Vibrando alto con las energías interdimensionales
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¡Admitámoslo! Todos vimos el video -o alguno de los videos- de la última sensación del internet: La señora que habla en lengua alienígena. Pero por si no, hago una breve descripción porque es necesario hacer luego nuestras respectivas observaciones.
La mujer en cuestión se llama -o se hace llamar- Mafe Walker, colombiana de cierta edad indeterminada que no me atrevo a adivinar (quizás tiene 60 maravillosamente llevados, o 32 viviendo al límite); una neo-hippie que se dice iluminada, contactada con seres de otras “dimensiones”, seres de luz, de otras galaxias. Mafe es capaz de hablar fluidamente el lenguaje del extinto planeta Melmac, aunque para nosotros sólo suena como una retahíla de incoherencias guturales, mitad relincho, mitad graznido... y mitad tío borracho, porque alterna su jerigonza con frases de amor y un batiburrillo de conceptos físico-cuántico-esotéricos.
La muy embustera hace sus demostraciones de comunicación interdimensional a través de videos cortos que realiza desde sitios arqueológicos mexicanos (porque nada favorece más las conversaciones interestelares que las ruinas de alguna civilización muerta), mismos que sube a las distintas plataformas; no obstante, los verdaderos responsables de su viralización son los propios internautas, quienes encontraron en las habilidades lingüístico-interplatanarias de doña Mafe, una inacabable veta de hilaridad y buen humor.
Lo que ya venía posicionándose como el chiste del mes en redes sociales, cobró mayor notoriedad cuando la chamana sideral fue invitada a un matutino de televisión en cadena nacional (de alguna manera que no logro explicarme, la televisión sigue siendo relevante en nuestro País). Y entonces sí, terminaron de enterarse hasta los más despistados. Hoy medio México “ubica” a esta Piedra Rosetta Cósmica y sabemos que si bien, no es precisamente la portadora de la iluminación y el entendimiento universal, sí es por lo menos la mensajera del “cringe”, el humor desechable y la risotada hueca.
Esta gurú del diálogo místico-gnóstico espacial, es sólo uno más de los miles -decenas de miles tal vez- de charlatanes que, de buena fe o con la más pútrida malicia, se aprovechan de la credulidad de la gente y de la inherente necesidad de nuestra especie de respondernos cuestiones tan trascendentales como cuál es nuestro origen y cuál nuestro final destino, así como cuál es nuestro propósito (suponiendo que lo hay) en este estado intermedio al que llamamos vida.
Todo parece muy inocente, inocuo, cándido, inofensivo, anodino, divertido, positivo, hasta que deja de serlo y se vuelve peligroso.
Sólo para dejar fuera -de momento- de esta disertación a las religiones “bien” establecidas y a los cultos, no dejemos de mencionar que unas y otros viven de lo mismo, de vender certezas que nadie posee y nadie, absolutamente nadie, puede demostrar, en especial sobre lo que ocurrirá con usted una vez que expire ese vehículo que utiliza para tener experiencias intrínsecamente humanas, como ir a trabajar, comer cortes de carne y tener tanto sexo como le sea posible.
Con el advenimiento de las corrientes “new age” la gente aprendió que había otras maneras de explorar su espiritualidad además de las religiones milenarias, que resultan demasiado rígidas en algunos de sus preceptos (sobre todo los concernientes al sexo, sobre el cual buscan siempre tener alguna clase de potestad o ejercer el más absoluto control), y que además decepcionaron al mundo luego de las grandes guerras del siglo 20. Las religiones también se quedaron cortas como experiencia mística luego del apogeo de las drogas psicodélicas y volvieron a verse disminuidas ante la complejidad de la era de la híper-información.
Pero lo que nos interesa no es hacia dónde se movió la gente en busca de respuestas, sino qué aprendió la gente mañosa dispuesta a ofrecer dichas respuestas.
Más tardó en abrirse todo un nuevo mercado de lo espiritual, que el mismo mercado en saturarse con una oferta de lo más variada. You name it! Astrología, cábala, quiromancia, numerología, aromaterapia, culto a la naturaleza y a la “Madre Tierra”; hay cientos de caminos hacia la iluminación, el crecimiento espiritual, la trascendencia, el autoconocimiento, la conexión con el universo (o así se venden).
La fórmula es muy sencilla, una vieja constante de hecho en el devenir humano: Alguien más vivo que usted le ofrecerá la salud, el conocimiento, la ayuda que necesita para afrontar un problema o el simple peso de la existencia, por medio de los astros, alguna piedra colorida, los ángeles, un mito o secreto ancestral, una energía mística, o incluso alguna terapia con presuntas bases científicas. Pero todo es un mismo fraude, no obstante, el chamán o iluminado, el sacerdote, el adivino, el médium, el intercesor o intérprete merece un trato preferencial ya que sirve de puente entre los mortales corrientes y comunes y la divinidad o los seres superiores de otras galaxias.
Hablar con ET, ALF, el Doctor Who, Mork del Planeta Ork, mi Marciano Favorito, el General Zod o los Klingons, es sólo una de las muchas caras que adquiere esta industria de la iluminación y la trascendencia y que en el mejor de los casos sólo esquilma a la gente, pues además de su dinero puede verse despojada de su dignidad, de su salud, de su voluntad, etcétera.
Pero hay un par de cosas que en este caso concreto me preocupan: Aunque me atrevo a afirmar que el 98 por ciento de la gente se ríe de Mafe Walker y sus desvaríos “jalácticos”, hay un número de personas que se lo van a tomar en serio y, por reducido que sea, es preocupante. Si conoce algo sobre sectas, sabrá que la gente cuando está determinada a creer tonterías, se vuelve un peligro para sí misma y para los demás.
También me consterna que los medios de comunicación nacionales y locales le den espacio a este tipo de estupideces y las presenten como dignas de algún tipo crédito, como si merecieran ser tomadas en serio; siendo que en realidad un comunicador o una empresa responsable, lo que debería hacer sería confrontar a estos embaucadores, ponerlos en evidencia y someterlos al escarnio público sin ninguna clase de consideración ni piedad, ya que ellos no tienen objeciones morales a la hora de enredar a los de criterio débil en su madeja de fraude y mentira.
Como ya le dije, es toda una industria de “amables” estafadores, de ondas positivas, cósmicas y espirituales, ladrones que “vibran alto” y con los que no estamos siendo lo debidamente críticos ni la ley lo suficientemente severos.
Lo cierto es que mientras siga prosperando el pseudoconocimiento, nos veremos condicionados a las creencias más absurdas y a merced de cualquiera que se nos presente con credenciales de iluminado, tomando en consecuencia las peores decisiones para nuestras vidas.
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