Bota tu trabajo si no te gusta, o él te botará

Politicón
/ 7 octubre 2019

Mucha gente no trabaja en el lugar adecuado porque no le gusta lo que hace o le disgusta su jefe, compañeros o el lugar físico donde desempeña las labores.

Al momento en el que escribo esto es jueves 3 de octubre, y me acabo de enterar de que hoy otra vez se iba a acabar el mundo; pero, al igual que el 01/01/00, el 06/06/06 o el 21/12/12 –por mencionar algunas fechas–, la Tierra se ha quedado como novia de rancho: vestida y alborotada esperando su fin. Claro, de inmediato surgieron memes haciendo burlas: la vida sigue con todo y deudas, relaciones tóxicas, tareas escolares o trabajos incómodos.

Me pregunto por qué tantas personas hacen burla de aspectos de su vida –principalmente el trabajo– haciéndolos ver desagradables; pues porque como dice el refrán: entre broma y broma, la verdad se asoma. Mucha gente no trabaja en el lugar adecuado porque no le gusta lo que hace o le disgusta su jefe, compañeros o el lugar físico donde desempeña las labores. ¿Te ha pasado? A mí, sí.

Recién graduada de la universidad, trabajé en una agencia de noticias de gran prestigio en Saltillo, Coahuila. Sufrí casi desde el principio. Tenía buenos compañeros; un jefe exigente, pero noble y de quien aprendí mucho; un espacio digno y cómodo en el que podía escribir en paz; pero el proceso para hacer nota periodística me llenaba de total frustración. Me sentía comprometida por la oportunidad que me habían dado y por eso no renunciaba.

Un día, se acercó un compañero y me preguntó: “¿eres feliz aquí?” Su pregunta me intimidó, parecía haber adivinado que me sentía profundamente infeliz. Como vio que no soltaba la sopa, me platicó cómo se sentía él cada mañana al despertar y recordar que tenía un trabajo que le encantaba: “me llena de entusiasmo, me da vitalidad y energía, doy gracias a Dios por trabajar en esto. ¿Algo así te pasa a ti?” No –respondí– todo lo contrario.

Él me animó a perder el miedo a hablar con el jefe y renunciar. El día que me fui, sentí que me quité un gran peso de encima y me prometí no volver a trabajar en donde no me sintiera plena. Por supuesto me fallé unas cuantas veces más; pero, con los años, aprendí que el trabajo es tan placentero como ir al cine, salir a pasear o hacer el amor; sí y solo si haces lo que te apasiona hacer.

Cuando eras niño, ¿qué querías ser de grande?

Cuando fuimos niños, soñamos con ser algo específico de adultos; con los años, nuestras prioridades, necesidades y deseos se transformaron. Quizás ahí radica el problema para algunos: eligen carrera universitaria con base solo en su pasión, pero no toman en cuenta otros factores importantísimos: vocación, misión y habilidades profesionales. Lo mismo ocurre a la hora de elegir trabajo.

La elección de carrera profesional y trabajo deben hacerse con un profundo autoconocimiento, para evitar fracaso escolar y laboral. El futuro universitario y el candidato a una vacante deben preguntarse cómo es su temperamento, energía, valores, intereses; qué aman hacer y los llena de placer (pasión), en qué son buenos, y les sale bien y a la primera (vocación), cuáles son las fortalezas por las que les pueden pagar (habilidades profesionales), cómo necesita el mundo lo que hacen (misión).

Indaga entre candidatos y colaboradores –sean estudiantes aún o egresados–. Más vale no contratar o que renuncien al trabajo quienes no se sientan plenos en él, evitar un clima laboral tóxico y que se queden solo aquellos que sumen genuinamente al proyecto de la empresa.

Dominio Comunicación: Comunicación efectiva para tu vida personal y profesional. (55) 2212 7220.

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