A los contribuyentes, látigo
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¿Alguien recuerda las marchas multitudinarias del cacerolazo que el moreirato organizó en el año 2010? ¡Qué tiempos! Corría el sexenio calderonista y los priístas concentraban a estudiantes y sindicatos encabezados por los líderes charros de la CTM, la CROC y la CROM para repudiar los aumentos mensuales a los combustibles.
Ahora que el Gobierno federal a cargo del PRI le atiza a la economía de todas las familias mexicanas, no hay ni una palabra de los antaño organizadores de las protestas. El PRI anuncia gozoso que seguirá exprimiendo a la población y a los sectores productivos porque habrá otros aumentos, aunque están cerca del tope.
La crítica común es que los delincuentes de cuello blanco no tienen llenadera. Recaudar, recaudar y mentir es la estrategia del peñismo que impone a los mexicanos la carga de su falta de acierto en la reforma energética y un ejercicio equivocado del gasto público que, en lugar de ajustarlo, aumenta la carga impositiva sobre los contribuyentes.
Peña Nieto no puede pretextar que le haya faltado apoyo del Congreso, éste se lo ha brindado irrestricto a las reformas del sector energético. Y mire usted lo que hace el Presidente: tundir al contribuyente imponiéndole una estrategia recaudatoria que no se justifica y ahora hasta sus aliados incondicionales lo critican.
Hay que aclarar que senadores y diputados son corresponsables de esta decisión de Peña Nieto, no pueden alegar inocencia; la ley les asigna la responsabilidad de vigilar al Poder Ejecutivo. Si el País va en evidente retroceso, que no finjan demencia. Me falta espacio para enumerar lo incuestionable: el Producto Interno Bruto disminuye. Frente al dólar, la depreciación del peso aumenta y el costo de la electricidad también se incrementa.
Lo que podemos comprobar a simple vista es que nos encontramos ante un círculo vicioso contaminante, todo sube, pero los salarios son prácticamente inamovibles.
¿Cuándo saldremos de la crisis? Mientras las políticas neoliberales persistan, la respuesta es: nunca. Llevamos más de 30 años con una clase media y una clase baja pagando los costos de mantener a la delincuencia institucionalizada, la clase política para la que las políticas sociales, educación y salud, son un estorbo, un lastre del que hay que deshacerse rápidamente. Por eso Peña Nieto recorta el presupuesto a esos rubros, de manera que las instituciones de salud y las de educación padecen una precarización incontenible.
Lo que los políticos no quieren percibir es que estamos ante el límite. La inconformidad aumenta y la resistencia se consolida, cada vez son más numerosos los gritos de los que discrepan y reclaman un cambio.
Hasta Carlos Salinas de Gortari, expresidentes e impulsor primigenio del neoliberalismo, ahora reniega de esas políticas de despojo y reclama: “Dejemos de lado ese neoliberalismo que significa abusos del mercado y un individualismo egoísta y posesivo”, mira quién habla, como si no hubiera sido él uno de los artífices de los “Chicago Boys” en México.
Es increíble el cinismo del expresidentes Salinas, que siendo quien impuso la economía de mercado que implica la contención de los salarios y la descentralización del control de la economía, ahora venga a hacerla de buen samaritano diciendo que la República tiene que ser social, nacional y democrática. Parece que copia el discurso de Donald Trump. ¿Salinas se quita la máscara?
Estamos ante una coyuntura económica y política en la que cada vez mayor número de sectores sociales optan por la resistencia, dejando de lado la pasividad y adoptando la rebeldía. Se multiplican los sitios en los que el México bronco lucha por despertar.