Riesgo hospitalario: ¿por qué se ha incrementado en Coahuila?
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Acudir a un hospital es algo que nadie quiere hacer. Y si ello entraña un riesgo adicional para nuestra salud, la decisión se vuelve todavía menos deseable, por peligrosa
Hay lugares a los cuales ninguno de nosotros quiere acudir jamás. Uno de ellos es un hospital. Pero si el destino obliga a que lo hagamos, lo menos que esperamos es que se trate de un lugar a donde la recuperación de la salud sea la única certeza que nos acompañe.
Y es que la imagen (idealizada, tal vez) que tenemos de un hospital es que se trata de un lugar donde que cuenta con el personal especializado capaz de diagnosticar adecuadamente nuestra dolencia, así como con todos los recursos materiales y tecnológicos para cumplir su cometido: ayudarnos a superar el problema que padezcamos y devolvernos sanos a nuestras casas.
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Justamente por ello, enterarnos de la estadística relativa al incremento desproporcionado en el número de enfermedades contraídas por pacientes dentro de los hospitales de Coahuila es un hecho que llama a preocupación. Y eso se debe a que justamente lo que se espera es lo contrario.
De acuerdo con datos del Boletín Epidemiológico de la Secretaría Salud Federal, hasta la semana 47 de este año Coahuila registró 2 mil 423 casos de este tipo, cifra que contrasta claramente con la observada el año anterior y que fue de mil 195 casos.
¿Cuál es la razón de este incremento que implica más que duplicar la cifra de personas que enferman en nuestros hospitales? En principio la explicación posible es que se han relajado las medidas de prevención y que implica el despliegue de protocolos para impedir este fenómeno.
La definición que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrece de este hecho es que se trata de, “infecciones que afectan a un paciente durante el proceso de asistencia en un hospital o Centro Sanitario, que no estaba presente, ni en período de incubación, al momento de su ingreso y que pueden inclusive llegar a manifestarse después del alta del paciente”.
En el caso de Coahuila, el reporte epidemiológico de la SSA indica que los padecimientos más frecuentemente detectados fueron: infección de las vías urinarias asociadas a cateter urinario, neumonía asociada a ventilador, neumonía definida clínicamente e infecciones en tejidos blandos.
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Frente a la estadística resulta obligado cuestionar qué tipo de medidas deberían desplegar las autoridad responsable de la salud pública en la entidad y qué tipo de monitoreo se realiza para actuar con atingencia frente al crecimiento en el número de casos.
Porque, como se ha dicho a propósito de otros fenómenos sociales, la recolección de estadísticas, en este caso las relativas a la incidencia de enfermedades adquiridas dentro de un hospital, debe llevar asociada una reacción ante el comportamiento anómalo del indicador.
Cabría esperar, frente a los datos publicados, que las autoridades sanitarias tuvieran una reacción en el sentido correcto. Y este no puede ser otro que el de intervenir con rapidez para que las políticas sanitarias a que están obligados los centros hospitalarios se apliquen de forma rigurosa para, de inmediato, revertir la situación actual.