¿Quén pompó?
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En la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en el año 2012, la casa de Manuel Bartlett era el epicentro de la recolección de apoyos financieros y el amarre de compromisos políticos.
A raíz de que hemos publicado varios reportajes revelando los escándalos de corrupción del hoy director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), varios políticos mexicanos que formaban parte de la coalición obradorista ese año me confiaron off the record las citas que se llevaban a cabo en la mansión en la exclusiva zona de Las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, para “pasar la charola” entre empresarios y gobernantes con acceso a presupuesto público que quisieran quedar bien con el posible futuro presidente de México.
La sociedad político-financiera entre Bartlett y López Obrador se extendió a la siguiente contienda presidencial: la casa de campaña que utilizó el hoy presidente de México era una “casa Bartlett”, como documentamos en mayo del año pasado.
Por eso López Obrador no toca a Bartlett. Porque le rebota en la mente el ¿quén pompó campañita, quén pompó?
Bartlett es el artífice del fraude electoral contra la izquierda mexicana en 1988. AMLO calla como momia. Bartlett fue acusado por la izquierda histórica de secuestros y crímenes políticos, de represión y espionaje. AMLO calla como momia. Bartlett no puede explicar su riqueza cristalizada en 23 casas y una docena de empresas familiares. AMLO lo defiende. Bartlett embaucó al gobierno en la renegociación de los gasoductos costándole cientos de millones de pesos a los mexicanos. AMLO lo defiende. El hijo de Bartlett quiso estafar con ventiladores COVID-19. AMLO calla como momia. El hijo de Bartlett es multimillonario contratista del gobierno en el que trabaja su papá. AMLO calla como momia.
La última perla es escandalosa. Para justificar el apagón del 28 diciembre que afectó a 10 millones de usuarios, Bartlett presentó un documento falso. Antier lo terminó admitiendo, no como fruto de un honesto proceso de transparencia interno que lo hubiera detectado, sino porque fue denunciado, exhibido y no tuvo más remedio que aceptarlo: su documento de defensa era un documento falso. Ante ello, de nuevo, AMLO lo defendió minimizando el episodio, catalogándolo como un simple error y esforzándose por esconder que falsificar un documento oficial no es un error: es un delito.
Así pues, a cada paso, frente a cada escándalo, al presidente López Obrador se le llena la boca de elogios para Bartlett. Lo trata de presentar como una víctima de supuestos intereses oscuros que quieren quedarse con el negocio de la electricidad. Y es incapaz de aceptar que la corrupción, el enriquecimiento inexplicable, el tráfico de influencias y la ineficacia en el servicio público, amén de un rosario de los delitos más graves por los que ha sido denunciado desde hace años, acompañan a su funcionario consentido.
¿Por qué defiende tanto AMLO a Bartlett? La respuesta está en la canción de Chico Ché que tanto canta el presidente en sus mañaneras: ¿quén pompó, quén pompó campañita, quén pompó?