Antes del caso LeBaron, Chihuahua y Sonora ya estaban ardiendo
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Una nueva tragedia se ciñó sobre el País con la masacre de nueve integrantes de la familia LeBaron, atacados brutalmente por grupos de la delincuencia organizada en los límites de Sonora y Chihuahua. La familia, perteneciente a la comunidad mormona, lleva décadas arraigada en el municipio de Galeana, Chihuahua, y hace 10 años, en 2009, había sufrido ya el secuestro de otro de sus integrantes: el joven Eric LeBaron. En aquel entonces la familia, encabezada por el hoy conocido activista Julián LeBaron (y quien ha vuelto a dar la cara ante esta nueva tragedia), se negó a pagar el rescate que los delincuentes pedían por Eric en franco desafío a los grupos criminales. Decían que sólo así, con esa postura enhiesta, podrían frenar las ofensivas e intimidaciones de los grupos criminales, aunque ello le costara la vida a integrantes de su propia comunidad. Eric finalmente fue liberado, pero las represalias no tardarían: su hermano Benjamín, que encabezaba la organización SOS Chihuahua, fue asesinado junto a su cuñado Luis Widmar. A partir de entonces, los LeBaron se convirtieron en un símbolo de lucha en el contexto de la guerra contra el narcotráfico emprendida durante el sexenio de Felipe Calderón.
Este nuevo hecho de sangre, que ha enlutado con sus desgarradoras escenas a toda una comunidad, de paso confirma lo que hace tiempo dejó de ser una percepción para convertirse en una dura certeza: el Gobierno Federal carece de una estrategia articulada para sacar al País del pozo de violencia en el que lleva años sumido. Más allá de la hipótesis expresada por el propio secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, de que los integrantes de la familia LeBaron pudieron haber sido confundidos (lo que ya de por sí revela la altísima vulnerabilidad en la que se encuentra cualquier persona que circule por el territorio nacional), lo que indigna es que, de nuevo, como ocurrió hace pocas semanas con el culiacanazo, la autoridad hizo el ridículo: una Guardia Nacional que no pudo llegar al lugar de los hechos, que al verse reducida en número tuvo que pedir apoyo del Ejército, corporaciones incapaces de coordinar la búsqueda de los niños que en un primer momento se encontraban desaparecidos y que fueron hallados porque los propios familiares se internaron en la zona. Las autoridades, relató Julián LeBaron, tuvieron miedo.
Pero la situación no se degradó de la noche a la mañana. Chihuahua y Sonora han sufrido un repunte sistemático de la violencia. En los tiempos de Calderón, cuando fue asesinado Benjamín LeBaron, y la comunidad montó un cerco de autodefensa, el estado ardía. En el norte, Ciudad Juárez llegó a convertirse en la localidad más violenta del mundo. Al paso de los años, muchas heridas dejaron de doler con la misma intensidad, pero nunca cicatrizaron del todo. Al cierre de septiembre, Chihuahua aparece con mil 635 carpetas de investigación por homicidio doloso. Ya desde mitad del año, la tendencia al alza se advertía con claridad: entre enero y junio de este año, el estado reportó mil 272 homicidios dolosos, un 19.6 por ciento más que en el mismo periodo del año pasado. De hecho, Chihuahua cerró el 2018 como el tercer estado con más asesinatos (2 mil 978), sólo superado por Guanajuato y el Estado de México. En el ranking de 2019 sigue en ese puesto, por debajo de Colima y Baja California, con una tasa de 43.2 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Sonora, el escenario de la masacre de los miembros de la familia LeBaron, está padeciendo su año más violento en la última década. En 2009, por ejemplo, reportó 404 carpetas de investigación por homicidio doloso, 2018 lo cerró con 745 y en el acumulado a septiembre de 2019 se cuentan 733. El estado se encuentra en el noveno puesto del ranking de homicidios con una tasa de 24.3 por cada 100 mil habitantes.
Después de la emboscada en Aguililla, Michoacán, no hubo certezas en la estrategia de seguridad nacional. Tampoco después del enfrentamiento en Tepochica, Guerrero. El culiacanazo solamente hizo crecer la incertidumbre. ¿La masacre de los LeBaron significará ese cambio de ruta, ese punto de inflexión, o nos esperaremos a la inminente tragedia siguiente?
@manuserrato