Pretende AMLO disfrazar su carácter vengativo de forma hipócrita

Opinión
/ 20 febrero 2024

Un jarocho fue a Londres. En su primera mañana en la capital británica abrió la ventana de su cuarto y vio la densa niebla londinense. Comentó: “Hay norte en Veracruz”. Igualmente supe de aquel pescador jaibo, esto es de Tampico, que cierto día no salió a pescar porque llovía torrencialmente y soplaba un viento huracanado. Entró en una cantina del puerto a esperar que pasara el temporal, y se puso a beber copiosamente. En ese perseverante menester lo sorprendió el nuevo día. Salió a la calle. El cielo estaba azul; brillaba el sol, esplendoroso. Se había aquietado el viento, y en su lugar soplaba un aire suave de pausados giros. Declaró el pescador: “Sigue el temporal”. Y volvió a entrar en la taberna. Del mismo modo en el panorama político de México sigue el temporal. Con lágrimas de cocodrilo el presidente López ofreció disculpas en su libro a aquellos a quienes llama sus adversarios, si es que acaso los agravió en sus mañaneras. Aun así infirió una grave ofensa a los miles de ciudadanos que asistieron a la manifestación en el Zócalo. Ordenó que no se izara la bandera que diariamente ondea en la Plaza de la Constitución, como si el lábaro patrio fuera de su propiedad y pudiera usarlo de instrumento para desahogar sus inquinas políticas. Un poeta de mi ciudad, Héctor González Morales, creó un muy bello símil. Al hablar de su madre en un poema dijo: “Es hermosa como una bandera”. Pues bien: ese precioso símbolo, la bandera nacional, no cubrió con sus colores a quienes fueron a expresar su descontento por el autoritarismo de AMLO, que otra vez evidenció su talante dictatorial cuando mantuvo secuestrado el lienzo al que todos los mexicanos por igual rendimos homenaje, porque nos pertenece a todos, no a un solo hombre, ni a un partido. La burda acción de López exhibe su carácter vengativo, el cual en vano pretende disfrazar en modo hipócrita. La señora Sheinbaum, claro, se hizo eco de la voz de su amo, y también descalificó a los participantes en esas demostraciones, auténticamente ciudadanas, organizadas en la Ciudad de México y en muchas de provincia para protestar contra los intentos del cacique de la 4T, quien pretende hacer de nuestro país su propiedad particular, un pueblo sometido a sus caprichos de jefe máximo y perpetuo dictador. Por eso en la elección del 2 de junio un voto por Morena será un voto contra México. Acto de patriotismo, en cambio, será ir a las urnas a votar por que López Obrador se vaya a... su rancho. Como se ve, sigue el temporal. Disipémoslo siquiera por minutos con una historieta de ligero humor... Pamela se llamaba la hija del granjero que una noche recibió en su casa a un viajero necesitado de hospedaje. No describiré a la garrida zagala campesina; sólo diré que tenía bello rostro y voluptuosas formas como las de la serranilla a quien cantó el Marqués de Santillana: “Moza tan fermosa / non vi en la frontera/ como una vaquera / de la Finojosa”. El padre de la joven le indicó al viajero: “Dormirá usted en la misma cama de Pamela, pero pondré una almohada entre los dos a fin de evitar cualquier mala tentación”. “Ni buena debe temerla usted de parte mía –prometió el hombre–. Soy un caballero”. En efecto: pasó la noche sin que sucediera nada digno de relato. Al día siguiente la muchacha salió de la casa, y tras ella el viajero. Pamela se cubría con su pamela, sombrero femenino de ala ancha para protegerse del sol. Una súbita ráfaga de viento se lo arrebató y lo llevó al otro lado de un muro. “No se preocupe, señorita –la tranquilizó el viajero–. Saltaré el muro y le traeré su sombrerito–. “¡Uh! –se burló Pamela–. ¡No saltó la almohada, y va a saltar el muro!”... FIN.

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