La corrupción de cuarta de la T4: esencialmente la misma historia
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No existen diferencias esenciales, en materia de corrupción, entre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y cualquier de sus antecesores. Si acaso un matiz puede notarse en quienes hoy se benefician ilegalmente del dinero público: hasta para la corrupción son chambones e ineptos
La Transformación de Cuarta (T4) encabezada por Andrés Manuel López Obrador, digámoslo pronto, es tan corrupta como cualquier otro gobierno mexicano. No existen diferencias esenciales entre este sexenio y sus antecesores recientes o lejanos en casi ningún rubro relacionado con la honestidad o la integridad.
Los adoradores del Iluminado de Macuspana chillarán en coro de forma inmediata: “¡Pero el nuevo padre de la patria no es corrupto como EPN… ni cómplice del crimen organizado como Calderón… ni frívolo como Fox!”.
Pues ni siquiera eso es cierto: las (equívocas) decisiones tomadas por su santidad, El Peje, en materia de seguridad pública y políticas de salud –por solo citar dos ejemplos– han costado cientos, acaso miles de vidas humanas. Y de complicidad con el narco, pues mejor ni hablamos: para muestra ahí están los botones de la liberación de Ovidio Guzmán y el besamanos con la matriarca de Badiraguato.
No hay pues, en este Gobierno, un halo de moralidad capaz de mostrarlo distinto a los del pasado. La corrupción y la impunidad –cuya erradicación es la más cara promesa del régimen– siguen gozando de cabal salud y acaso están siendo institucionalizadas.
Tal vez existe una diferencia de matiz: incluso para la corrupción, los integrantes de la T4 son mediocres. Y no quiero con esta expresión dibujarlos como individuos con apetitos inferiores a sus adversarios políticos, sino como ladrones más torpes solamente.
El ejemplo de la semana es, todo mundo lo sabe, la adquisición realizada por la delegación del IMSS, en el Estado de Hidalgo, de 20 ventiladores para asistir a enfermos de coronavirus con insuficiencia respiratoria. El primer detallito de la adquisición es el precio: 1.55 millones de pesos por cada uno.
Un segundo detallito es a quién se compraron los ventiladores: a la empresa Cyber Robotics Solutions, casualmente propiedad del señor don León Manuel Bartlett Álvarez. Si el nombre le suena es porque no es común: en efecto, se trata de uno de los retoños del director general de la CFE, Manuel Bartlett.
Otro detallito de la transa…cción: de acuerdo con una investigación realizada por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), exactamente el mismo día en el cual la Delegación del IMSS en Hidalgo le asignó el contratillo por 31 millones de pesos a mister Bartlett, le compró otros ventiladores, esencialmente iguales, a otra empresa, Conduit Life, la cual los importa desde Eslovaquia, pero los vende ligeramente más baratos: 880 mil pesos cada uno.
Varias cosillas conviene decir sobre esta llamativa operación:
1. ¿No habían presumido el señor Gatell y su jefe, mister Yo Siempre Tengo Otros Datos, de haberse preparado como nadie en el mundo para enfrentar al maléfico bicho llegado del oriente lejano? Porque si se prepararon tan bien, cómo chingaos andamos comprando a las carreras –y a precio de oro– unos ventiladores… ¡el 17 de abril!
2. Prepararse “como nadie” habría implicado lanzar licitaciones desde enero y, con todo el tiempo del mundo, poner a competir a los potenciales proveedores para obtener los mejores precios y condiciones (para el Gobierno, no para los proveedores) en la compra de todo el equipo médico y no, como ocurrió, expedir un decreto ¡el 27 de marzo! para autorizar adquisiciones mediante adjudicación directa.
3. Tanto el niño Bartlett como cualquier otro proveedor de ventiladores a quienes les ha comprado el gobierno son intermediarios, no los fabricantes de los equipos. ¿Cuál es la razón para no comprarle directamente al fabricante o, ya de perdis, pactar con ellos el mejor precio posible, aunque la operación formal se realice a través de un intermediario?
4. De acuerdo con el director General del IMSS, Zoé Robledo, una de las razones para aceptarle al excelentísimo señor Bartlett su propuesta económica “ligeramente cara” fue la “no exigencia”, por parte del proveedor de un anticipo y la posibilidad de entrega inmediata de los equipos.
Porque aquí, dijo don Zoé, debe tenerse en cuenta la situación de emergencia: “uno puede comprar barato, pero te entregan los ventiladores en septiembre” y entonces el asunto sale muy caro porque el costo ya no se mide en pesos, precisó el funcionario, “sino en vidas humanas”.
¡Pero si nos habíamos preparado como nadieeeeeeeeeee!
Sólo hay dos explicaciones posibles para episodios como este:
La primera es la incompetencia, un mal generalizado en la actual administración federal y del cual abundan los ejemplos.
La segunda es la corrupción, es decir, intencionalmente se dejan correr los hechos para colocarse convenientemente en situación de crisis y entonces contar con una justificación legal para adquirir, como sea y a cualquier precio, cualquier cosa„ para luego justificarse con la excusa matona: “estamos salvando vidas”.
Bueno: cabe una tercera explicación y esa es la suma de las dos anteriores. Porque estos, según se ve, no sólo son corruptos, sino también idiotas.
¡Feliz fin de semana!
carredondo@vanguardia.com.mx