Oposición en México: Del autoengaño a la autocrítica, de la autoilusión a la realidad

Opinión
/ 9 junio 2024

Como lo declaró el PREP y como lo ha determinado el conteo rápido distrital, la diferencia en la elección 2024, de manera particular a la presidencia de la República, marca un 2 a 1 (35 millones 923 mil 996 votos de Claudia Sheinbaum contra 16 millones 502 mil 444 de Xóchitl Gálvez), según el INE, de distancia entre una candidata y otra. Nos guste o no, son las reglas del juego. No aceptar la derrota tiene muchas aristas. Aceptarla honra a quienes no ganaron; nobleza obliga.

Para quien pierde, hoy precisa el examen de conciencia, el análisis, la reflexión, la autocrítica. El problema es que para muchos de ellos la obstinación, la necedad, el delirio y el México alterno en el que viven y compartieron con una buena cantidad de mexicanos y mexicanas con su lectura parcial, subjetiva y acomodaticia de la realidad es su forma y estilo de vida.

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Una realidad que desde el slacktivism –activismo de sillón– les impidió ver que los proyectos no surgen por generación espontánea ni teniendo en cuenta los intereses de los pocos, ni estando ajenos a lo que ocurre en la comunidad. Un activismo de sillón que fabricó su propia realidad y, por tanto, prefiguró una verdad a modo –relativismo moral y universalismo individualista– y la compartió como verdad universal: “se nos viene el comunismo”, “se venezolizará México”, “acabarán con la religión”, “destruirán nuestras iglesias”, “nos quitaran nuestras propiedades”, “la economía se irá a pique”.

Esa fue la narrativa, creyeron que les habían creído. Un discurso que se soportó en la idea de un “México sin miedo”, cuando la petición se basaba justamente en eso, en el miedo.

Hagamos cuentas. ¿Vivimos el comunismo durante este sexenio? Pero primero, ¿sabe qué es el comunismo? ¿Nos volvimos como Venezuela? ¿Le quitaron su casa? ¿Disminuyó la inversión extranjera? ¿No se respetó al empresariado mexicano y bajaron sus ganancias? ¿El Gobierno Federal confiscó Kimberly Clark? ¿Cerraron los templos? ¿Encarcelaron a algunos clérigos que azuzaron al electorado católico a votar por por la alianza? ¿Les aplicaron el 130 constitucional? ¿Desaparecieron analistas, locutores y medios tradicionales que se han y se siguen pasando de la raya en la confrontación un día sí y otro también contra el Gobierno Federal y el Ejecutivo?

Y en lo que corresponde al mercado, ¿ya revisó si en otros sexenios el déficit fiscal de México fue cuestionado por los mercados? Seamos sinceros. El triunfo del oficialismo radica en las inconsistencias de la oposición. En las incoherencias de un grupo sin cohesión, que tuvo en el odio, la mentira, la ignorancia, la banalidad, la venganza, el insulto, la carencia de respeto y en la intolerancia, su mejor divisa. Al momento, sigue siendo más fuerte la intransigencia, las teorías de conspiración, la elección de Estado y la sugerencia de fraude, que la aceptación de la derrota. ¿Entonces el INE sí se toca?

Como en la entrega anterior, propongo unas cuantas preguntas que como ejercicio de autocrítica debe de hacerse el bloque perdedor, comienzo: ¿Cómo empezó el proyecto? Perdón, ¿había un proyecto para ganar la Presidencia de la República o sólo fueron buenas intenciones? ¿Quiénes estaban detrás de él? ¿Por qué los invisibles no se hicieron visibles? ¿Por qué quienes dirigían el proyecto no se lanzaron? ¿La candidata en cuestión estaba en el horizonte existencial de los partidos? ¿Cómo se dio el proceso interno? ¿Quiénes participaron? ¿Cuál fue el desenlace? ¿Quiénes apoyaban a la candidata? ¿Qué vieron en ella?

Según lo que se vio en la campaña, ¿cuáles eran las intenciones de los presidentes de los partidos? ¿Cuál es el lugar que ocupan los presidentes de los partidos que son parte de la alianza en el escenario nacional? ¿Qué personajes con pasado nebuloso se subieron a la campaña? ¿Quiénes fueron los asesores de la campaña? ¿En qué basaron su estrategia? ¿Fue un buen capital político la iglesia católica, los intelectuales a modo, algunos medios y analistas políticos que en otro tiempo eran proclives al mejor postor y algunos empresarios resentidos que se han caracterizado por no pagar impuestos?

Bajo el aura de sí a los contrapesos y no al autoritarismo –con lo cual estoy de acuerdo–, no estoy muy seguro que quienes públicamente afirman estas prácticas lo digan de forma sincera, se les olvidó que por 71 años no los hubo y que en tiempos de Fox tampoco. El problema es que siempre auguran el peor de los escenarios. ¿Se podrá vivir peor que en 1983, 1995 o 2008-2009?

Probablemente olvidaron los estrategas de la campaña que los votos en una democracia tienen el mismo valor. Quizá no pensaron que la desigualdad y la pobreza ronda por el 43 por ciento de casi 132 millones de mexicanos. Probablemente pensaron que la Marea Rosa –que en esencia debiera ser de izquierda– representaba a la mayoría de los mexicanos, cuando sólo representaba a simpatizantes de los partidos de la Alianza. Se requiere pasar del autoengaño a la autocrítica, de la autoilusión complaciente a la realidad objetiva.

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Ojalá que en los próximos seis años veamos a la candidata opositora haciendo resistencia permanente, liderando las inconsistencias del nuevo gobierno; creando un proyecto a su medida y condiciones, alejándose de quienes le susurraron al oído el canto de las sirenas y la veamos en la elección del 2030, en un frente opositor real, serio, formal y comprometido a la medida de sus ideales y sus formas. Si no es así, su candidatura –2024– fue un asunto de temporada y nada más. Sus antecesores, Ricardo Anaya y Josefina Vázquez Mota se perdieron en un hoyo negro, ¿eso hará BXGR o de veras sí hay amor por México?

Para la candidata ganadora, mesura, humildad, responsabilidad; generar confiabilidad, rodearse de expertos y esmero en el cumplimiento de promesas. La tarea urgente es la autonomía y deshacerse de todo lo que le genere ruido. Ya los mercados le advirtieron, deberá generar confianza con un gabinete sólido libre de compadrazgos y compromisos de cuates. El país requiere certeza y tranquilidad, no olvidemos que, aunque no estemos de acuerdo con CSP vamos en el mismo barco, sumemos y multipliquemos, así es la democracia; de dividir y de restar ya fue suficiente. Así las cosas.

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