Cuidado con el nearshoring

Opinión
/ 1 mayo 2024

Los festejos y las campanas al vuelo están a todo lo que dan. Aquellos que pagaron o heredaron boleto VIP están en plena borrachera. Los políticos que parten y reparten el pastel celebran, un día sí y el otro también. El gobernador Manolo Jiménez anda ofreciendo Coahuila como si no existieran límites, ni humanos ni naturales, como si Coahuila y su gente pudieran aguantar todo y de todo. Como si la infraestructura disponible tuviera capacidad para atender las demandas que requerirá el tsunami de inversión que ya llegó y seguirá llegando. Incluso el Gobierno Federal se ha olvidado de sus banderas desarrollistas, dizque sociales, con tal de aprovechar el momento.

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Para este optimismo inmediatista, no queda espacio para las malas noticias. Nadie quiere escucharlas, para qué, por qué. Ni siquiera hay lugar para la cautela, para pensar y mirar más allá de las narices. Capitalismo salvaje en su máxima expresión. Salvaje porque antepone la ganancia inmediata de unos cuantos, a costillas de todos los demás, porque coloca a la persona al servicio de la economía, y no la economía al servicio de la persona. Porque privilegia el hoy sin importar los efectos que tendrá en el mañana.

Antes de que se me tilde de aguafiestas, rojillo y antiempresarial, reitero que soy un firme partidario de la libertad y de la libre empresa en particular. Es un hecho que el libre mercado ha sacado de la miseria a cientos de millones de seres humanos en el mundo. Creo que en la Historia de México y del mundo, abundan grandes ejemplos de hombres de empresa, dedicados a generar riqueza, con un fuerte compromiso social, con hipoteca social. Pero también creo que de esos ya no hay, o ya es muy difícil encontrarlos. En algún momento se abandonó esa formación social, sea en las universidades o sea en las familias. Igual de difícil es encontrar gobernantes que con firmeza procuren el bienestar general de la población, frente a un capital que intimida, presiona y corrompe conciencias y convicciones.

Los abusos de una economía de mercado sin límite son sumamente perniciosos, no solamente porque enriquecen sin medida a unos cuantos sin considerar a los demás. Prometen a todos las mieles de la bonanza y más temprano que tarde nos damos cuenta de que la derrama se detiene en un embudo que acaba totalmente tapado. No contentos con ello, gobierno y oligarquías dejan tras de sí tierra arrasada, ciudades contaminadas, desordenadas, saturadas de basura, sin servicios básicos y con una grave crisis de agua. Con una demanda a tope y con la disponibilidad de buenos servicios en caída libre. Prometen obras sociales, culturales, recreativas y ambientales que nunca se concretan y se pierden en el resumidero de la corrupción.

Nota aparte merece lo que considero de mayor gravedad, la estela de familias destruidas por un sistema económico que apuesta a la ganancia máxima por medio de una producción barata que, en los hechos, priva a los hijos de sus padres porque la empresa y el gobierno nunca pensaron en los trabajadores, en tanto, personas, en su dignidad, en su vida, en su familia y en su futuro.

Corresponde al estado, en su conjunto regular, la economía para que pueda acarrear beneficios a las sociedades. Regular no es obstaculizar, estorbar, controlar o hacer que el gobierno se dedique a ser empresario. Sobran muestras de que, en ello, los gobiernos son muy malos. Pero cuando abdica de su papel regulador, acaba siendo y produciendo un desastre completo. En el ámbito económico, el Estado existe para regular el tiempo, modo y lugar de la inversión, para proteger los derechos de los trabajadores y de sus familias, para cuidar el hábitat en que vivimos y queremos que vivan nuestros hijos.

El bien común de una sociedad sólo se entiende y se logra si se respeta la dignidad y la libertad de todas las personas que la habitan. Para lograr ese equilibrio se requiere solidaridad, rostro social del amor que sólo una autoridad legítima puede encabezar y encauzar. Pero ¡cuidado!, si los gobiernos andan más apurados en vendernos como si fuéramos baratija, para lucir resultados espectaculares de corto plazo y llenarse y llenarle los bolsillos a sus amigos que los llevaron al poder. Si en eso se agota la visión, habremos de pagar los platos rotos, hoy y en el futuro.

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El nearshoring o la relocalización de empresas es consecuencia de un conflicto entre Estados Unidos y China. De pronto, empresas chinas y estadounidenses que operaban en China, buscan espacios en países cercanos, gobernados por socios o amigos del gobierno estadounidense y de su enorme mercado. La oferta y la demanda hacen atractivos nuestros territorios. Es enorme la oferta de capital para invertirse en México, por eso mismo, es una gran oportunidad para tomar las cosas con calma, para plantear hojas de ruta y protección, para poner límites y cuidar nuestros territorios, el medio ambiente, el agua y, sobre todo, como consecuencia de todo lo anterior, cuidar de los seres humanos que aquí habitan. Seguir por la atropellada senda actual tendrá consecuencias desastrosas.

X: @chuyramirezr

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