Arody García, guitarrista de Coahuila, es nuevo concertista de Bellas Artes
El nombramiento de Arody García como concertista de Guitarra Clásica del INBA es una historia de decisión temprana, disciplina, constancia y el apoyo de familia y maestros que lo han acompañado en su camino.
El Palacio de Bellas Artes impone silencio incluso antes de que suene la primera nota. Afuera, la Ciudad de México se mueve con prisa; adentro, el tiempo parece suspenderse. Arody García se sienta solo, guitarra en mano. Una mampara le separa del jurado. No ve a nadie. No escucha nada más que su respiración y el roce de los dedos sobre las cuerdas.
Ese momento condensa una vida entera.
El reciente nombramiento de Arody García como concertista de Guitarra Clásica del Instituto Nacional de Bellas Artes es una noticia poco frecuente. En México existen apenas tres plazas de este tipo para guitarristas.
La historia de Arody comienza lejos de los grandes recintos. Lerdo, Durango. Tenía 12 años cuando asistió a un concierto de guitarra clásica del maestro Marco Aurelio Gutiérrez Mares. Escuchó a Bach, a Villa-Lobos, a Leo Brouwer. Algo se acomodó para siempre. “Yo quiero hacer esto toda mi vida”, le dijo a su madre. No fue una fantasía: fue una decisión.
Lo que siguió fue el trayecto que muchos artistas conocen bien: viajes diarios entre Lerdo, Gómez Palacio y Torreón; comer en el coche; cambiarse rápido; llegar a clases. La música como centro absoluto de la vida.
En ese camino lo acompañaron sus maestros: Marco Aurelio Gutiérrez Mares, Natalia Riazanova, Martín Madrigal y, más adelante, Giampaolo Bandini en Italia. Cada uno dejó una huella distinta en su formación, pero en el proceso rumbo a la Sala Ponce, el acompañamiento de Martín Madrigal fue especialmente cercano. Escuchó parte del repertorio, le dio consejos precisos de técnica, de música, de interpretación. Se vieron en su casa para trabajar con partitura y guitarra, desmenuzando cada decisión, afinando ideas, buscando claridad. Cuando Arody se sentó solo en la Sala Ponce, separado del jurado por una mampara, no llegó únicamente con su instrumento: llegó con ese trabajo previo, con esa escucha compartida. Y al final, eso sumó.
A los 37 años, Arody suma 25 años de carrera. Una cifra que no habla de fama, sino de resistencia.
La audición para Bellas Artes fue extenuante. Meses de preparación, jornadas de hasta ocho horas diarias de estudio, un antebrazo lastimado. Aún cuando no estaba tocando la guitarra, su mente mantenía una constante entrega al reto, descifrando cómo mejorar su interpretación, cómo resolver una nota, aún en la vida cotidiana. La primera ronda fue anónima; la segunda, un concierto completo. Arody eligió tocar sin pensar en el juicio, confiar en el cuerpo entrenado y dejar que la música hablara.
El ingreso de Arody García al grupo de concertistas del INBA no cierra una historia; la transforma. En un país donde vivir del arte suele ser una excepción, su nombramiento abre una grieta de posibilidad: la idea de que el talento, cuando encuentra respaldo institucional, familiar y de educación temprana, puede convertirse en un lugar habitable.
¿Qué significa ser concertista del INBA?
- Ser concertista del Instituto Nacional de Bellas Artes implica formar parte de un grupo artístico de alto nivel que representa oficialmente al Estado mexicano.
- Los concertistas reciben una plaza institucional, participan en programaciones nacionales e internacionales, realizan conciertos, actividades de formación y difusión cultural.
- En el caso de la guitarra clásica, existen solo tres plazas activas en todo el país, lo que convierte este nombramiento en uno de los más competitivos y excepcionales dentro del ámbito musical mexicano.