¿Por qué todos piensan en la tecnología y no en la ética?
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Llevo algún tiempo colaborando de distintas formas en el ecosistema de emprendedores en México, y me sorprende que no se menciona la ética como parte fundamental en el desarrollo de los nuevos proyectos.
Los inversionistas buscan desesperadamente invertir en nuevas tecnologías, propuestas, etcétera, generando rentabilidad en poco tiempo, muy válido y un tanto necesario. Pero, ¿qué hay de la moral en los negocios que estamos implementando? Parece ser que es un tema en el cuál, diría yo, muchos no les conviene meterse ni mencionarlo.
Por lo mismo preocupa muchísimo y el tema debería de ocupar las agendas de los inversionistas, porque justo el ecosistema emprendedor está lleno de jóvenes en la etapa de formación de muchos aprendizajes, siendo el momento idóneo para enseñarles la importancia de conducirse con ética en todo lo que hagan. Porque además eso impactará de forma positiva en su negocio. Hacer las cosas bien en pro del otro no está pelado con la generación de riqueza.
Es muy grave que se atiendan poco estos temas, cuando en México vivimos todos los días la problemática por la falta de moral de todos los que nos rodean. Desde el valet parking que me roba lo que traigo en el coche, el cliente que no me paga a tiempo, el empresario que soborna, hasta el gobernarte que desfalcó al estado.
Obviamente al invertir en negocios con malas prácticas, tarde o temprano, repercutirá en las ganancias y la rentabilidad. Hay muchas empresas mexicanas que son altamente corruptas, pero lo peor de todo es que la prioridad es la ganancia y no las personas.
Qué tal si los inversionistas empujaran proyectos educativos, o a jóvenes emprendedores que diseñen programas innovadores para fomentar un comportamiento mucho más cívico, sistemas que promuevan el orden, control de recursos, cambios de conductas negativas hacia positivas, ayudando a reducir robos, fraudes, sobornos, pérdidas, irregularidades, etcétera, que hoy son un problema para empresarios y ciudadanos.
En la medida que las empresas inviertan en proyectos de este tipo, los círculos viciosos se convertirán en círculos virtuosos beneficiando a muchas personas. Asimismo, al fomentar un cambio positivo en un empleado, también lo convierte en un ciudadano más responsable. Según algunas cifras, el 10 por ciento de PIB se pierde por actos de corrupción. Más lo que no se logra detectar.
Los números son alarmantes, pero no parece ser preocupante para incluir en los discursos y en los programas de emprendedores. Incluso en la educación. Por qué no invertir en nuevas prácticas educativas que permean en una población mucho más comprometida, más responsable, más pensante. Es una asignatura que nos urge aprender a todos los mexicanos y mexicanas, y aplicarlo.
La reflexión es incluir siempre la ética para todo lo que hagamos, gran parte de las decisiones que tomamos tenemos que reflexionar: “si está bien o está mal, a quién daño con lo que hago, cómo afecta o no a los demás”, porque si no empieza a ser tema prioritario en nuestras agendas, profesionales, personales y de inversión, jamás saldremos del estado y sociedad fallida.
Seguiremos viendo a empresarios y políticos altamente corruptos. Seguiremos siendo víctima de mucha injusticia e inseguridad, falta de oportunidad y desigualdad. Al final no sólo le corresponde al Gobierno resolverlo, sino a toda la sociedad en conjunto.
Tania Plasencia López
Maestra en Desarrollo Humano, docente y consultora
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