- 04 octubre 2024
Reflexiones sobre el Día Internacional de la Felicidad
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Imaginen, las lectoras, que mientras leen estas palabras se olvidan del entorno que las rodea y mientras se concentran en los significados que contienen las oraciones y juicios que a continuación les son propuestos: cuestiónese la idea de lo que representa la “felicidad”. Imaginen los lectores lo mismo que las lectoras.
Consideren los lectores el concepto más real que pueda pensarse sobre lo que significa “ser feliz” y seguramente habrá que traer a la mano, de vuelta, aquel entorno del cual nos hemos abstraído en un comienzo: entiéndase que las ideas y significados abstractos pierden su fuerza sino se ven reflejadas, al menos de un modo, en nuestra cotidianeidad. Consideren las lectoras lo mismo que los lectores.
En su momento, las culturas antiguas pudieron pronunciarse al respecto –y sobre muchos otros temas–, y nos legaron sus pensamientos en tablas de arcilla o piedra, en papiros o pergaminos; de los cuales, ahora, tenemos acceso a esa información en medios físicos o digitales, traducidos a la mayoría de los idiomas y dispuestos en catálogos.
Aristóteles, por ejemplo, en su obra sobre la Ética utilizó el término εὐδαιμονία (eudaimonía) para referirse a aquel “bien” que, por naturaleza, buscan los seres humanos. Esta característica descriptiva nos ha acompañado a través de los siglos y ha sido aceptada como un atributo de las personas en lo individual y, en última instancia, como el resultado de disfrutar cada etapa de la vida. Este significado universal, entonces, puede ser considerado como un criterio orientador para el Estado.
Por otro lado, si se le pregunta a la inteligencia artificial generada por la empresa Open IA –y que se ha vuelto muy popular en los últimos meses–, Chat GPT (versión 3.5), cuál es el concepto más popular de la felicidad, esta nos responde que:
“La felicidad se refiere a un estado emocional o mental de bienestar y satisfacción en el que se experimenta una sensación de alegría, placer, satisfacción y gratitud; que implica una sensación de equilibrio y armonía en la vida, y se asocia con la ausencia de dolor, sufrimiento y estrés, —y, por lo tanto— puede derivar de diversas fuentes, como las relaciones interpersonales, los logros personales, las experiencias gratificantes, la realización de metas, la conexión con la naturaleza y la práctica de actividades que nos gustan”.
Cuestione, el gobierno, los planes vigentes de políticas públicas, el presupuesto aprobado a finales de cada año para el gasto público, la estructura y diseño de los edificios, calles, puentes, parques, fraccionamientos, museos y supermercados: ¿contribuye el entorno social a nuestra felicidad? Hágase la oposición la misma pregunta.
Recolecte, la oposición, la información relevante sobre los valores éticos y sociales que genuinamente representen las demandas y necesidades urgentes que aquejan a las personas y grupos en situación de vulnerabilidad: ¿cuáles son los aspectos mínimos que deben de ser satisfechos para alcanzar una situación de vida digna? Recolecte el gobierno la misma información.
Como sociedad global hemos alcanzado un estado de interdependencia económica y política entre las naciones: el propio concepto de óptimo de Pareto —debido a la escasez y lenta renovabilidad de los recursos— refleja esa situación en la que el mejoramiento del bienestar una persona no puede ser, sino en perjuicio de otra, quien sea. Aunque también existen otros índices, menos individualistas. Un ejemplo, es Bután, país en donde el entonces rey Jigme Singye Wangchuck, estableció el llamado índice de Felicidad Interna Bruta (FIB) para medir con estándares de calidad de las personas.
Al respecto, el “Informe Mundial sobre la Felicidad 2022” (WHR), impulsada por Naciones Unidas y generado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible, nos presenta datos, reflexiones y críticas sobre felicidad, benevolencia y confianza desde la reciente crisis sanitaria durante la pandemia de COVID-19 a la fecha y la medición de las emociones a través de redes sociales; nuevas concepciones y tendencias sobre progreso y bienestar; aspectos biológicos sobre la felicidad.
Finalmente, cabe la pregunta de si este será al fin alcanzable o si sólo será una idea, como muchas otras, que sólo brilla cual estrella de la esperanza. En cualquier caso, el desarrollo del propio fin en consonancia con los fines ajenos –se dice– habrá de traer un orden ante el cual habremos de estar comprometidos, permitiendo el desarrollo mutuo para alcanzar el desarrollo social.
Las relaciones que se forman con base en los lazos de sangre y amistad nos permiten desarrollarnos junto con las y los demás, y las condiciones para la felicidad serán aquellas que mejor represente la situación actual, física y psíquica de cada de uno de nosotr@s, a pesar de que el césped siempre se vea más verde del otro lado.
El autor es auxiliar de investigación del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos.
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