Emireth Herrera Valdés, curadora de Saltillo, abre diálogos sobre el trabajo migrante con exposiciones de arte en Nueva York

El proyecto curatorial y de investigación que la saltillense ha desarrollado desde 2020 ha generado interacciones entre artistas, público y migrantes sobre la realidad laboral en los Estados Unidos

Artes
/ 7 enero 2025
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“Invisible hands” (“Manos invisibles”, en inglés) es el nombre de la exposición en la que la curadora Emireth Herrera Valdés reunió a varios creadores y creadoras que desde su arte exponen la realidad laboral de los migrantes indocumentados en los Estados Unidos: largas jornadas no remuneradas, abusos y maltratos y desgaste físico y emocional al que se tienen que enfrentar para sobrevivir y enviar recursos a sus familias.

La también investigadora de arte saltillense compartió con VANGUARDIA el trabajo que ha realizado en años recientes alrededor de estos temas, del cual han surgido varios proyectos como este y que continúa hacia el futuro por una línea similar.

“Desde el 2020 me empecé a interesar mucho por la migración, cómo llegan y buscan formas de sobrevivir y mandar las remesas a su país de origen. Comencé a tomar cursos sobre migración y me di cuenta que no solo hay migrantes latinoamericanos, sino gente de todo el mundo que está en estos trabajos sin papeles”, explicó la curadora en entrevista.

Algunas de las situaciones que se encontró fue cómo las niñeras reciben un salario por 8 horas de trabajo aunque muchas incluso viven en los hogares que atienden, en trabajos de 24/7; o los problemas de riñón por deshidratación a los que se enfrentan muchos trabajadores del campo. Todo esto a pesar de que “el país no sobreviviría sin estos trabajadores”, asegura.

En Nueva York sí hay derecho a la salud pero muchos migrantes no lo saben”, mencionó, “mi propuesta fue un proyecto que iluminara este tipo de trabajos de migrantes, no reconocidos, enfocados en el servicio doméstico, hablando de la justicia social y cómo aunque son vulnerables son capaces de hacer comunidad y luchar por sus derechos”.

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Entre las y los artistas que participaron en esa exposición en la galería 601ArtSpace están Margarita Cabrera, Brendan Fernandes, Jay Lynn Gomez, Zac Harmon, Jamie Martinez, Patrick Martinez y Dulce Pinzon, algunos hijos de migrantes o migrantes también, que han visto a sus padres vivir estas condiciones o padecerlas en carne propia.

También realizó una exposición en la Universidad de Penn State, donde hablaron desde el arte sobre la construcción, cocina, el trabajo doméstico, la agricultura, con el objetivo de llevar el tema a los estudiantes, muchos de ellos hijos o nietos de migrantes.

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“Son segunda o tercera generación y sus abuelos o sus padres hicieron muchos de estos trabajos informales”, comentó, “se acercaron muchos alumnos a platicar sobre sus papás, sus abuelos, y para ellos fue muy gratificante verlo y tomar conciencia de lo que pasó pero también pensar en su futuro”.

Otros de los vínculos que ha logrado fue con el Semillas Colective, integrado por mujeres mexicanas con sede en Nueva York que busca generar conciencia sobre las crisis humanitarias en nuestro país por medio del arte y otras actividades.

$!Una de las obras más comentadas consta de entrevistas a niñeras y sus experiencias laborales con familias de Estados Unidos.

“Varios miembros de ese colectivo fueron a la exposición y me dijeron que estaban muy contentas de que se abordara ese tema porque es algo que vivían, además dijeron que era importante que se hablara no solo de lo exhaustos que son estos trabajos sino del maltrato que sufren como mujeres”, recordó.

Estas exposiciones también han arrojado reflexiones como la forma en que estas malas condiciones laborales afectan no solo a migrantes ilegales, sino también a ciudadanos estadounidenses, e incluso cómo las vivencias migrantes pueden ir más allá de una cuestión racial.

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“¿Hay una distinción racial? Si, pero la angustia, los sentimientos y emociones no distinguen razas, lo cual es super interesante. El estrés de ‘me van a cachar’, aunque sea rusa, ucraniana, persona blanca, y me pueden cachar y me deportan, esa angustia no conoce nacionalidad”, concluyó.

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