Razones para esconderse de un eclipse
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Hacerle caso a la voz interior nos trae tranquilidad (algunas veces)
Mi postura con respecto al eclipse se dividió en dos ideas casi antagónicas: por una parte pensaba en lo singular del evento, del espectáculo que se repetirá hasta el año 2052, que pocas personas tuvieron la fortuna de presenciar tres eclipses totales en su vida y toda la expectativa creada a través de los medios.
Por otra parte estaba el lado frío de la ciencia, el reconocer que solo es el sistema solar girando en órbitas y que en momentos previamente calculados coinciden en el mismo punto. Aunado a esto veía videos de gente en Mazatlán abarrotando la playa, gritando de manera desaforada cuando el cielo se empezaba oscurecer. Dije Bueno, la gente de Mazatlán es festiva por naturaleza, pero Wey, es el movimiento previsible de los planetas y los astros ¿será que no es para tanto? ¿o sí es para tanto y mi inconsciente me sabotea para que no lo vaya a ver y me pierda el espectáculo y después me arrepienta de no haberlo visto?
Así las cosas, tomé un vidrio para soldar del número catorce que un amigo me regaló para observar el eclipse de manera segura, se lo mostré a mi roomie y dijo Yo estoy operado de los ojos, no me pienso arriesgar.
Esa frase me activó los pensamientos intrusivos más potentes y dije: ¿Valdrá la pena el riesgo siendo que la NASA y otros medios van a transmitir el eclipse con mejor imagen que la que me puedan ofrecer mis ojos?
-No habrá otro igual hasta el 2052.
-Equis, es la luna cruzándose al sol.
Bueno, ya, silencio (puse orden a mis voces interiores). Voy a ver el eclipse con el vidrio pero con un solo ojo. Así evitaré perderme el espectáculo, y si acaso el vidrio no funciona, no me quedaré ciego, sino tuerto.
-Con eso no resuelves nada- me dijeron las voces intrusivas en coro. Pero aquí mando yo, y ¡a callar! (Troné los dedos para que desaparecieran).
Me dispuse a salir con el vidrio sobre el ojo izquierdo, porque el derecho está más sano y es el que podría compensar sin problema las funciones del otro, cuando una vocecita me recordó que soy hipocondríaco y que tal vez no haya riesgo en lo que estaba por hacer, pero mi sugestión es tan poderosa que terminaría incapacitado por una ceguera psicológica.
Tienes razón, le dije y volví a la seguridad de mi cuarto, a ver el eclipse en una página de Facebook. No lo vi directamente, pero la culpa -al menos hasta ahora- no se ha manifestado.