Votar en Coahuila: opciones limitadas y francamente malas
El próximo 2 de junio debemos acudir a las urnas a cumplir esa mínima obligación ciudadana: votar. Es uno de muchos elementos que deben conformar y fortalecer a nuestra muy limitada democracia. Democracia a la mexicana que, a pesar de todas sus limitaciones y defectos, es mucho menos peor que lo que teníamos antes: el autoritarismo priista en cualquier etapa.
Me corresponde votar en Coahuila, donde la mayoría de las opciones son limitadas o francamente malas. Es lo que hay. A pesar de sus defectos debemos reconocer la iniciativa de los candidatos. Subir a la palestra tiene su mérito, aunque no tanto para quienes están en la plaza pública por y para su beneficio y sin mayor idea de lo que interesa a los electores, lo que buscan y quieren.
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Me tocará votar en Piedras Negras, donde está radicada mi credencial de elector desde 1996, año en el que cumplí dieciocho años. Las elecciones presidenciales, para mí, han variado geográficamente. En 2000 fue mi primera elección federal, histórica sin duda. Voté por Vicente Fox en una casilla especial para foráneos en el Centro Médico Nacional 20 de noviembre del ISSSTE en la Ciudad de México. En aquella ocasión me correspondió estar en la sede nacional del PAN; fue, sin duda, una gran experiencia.
Seis años más tarde voté por Felipe Calderón en otra elección histórica. Voté en una casilla especial para foráneos en las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a un costado de la Feria de Chapultepec, justo en frente de lo que era la Residencia Oficial de Los Pinos, donde estaba trabajando aquel 2 de julio de 2006.
En 2012 voté en Piedras Negras por Josefina Vázquez Mota, en mi casilla de toda la vida y en 2018 voté en Saltillo, de nuevo en una casilla especial, aquel día acompañaba a Armando Guadiana que era candidato a senador. Sin lugar a duda puedo decir que la emoción de 2000 y 2006 fue abismalmente superior a las de 2012 y 2018.
El próximo 2 de junio votaré en Piedras Negras, será mi quinta elección presidencial. Todo indica que apostaré por un voto cruzado, razonado. No hay más que eso. Los partidos han dejado de ser opción, ni uno solo se salva de la corrupción. Todos están metidos en un proceso pantanoso entre un sistema político autoritario que desde el año 2000 se resiste a morir, con éxito, y una democracia que simplemente no consigue despegar. Tan pobre ha sido su desempeño que la amenaza de la regresión autoritaria es real, en caso de que no estemos ya en ella.
¿Por quién votar? Tenemos elecciones para presidente de la República, senadores, diputados federales, y de presidentes municipales en el ámbito local. En el frente local tuve que descartar al PAN, que en Coahuila pasa por su peor momento, y está al borde de la extinción. Por más nobles que sean los esfuerzos de algunos, sus liderazgos estatales acabaron con el Partido.
No gasto tiempo, tinta, ni espacio en Movimiento Ciudadano. Por el PRI no me es posible votar, va contra mi esencia como persona. El caso concreto de Piedras Negras es patético, una pachanga de señoras que juegan a las obras de beneficencia y en lo trascendental delegan sus obligaciones constitucionales en el Big Brother que ocupa el Palacio Rosa de Saltillo.
Frente a ese panorama he decidido apoyar a Jacobo Rodríguez, candidato de Morena y PT. Es joven, empresario y valiente frente al autoritarismo priista de Coahuila. Ha demostrado con creces su capacidad y su compromiso con las necesidades de los más vulnerables, con recursos propios y con su propia fundación. No me gustan las siglas que lo postulan, pero me convence su perfil, su persona, su propuesta, su apuesta y libertad frente al régimen autoritario local.
En el frente federal mi voto será por Xóchitl Gálvez. No por los partidos que la postulan, ni mucho menos por los tres chiflados que los comandan, de plano están para llorar. Mi voto es por la esperanza democrática. Prefiero la esperanza, aunque con muchas complejidades, que el modelo autoritario, insensible, negacionista de las grandes tragedias nacionales que nos vende Morena. Xóchitl es independiente, no le será fácil gobernar, pero prefiero esas dificultades a la soberbia militarista, populista y oligárquica del gobierno actual.
En el frente legislativo estoy absolutamente perdido, se aceptan sugerencias. Confieso que ando entre anular mi voto, votar por MC o tomarme unos tequilas antes y dejar que hable el inconsciente. Votar por Riquelme sería validar las fechorías que encubrió. Votar por Luis Fernando Salazar es avalar no sólo al autoritarismo que quiere revivir a nivel federal, sino a la corrupción que lo ha acompañado en toda su carrera política.
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Algo similar me sucede con las diputaciones federales. Brígido Moreno, actual diputado federal de mayoría por el primer distrito de Coahuila, es un buen hombre, confío en su honestidad, pero desconfío en el sistema de sumisión al Presidente, que priva en la Transformación de Cuarta, y que seguirá vivo en caso de que Claudia Sheinbaum gane la Presidencia.
Para acabarla de amolar, va mi predicción, no mi predilección. Muy probablemente termine ganando Claudia Sheinbaum. No tendrá mayoría legislativa, pero tendrá a un PRI, encabezado por Rubén Moreira, listo para negociar a un precio muy alto. MC ya le pertenece, mientras que los panistas terminarán arrinconados en el Congreso, aunque la esperanza azul está con Santiago Taboada en la Ciudad de México. En Piedras Negras veo una elección muy cerrada. Aunque ahí el PRI no ha ganado una sola elección presidencial desde 1994.