Un fracaso más
COMPARTIR
TEMAS
El ilustre dramaturgo inglés William Shakespeare nos regaló entre sus obras la divertida comedia romántica “Much ado about nothing”, traducida al castellano como “Mucho ruido y pocas nueces”. Celebro que hayan sido los ibéricos quienes se encargaron de traducir dicha obra con todo y su título, pues si la traducción corriera a cargo de los eruditos tepiteños el título seguramente sería: “Tanto pedo pa’ cagar aguado”.
La anterior disertación viene a cuento, pues durante los días previos me entregué a sesudas y profundas reflexiones sobre cuál debería ser el eslogan que mejor describiera a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador y vino a mi mente esa cultísima y escatológica frase.
Sé que AMLO se propuso la sencilla meta de alcanzar con sus obras la cuarta transformación de México, pues en su opinión las tres transformaciones que ha tenido el país han sido el movimiento de Independencia, las leyes de Reforma y la Revolución Mexicana. Todavía no iniciaba su administración y ya se había colocado a la altura de personajes como Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Eso sí que es ser aspiracionista.
Pocos como Andrés Manuel han peleado por convertirse en presidentes. Luego de sobrevivir a la lucha inquisitiva de Fox, quien buscaba desaforarlo, y tras perder los procesos electorales frente al ultra odiado Felipe Calderón “el prejidente ejpurio”, y contra el paladín de la corrupción Enrique Peña Nieto, por fin ocupó la Silla del Águila tras vencer a “Ricky Riquín Canallín” y a José Antonio Meade, gracias a los 30 millones 113 mil 483 mexicanos que votaron por él.
Como dijo “Intocable”: ¿Y todo para qué? Luego de 936 días en el poder, López Obrador ha decepcionado a millones y millones de mexicanos que creyeron en su proyecto. Recordemos que su principal promesa de campaña fue la de acabar con la corrupción barriendo a los corruptos como se barren las escaleras: de arriba para abajo. Pero la reciente destitución de Irma Eréndira Sandoval de la Secretaria de la Función Pública puso en evidencia el fracaso de dicha cruzada.
Para empezar, la cancelación del aeropuerto de Texcoco fue un acto donde quedó evidenciada la enorme indecencia del presidente electo. Dicha cancelación decidida por una consulta, en la que participó poco más de un millón de mexicanos, se debió supuestamente a la corrupción reinante en la construcción de esa obra vanguardista, corrupción que nunca pudo demostrarse. Por si fuera poco, lo que el pueblo de México tuvo que pagar por multas de proveedores y constructoras superó por mucho lo que debía destinarse para concluir la obra. Primer acto corrupto de López Obrador que la exsecretaria Sandoval pasó por alto.
Recordemos también la exoneración a Manuel Bartlett, pese a que en su declaración patrimonial declaró una fortuna de 51 millones, pero que en realidad es 16 veces mayor si se consideran las más de 23 propiedades de su familia, las cuales sumarían alrededor de 800 millones de pesos.
Exoneró también a Jesús Seade, luego del escándalo desatado por haber realizado 11 viajes de carácter personal a Hong Kong con cargo al erario. Perdonó también a Pío López Obrador, pese a la existencia de videos en donde aparecía recibiendo sobres llenos de dinero para el proyecto político de ya saben quién. Tampoco pasó nada con Felipa, la prima consentida que obtuvo jugosos contratos en Pemex. Castigó y luego perdonó a Carlos Lomelí Bolaños, ex superdelegado del gobierno federal en Jalisco, al igual que hizo con el hijo de Bartlett, quien vendió ventiladores al IMSS a cantidades exorbitantes.
Por si fuera poco, nadie dijo nada de las nueve casas que la pareja Ackerman-Sandoval compró al contado en cinco años; ni ha pasado nada tampoco con las corruptelas de Ana Gabriela Guevara. Y así podemos nombrar incontables evidencias de corrupción en el gobierno de López Obrador.
Aquí entre nos, la destitución de Irma Eréndira Sandoval es apenas una muestra del fracaso de la promesa presidencial de acabar con la corrupción. Un fracaso más de la 4T. Una prueba más que con retórica y falsas promesas nada se logra. Tanto pedo pa’ cagar aguado.