a sus correligionarios: “Este perdón que me piden de manera espontánea y voluntaria estos animales, de todas partes del país, ‘no es un tema personal’. Es ‘el respeto estricto que merece mi investidura como presidente de la Cámara de Senadores hasta el 31 de agosto’. Y por ello, debemos cortar de tajo con ‘la falta de respeto acostumbrada por la derecha contra cualquier autoridad de nuestro movimiento’”.

Los senadores de su bancada, enloquecidos, empezaron a gritar: “¡No-ro-ña, No-ro-ña, No-ro-ña!”. Mientras él, con ligeros movimientos de su cetro, agradecía sus desaforadas ovaciones. Y, en ese momento, los animales −perplejos− los miraban y pensaban: “¿Qué les pasa a estos pendejos? Definitivo, no están a nuestro nivel. Y el tal Noroña, menos. ¿Acaso será necesario organizarnos para gobernar este país?”.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM