Un domingo cualquiera
COMPARTIR
TEMAS
No hubo ninguna sorpresa para nadie el domingo pasado.
Y no me refiero a los avatares acontecidos sobre el emparrillado, ni sobre el escenario durante el medio tiempo (como no sea el estado de gravidez de la intérprete de “Umbrella”, embarazo del cual por desgracia me deslindo), sino al resultado de la elección interna del PRI en Coahuila.
Caso digno de estudio es el priismo comarcano pues, pese a que el partido afronta -en lo nacional- la peor crisis desde su fundación, en lo local goza de buena salud: Come bien, duerme mejor, evacúa a sus horas, no tiene azúcar ni hipertensión pese a su edad e incluso, de vez en cuando, se toma sus copichuelas el muy desgraciado.
Qué tan fuerte y robusto no estará el Revolucionario que hasta exhibe orgulloso a sus mujerzuelas, PAN y el PRD, a las cuales les da cariño desde hace años, pero en la clandestinidad, guardando las apariencias. Aunque esta vez decidieron ya ventilar en público su relación abierta (¡qué mothernos!). Y los tres cogidos de la mano se enfilan a arrasar en la próxima elección gubernamental.
No en balde Coahuila fue nombrado “Tierra de Dinosaurios”. Aquí los fósiles no yacen bajo las distintas capas geológicas, sino que respiran, deambulan y son de hecho los reyes de la creación, la verdadera especie dominante.
Coahuila es como la versión política del clásico de ciencia ficción de sir Arthur Conan Doyle, “El Mundo Perdido”. El explorador que nos visite de otras latitudes quizás se maraville con la biodiversidad que nos caracteriza:
-¡Wow! ¿Es eso un CTMsaurio?
-¡Ah! Sí... el Tereso Medina. Es una especie protegida.
Es increíble que el priismo local esté más sólido y mejor estructurado, perfectamente organizado y sobre todo disciplinado, de tal suerte que mientras aquí se refrenda imbatible, en el plano nacional no tienen ni una sola cara con que increpar al Presidente, ni para dialogar con la ciudadanía tan siquiera. Su líder, Alito Moreno es una colección de mañas, y ni qué decir de su coordinador parlamentario, Rubén Moreira, otro impresentable sin un sólo hueso honesto debajo de su espesa humanidad.
Mientras que, repito, en el ámbito estatal el ahora candidato electo camina sin obstáculos a ocupar el despacho del Palacio Rosa.
Sólo comento un hecho: la oposición local no tiene una sola oportunidad. Y lejos de ser algo que yo en lo personal celebre, lo deploro con todo mi ser.
Hasta hace algunos años, cuando el morenismo daba visos de convertirse en un verdadero movimiento reformador, plural, serio y democrático, brillaba una luz de esperanza de que el poder en el Estado experimentara la alternancia por primera vez en su historia y se ventilara y refrescara un poco la política coahuilense que, pese a su vitalidad, despide un tufo a podredumbre.
Pero viendo en lo que derivó el “movimiento regeneracionista” no tenemos alternativas: Estamos fregados si gana el giro y estamos jodidos si gana el colorado... Nomás que va a ganar el colorado, es un hecho, duro y puro. Ni lo festejo, ni lo aplaudo, ya le digo, sólo describo el escenario político tal como se nos presentan las circunstancias.
Y usted o cualquiera puede caer en negación y decidir abrazar cualquier otra alternativa, ya sea al designado por Morena (que si antaño representó una figura disidente para el cacicazgo priista coahuilense, hoy es una mera caricatura política). O puede aferrarse al sueño del ex secretario de Seguridad Pública, cuyo berrinche y rompimiento con la figura presidencial (que era lo único que lo apuntalaba) parecen ser una constante en su trayectoria, pues ha desfilado por cinco partidos: PRI, PRD, Movimiento Ciudadano, Morena y ahora, bajo las siglas del Partido del Trabajo, sueña con realizar un mitín en el que no se exponga al ridículo.
La hegemonía tricolor en Coahuila está blindada, jugaron bien sus cartas y no hay manera de que se les presente un resultado adverso. El puro ejercicio de “elección de candidato” (esa jalada que sólo sirve para hacer ruido pre electoral) tuvo una participación de medio millón de almas, desde luego, entre acarreados, cautivos de la burocracia, buscadores de hueso y entusiastas genuinos. Todo vale.
El PRI conservará el Poder en el Estado y ello puede no gustar a muchos, y puede ocasionar verdadero desazón y malestar. Y tenemos dos opciones: Hacer un berrinche descomunal, despotricar en redes, vociferar, patalear, enemistarnos con la vida y abrazarnos a una ridícula candidatura opositora sólo para avivar todavía más nuestra frustración cuando la aplanadora tricolor le pase por encima a nuestro candidato.
O bien, podemos comenzar a negociar. Sí, negociar con el poder. Hablo de organizarnos como ciudadanos y comenzar a dialogar con quienes decididamente van a gobernar el terruño.
Ir conociendo los mecanismos para comprometerlos a cosas bien concretas. Rechazar el discurso genérico que estén manejando, ya sea de cambio o de continuidad, de progreso, de desarrollo o cualquier otra palabra hueca sobre la que estén cimentando su discurso para la campaña en puerta.
Superar el aire triunfalista y el ruido con que inician su periodo proselitista para mejor poner sobre la mesa de discusión los asuntos graves. Aprovechar cualquier espacio para realizar las preguntas incómodas y hacerlas.
Interrogar al candidato sobre la manera en que piensa evitar que se vuelvan a cometer los excesos que se han perpetrado en contra del erario, de los derechos humanos y de la legalidad.
Preguntarle claramente cuál es la postura del nuevo gobierno con respecto a los trágicos sexenios moreiristas y cómo piensan ir en contra de toda esa descomposición que sigue impune al día de hoy.
Suena poco menos que imposible, ¿cierto? Pero es eso o aferrarnos a un sueño de alternancia que no sucederá -al menos no por otro sexenio- y que, por lo demás, tampoco se nos está presentando una alternativa honesta, seria y viable.
Así que, me temo, es tiempo de capitular. Es hora de que la ciudadanía realmente exija diálogo con quien habrá de gobernar y dicho gobierno está forzado a responder a esta demanda, so riesgo de querer ser parte de la misma vieja novela, muy probablemente y ahora sí, el epílogo.
TE PUEDE INTERESAR: García Luna, la película... digo, el juicio
Encuesta Vanguardia
https://vanguardia.com.mx/binrepository/1152x768/0c60/1152d648/down-right/11604/QCIR/enrique-abasolo_1-81660_20220423141929.png