40 años de arte abstracto, a través del pincel de Teresa Velázquez en un libro
La pintora presenta este libro, que reúne 4 décadas de trabajo y de historia del arte abstracto en México, publicado bajo el sello de la editorial Fauna
“Teresa Velázquez” es un libro de arte editado por Fauna que reúne 40 años de la trayectoria artística de la pintora abstracta mexicana, y a través de este recorrido ofrece un vistazo a la evolución de la escena de la abstracción en el país en las últimas décadas.
En entrevista con VANGUARDIA, la artista explicó que esta publicación, la cual está integrada por un catálogo de su obra, así como por textos de importantes historiadores y críticos de arte, le ha permitido sentir, sobre todo “mucha paz”.
Esto, explica, se debe a que gracias al libro ahora su trabajo está seguro y “gente que quiere ver la obra y que al igual que yo no hemos tenido acceso a poder revisarla en exposiciones, no ha estado abierta al público, pueda hacerlo. Entonces sí genera mucha calma, saber que por lo menos a través de esta vía los que la queremos consultar, analizar, revisar, podemos hacer eso”.
En específico los ensayos sobre la trayectoria de Velázquez están escritos por Luis-Martín Lozano, Marina Azahua, Carlos E. Palacios, más uno hecho por la propia artista, y que revisan y analizan su obra, pero además también la colocan en el contexto, por lo que fungen como ventanas a los periodos en que desarrolló su trabajo.
“Eso genera una panorámica para ver cuáles eran las condiciones y las políticas culturales y cuáles fueron los obstáculos, las cuestiones adversas y creo que de ahí, sobre todo los jóvenes pintores, pueden aprender y decir esto le salió bien, esto le salió mal, ¿qué podemos hacer nosotros para no repetir los mismo errores? Y también las instituciones ¿qué instancias ayudar a que estos pintores pudieran hacer eso y cuándo se empezó a desmantelar la plataforma cultural de tal manera que ya no pudieron por lo menos exponer la obra?”, comentó.
Aunado esto, para la pintora ha sido nutritivo el ejercicio de retrospectiva, y considera que esto le da continuidad al proceso creativo, que para ella no se detiene cuando la pieza de arte está acabada.
“Yo a veces decía que el proceso creativo no termina cuando uno acaba de pintar un cuadro en su taller, solo y de manera individual. Yo creo, por ejemplo la exposición, todo este proceso de revisión, de curaduría, de análisis, de museografía, forma parte del mismo proceso creativo y sobre todo la crítica, que puede llegar por parte de historiadores, de los mismos críticos y del público en general es parte también del proceso creativo. Se suma a que nosotros podamos dialogar y ver otras visiones y sumar puntos de vista respecto a los planteamientos que se hacen a través de la pintura”, compartió.
Asimismo, le permitió recordar la situaciones que ha vivido la comunidad artística en otras épocas, los cambios que ha habido en las instituciones y las políticas culturales y este libro, reitera, sirve para ver qué se puede rescatar, o aprender del pasado.
“Yo creo que era bastante buena”, recuerda sobre la escena artística de los 90’s, “teníamos los resquicios de una buena plataforma cultural y de unas buenas políticas culturales. Entonces teníamos, por ejemplo, certámenes, encuentros de pintura importantes. Estaba el Encuentro Nacional de Arte Joven, que se veia en el Museo Carrillo Gil, que era un punto de encuentro fundamental; la directora era Sylvia Pandolfi, y había mantenido ese museo como la casa de todos los que querían formarse como artista. Tenía cine, tenía exposiciones, tenía conferencias, era un lugar muy activo, vivo, económicamente era accesible; creo que entrabas gratis o pagabas una cosa simbólica, pero había ciclos de cine estupendos, de arte, había Bergman, Kurosawa. Por otro lado yo tenía la fortuna, al menos, quizá en ese sentido sí era privilegiada, tenía al Museo de Antropología, al Museo de Arte Moderno a pie, a unas cuadras, paseando por el bosque, entonces ahí te podías armar sin ningún problema”.
“El Museo de Antropología era obligado paseo de fin de semana, y el de Arte Moderno también, ibas despistado caminando por ahí y estaba dando una plática Gunter Gerzo, con una magnífica exposición, entonces como parte del paseo, caminando, entrabas y lo escuchabas. El arte era más accesible, incluso económicamente, había posibilidades para entrar, para toda la gente, y yo supongo que el domingo gran parte del público del Museo de Arte Moderno era gente que entraba al baño y entrando al baño veía los Caballoes de Venecia de Gamboa, por ejemplo. Entonces la cultura estaba ahí”, continuó.
También recordó cómo los maestros de La Ruptura forjaron a su generación, e incluso mencionó la colección de arte abstracto Rufino Tamayo, con obras de artistas como Rothko o Reinhardt, que , denunció, fue privatizada y aunque ella y otros colegas hicieron presión para que el Museo Tamayo la sacara de sus bodegas, solo una parte de esta regresó al público.
“Pero ojalá y la volvieran a sacar toda”, expresó, “porque sí, para los que quieran ver qué está pasando con la pintura abstracta ahí está nuestra única colección internacional”.
Aunado a todo lo anterior el libro muestra las variaciones y la evolución de su trabajo como artista, de lo que ella destaca presencia de las herramientas digitales a partir de los 90’s, que marcaron su obra y se integraron a esta como una herramienta más.
Por último, compartió que para ella, en la creación artística, “lo prioritario es la necesidad de hacer [la obra]. Si uno realmente no necesita hacer una obra, mejor no hacerla. Creo que la necesidad de la experiencia estética del proceso creativo es lo prioritario. Uno tiene necesidad de decir lo que quiere expresar así, a través de la pintura, o la escritura, o la danza, o la literatura. Pero tiene que haber primero una decisiva voluntad de hacerlo. Si no mejor disfrutar otras cosas, hacer otras cosas”.
Publicado por Fauna Editorial, el libro de arte “Teresa Velázquez ”se puede encontrar en librerías como Gandhi, El Sótano, El Péndulo, pero también en librerías independientes y la librería del Museo Tamayo.