Sobre Willie Mays y algo más
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“Los juegos de estrellas se inventaron para Willie Mays”.
Ted Williams.
El pasado 18 de este mes falleció Willie Mays, en opinión de muchos expertos —y me uno a ellos—, el jugador más completo que ha existido; no sólo reunió las cinco herramientas que debe tener un beisbolista estrella, que son: bateo de porcentaje, bateo de poder, fildear, correr las bases y tirar, digo no sólo eso, porque Reggie Jackson, otro gran cañonero, agregó una sexta herramienta: la inteligencia y sabiduría que Mays desplegaba, pues conocía como nadie las entrañas del Rey de los Deportes.
Esta riqueza intelectual fue producto de su experiencia y capacidad cerebral, pues comenzó a jugar pelota de gran calidad a los once años, en equipos conformados por peloteros de 18 o 19 años en las ligas negras. Era tal su dominio, que conocía a cada bateador, incluso en condiciones normales o bajo estrés, sabía hacia donde conectaría la esférica, y a que lanzamiento, por eso, desde el jardín central le indicaba al pitcher como tirarle.
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No voy a hablar de estadísticas; esas hablan por sí solas, prefiero mostrar unos rasgos del ser humano. De novato en Nueva York, antes de dirigirse al Polo Grounds, jugaba “stick ball”, o sea una “cascarita” en la calle con los niños del barrio, para luego comprarles un helado. Tim McCarver que fuera un destacado cátcher de los “Cardenales” de San Luis, en los 1960s, se sorprendió al ver que Mays—de manos enormes-, se hacía la manicura.
A pesar de que en 1967 cobraba 125 mil dólares al año, -43 veces lo que yo ganaría años después en mi primer trabajo-, se vio asediado por los problemas financieros, en parte por un juicio de divorcio. Willie Mays es testimonio de que la grandeza y la humildad no son ajenas en los grandes hombres. Su memoria permanecerá cada vez que se cante la voz de play ball en cualquier diamante.
Estaban dos jovenazos desde temprano platicando muy tranquilos en una banca en la plaza del pueblo, en eso llega a la tienda de enfrente el propietario de una finca, quien luego de hacer sus compras, preguntó al comerciante si conocía a un jardinero para que arreglara su jardín. El abarrotero señalando hacia la plaza, le dice que allí estaban dos jóvenes. El propietario se dirige a ellos para decirles que necesita jardineros y que pagaba bien. Se hace un silencio, y uno de los ocupantes de la banca responde con calma: “Usted busca jardineros, pero no se va a poder, porque aquí mi compadre es segunda base y yo soy short stop”.
Miguel Luna juez primero auxiliar de distrito en Saltillo, hizo hace unos días declaraciones valiosas que tuvieron difusión a nivel nacional, en torno a la reforma judicial que plantea López Obrador; el abogado aporta consideraciones relevantes sobre los peligros que esta iniciativa representa para la impartición de justicia en México.
Eso de que los jueces, magistrados y ministros sean designados por votación popular es una insensatez. ¿Estimado lector, estarías dispuesto a someterte a una cirugía, o a viajar en un avión con un médico o un piloto, que fueran designados por su popularidad y no en razón a su capacidad y experiencia?
Decía, quien fuera un gran amigo, Roberto Valdés Durón—aficionado de hueso colorado al beisbol—que cuando iba a desayunar a un restaurante siempre pedía huevos estrellados, ya que tenía desconfianza que los huevos revueltos no fueran del día. En otra ocasión, en la que fue invitado a cenar por unos campesinos, después de disfrutar de un delicioso platillo, descubrió que le habían servido alitas de murciélago lampreadas, aderezadas con una deliciosa salsa. El jardín de la casa de “Beto”, tenía la forma de un diamante de beisbol.
Palabras de ayer: Cabeza de alcornoque. Alcornoque, árbol que crece en Portugal y España, de cuya corteza se extrae el corcho; material poroso y ligero. La palabra designa a una persona despistada o poco inteligente.