¿Qué es lo que detiene a Trump pese a sus amenazas? Hay dos poderosos factores que limitan al presidente

Opinión
/ 12 marzo 2025

A Donald Trump nada le ha salido bien y eso empieza a cobrar factura en la opinión pública y en los mercados

En algún sentido, descifrar a Trump es menos complejo de lo que aparenta. Tiene ideas fijas, revisadas a partir de dos poderosos factores: la opinión pública y el comportamiento de la economía y los mercados; ambos presentes en sus decisiones. Por el peso de la opinión pública tuvo una postura intransigente en materia migratoria, la reducción severa del gobierno y, en un principio, en el tema de los aranceles. Las primeras semanas acusan no sólo un desorden en el gobierno por la concurrencia de prioridades que, al ser muchas, dejan de serlo.

Al presidente norteamericano nada le ha salido bien y eso empieza a cobrar factura en la opinión pública y en los mercados. Por descuido ha introducido el tema de la recesión, impactando a las bolsas de todo el mundo. A pesar de su comparecencia en el Congreso, algo semejante al informe de gobierno −lo que le da relieve a su narrativa−, en el indicador de Real Clear Politics, su aprobación es menor a la de los primeros días de su gobierno. Las encuestas muestran que la economía y la inflación son los factores de mayor preocupación, junto con la migración ilegal. A pesar de la retórica nativista, la imposición de aranceles a socios comerciales es más un tema de inquietud que de apoyo.

En este contexto es inexacto asumir que la capacidad de persuasión de la presidenta Sheinbaum llevó a que los aranceles se pospusieran, como se ha propalado con obsequioso interés. No es el caso, aunque sea cierto que ha habido un acertado manejo de la situación y las cosas se han hecho bien dentro del estrecho margen que la situación ofrece. Los aranceles no son sólo una medida de presión o, mejor dicho, de extorsión, sino parte de la pretensión de que las empresas establezcan sus líneas de producción en territorio norteamericano. Sin embargo, la respuesta de los mercados es en contra, por lo que difícilmente va a cambiar la situación.

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La presidenta Sheinbaum ha manifestado su confianza de que no habrá aranceles. De hecho ya los hay, la pausa no beneficia a todos y las tarifas sobre el acero y el aluminio son inminentes; aunque México no tiene superávit en dichos productos, afecta a empresas exportadoras.

En buena parte, la presidenta tiene razón al decir que es posible que no haya aranceles generalizados, pero no será porque el país está complaciendo a Trump ni por la buena relación entre los mandatarios, no los habría por ser un factor de desestabilización de la economía norteamericana que, se había dicho, tiene efectos inflacionarios inmediatos; la decisión es generadora de incertidumbre y más ahora con la preocupación sobre la recesión. Los aranceles selectivos son la salida, y es previsible una muy complicada renegociación del acuerdo comercial con Canadá y México por la intransigente postura de los norteamericanos.

En tal contexto, bien dice Raymundo Riva Palacio que México y Canadá deberían solicitar la revisión inmediata del acuerdo comercial para que sus eventuales modificaciones tengan efectos en el corto plazo. El gobierno de Trump desearía que el peor impacto por la modificación de las reglas de comercio ocurriera después de las elecciones intermedias o, todavía mejor, que para ese entonces se cumpliera el pronóstico de una recuperación económica sin precedentes, empleo y estabilidad a manera de convalidar su proyecto. Las reacciones de los mercados y los temores generalizados indican otro escenario y por esta razón la mejor estrategia es anticipar la revisión del acuerdo comercial en una postura consensuada por Canadá y México, especialmente ante la insistencia de Trump de imponer aranceles, factor mayor de incertidumbre.

La exigencia de Trump en materia migratoria y seguridad debe entenderse de manera independiente a la amenaza de aranceles. Lo primero es preocupante en sus propios términos por sus implicaciones humanitarias; lo segundo por su amenaza a la soberanía nacional. Sin embargo, el régimen está entrampado por la colusión de políticos y gobernantes morenistas con el crimen organizado. La Presidenta debió actuar contra ellos porque es su responsabilidad. Ceder en ese terreno, sobre todo si media una extradición, habría de significar una crisis mayor y posiblemente el final del régimen obradorista. El dilema está allí presente. Se actúa sin reserva alguna contra el crimen organizado y sus asociados en la política a partir de consideraciones propias o se espera a que la inercia del exterior se imponga. Así las cosas, los aranceles son tema menor.

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