Puedo escucharte y aceptar lo que opinas sin cambiar lo que yo pienso sobre una situación. ¡Seamos revolucionarios!
COMPARTIR
Se inauguraron los Juegos Olímpicos de Paris y ¡vaya reacciones! Que si es referencia a la Última Cena o bien a los Dioses del Olimpo...mi lógica me dice que sería la segunda, pero ¿qué sé yo? No vi la inauguración. Ni veré los juegos. No tengo ninguna protesta en su contra, y no sé si debo formar una opinión o no sobre el holandés que fue encarcelado por violación de una menor y si debía o no haber sido incluido en los juegos. Evidentemente el Comité Olímpico tendría que valorar si situaciones de ese tipo deberían estar contempladas en el reglamento.
Lo que logro ver en todo esto, desde mi muy humilde opinión (anda, ríete, ambos sabemos que no soy muy humilde), es que andamos muy intolerantes. Creo que es de esperarse. El mundo de hoy cuestiona y pone en tela de juicio nuestras creencias más arraigadas, creencias que dan forma y hasta significado a nuestras vidas. Tambaleamos y buscamos defender aquello que nos ha mantenido “firmes” en una vida que está llena de incertidumbre.
Me pregunto el por qué de la necesidad de contraatacar cuando percibo mis convicciones cuestionadas. ¿Me siento insegura de ellas? ¿No logro la opción de flexibilizarlas? ¿Necesito lo absoluto para sostenerme? ¿No he podido apreciar que la vida no es blanco o negro, sino una infinidad de tonos de gris? No pienso que tendríamos que aceptar cosas que no son aceptables para nosotros, lo que sí me inquieta es la necesidad de que me validen los demás y reconozcan que lo que yo creo es absoluto y todo lo demás no es aceptable. ¿No te agradó la ceremonia de inauguración por razones que de seguro puedes enumerar claramente? Yo puedo escuchar, entender y aceptar tus reflexiones. ¿Te agradó la ceremonia? También te puedo escuchar y aceptar. Escucharte puede o no cambiar mi opinión, dependiendo de tus argumentos y especialmente dependiendo de si tú consideraste algún factor que yo no contemplé. Pero, escucharte no significa que estaré de acuerdo. Poder escuchar y aceptar puntos de vista diversas sin necesariamente cambiar las mías, vaya idea revolucionaria ¿no crees?