México, tierra de asilo

Politicón
/ 23 noviembre 2019
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José Martí tenía escasos 22 años cuando llegó a México procedente de España a donde había sido deportado por participar en el movimiento de independencia de Cuba. Apoyado por los liberales, estuvo en México entre 1875 y 1876. Sebastián Lerdo de Tejada era el presidente de la República en sustitución de Benito Juárez. En una carta a Manuel Mercado, Martí dice: “Si yo no fuera cubano, quisiera ser mexicano y siéndolo, le ofrendaría lo mejor de mi vida”.

El nieto del militar y político italiano Giuseppe Garibaldi artífice de la unificación de Italia, llegó a México en 1911 y se incorporó a las fuerzas maderistas. Madero lo nombró jefe de la Legión Extranjera. Una de las plazas más emblemáticas de la Ciudad de México lleva su nombre.

Víctor Raúl Haya de la Torre arribó a México en 1923 ayudado por José Vasconcelos y se quedó más de cinco años en su primer exilio en México. Salió de Perú por haberse opuesto a la dictadura de Augusto B. Leguía. La inestabilidad política en Perú lo hizo volver a México en 1954.

El general Cárdenas concedió asilo a León Trotsky en 1936. Diego Rivera y Frida Kahlo lo recibieron en enero de 1937. Trotsky había estado antes en Francia, Noruega y Turquía. Declaró a El Universal que el Gobierno mexicano podía estar seguro “de que no violaremos las condiciones que se me han impuesto y coinciden mis propios deseos: una completa y absoluta no intervención en la política de México y una abstención no menos absoluta de actos que puedan causar perjuicios a las relaciones de México con otros países”. De Francia lo habían expulsado por su activismo, Trotsky fue asesinado en su casa de Coyoacán tres años después.

Asimismo, en la época de Cárdenas, cientos de mujeres y niños encontraron refugio en México como consecuencia de la guerra civil española.

El joven Fidel Castro también estuvo por acá 18 meses en los años previos a la revolución cubana.

México recuperó en los setenta su tradición de asilo por los golpes de Estado que se dieron en los países del cono sur. Después de la irrupción en La Moneda, Luis Echeverría envió un avión a Santiago para traer a Hortensia Bussi, la viuda de Salvador Allende, quien vivió 15 años en México en la Casa de Chile.

Héctor José Cámpora, expresidente de Argentina, se refugió en la embajada de México junto con su familia después del golpe de Estado de 1976. Ahí estuvo durante tres años hasta que le permitieron viajar a nuestro país adonde falleció un año después.

Un caso que se sale de los esquemas anteriores fue el del Shah de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, depuesto por la revolución islámica en 1979. Llegó a México procedente de las Bahamas a una casa de Cuernavaca, Morelos donde estuvo 122 días. Wikileaks revela que fueron Rockefeller y Henry Kissinger quienes se encargaron de que fuera México quien recibiera al Shah a pesar de los riesgos.

En la década de los ochenta, fueron centroamericanos los que llegaron a nuestro país buscando salvar sus vidas. Entre ellos, la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú. Ella vivió en la casa Tochán al poniente de la Ciudad de México. En este lugar se sigue recibiendo a migrantes.

El penúltimo episodio fue el del hondureño Manuel Zelaya y, el más reciente, el de Evo Morales. Bolivia se encuentra en una grave crisis y, al día de hoy, no se puede avizorar ni el tiempo ni la forma como se conseguirá el restablecimiento del orden constitucional.

Respecto de cada personaje ha habido empatía o rechazo en función de las ideologías. Nunca como ahora, sin embargo, ha habido tanta atención y puntual seguimiento a cada movimiento debido a los medios y modos de comunicación actuales. México, como país hermano, está jugando el papel que siempre ha jugado. Somos, por añeja tradición, tierra de asilo. Personajes y gente de a pie han salvado su vida al pisar nuestro suelo.

@leticia_bonifaz

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