Este domingo culminó la temporada de estreno de la obra “Que Dios reparta suerte”, en la que su autora, Camila Villegas, parte del ámbito de la tauromaquia para establecer temas sobre feminismo y roles de género.
Sin embargo, la puesta en escena a cargo de Mabel Garza Blackaller y la compañía Luz del Norte Teatro interviene la ficción con una investigación documental: la historia de la novillera coahuilense Laura Canizales “La Faraona” entretejida para asentar las preguntas y reflexiones que plantea.
Este tipo de ejercicios, sin embargo, no son comunes, primero porque fue coincidencia el encuentro con la vida de Canizales –la cual, por su parte, está llena de paralelismos con Elsa Sánchez, protagonista del texto de Villegas–, y segundo porque no cualquier dramaturgo permite que se le “meta mano” a su trabajo.
“En mi caso lo que me impulsa a escribir teatro y no novela o cuento es que termina siendo una creación colectiva, en ese sentido estoy abierta a este tipo de propuestas, además de que, de alguna manera, siento que se replica la forma en que escribí la novela, es la misma forma en que se está montando”, explicó la dramaturga en entrevista con VANGUARDIA
Para la creación de “Que Dios reparta suerte”, la escritora se basó en la historia personal de dos toreras, Hilda Tenorio y Mari Paz Vega, por lo que la ficción ya tiene en sí sus cimientos en la experiencia de mujeres en la tauromaquia, pero el cruce documental que planteó Garza Blackaller regresa la situación a la realidad y, sobre todo, la solidifica para el público coahuilense.
TE PUEDE INTERESAR: Conforman primera red nacional de apoyo a familias de periodistas asesinados o desaparecidos
“Quería hablar de las aspiraciones de la mujer en un mundo machista, porque el mundo del toreo es machista a más no poder. Se trataba de llevarlo al extremo, una mujer, un conflicto físico, y meterla en un mundo machista”, explicó.
Por otro lado, inspirada por el hermano de Mari Paz, quien la entrena y a pesar que ambos querían ser toreros ella fue quien tenía “el arte” y las posibilidades de lograrlo, desarrolló el personaje de Tomás, pareja de Elsa y quien también reconoce su talento y opta por tomar un rol de soporte en vez de seguir persiguiendo la luminaria, sin ceder a la presión social de un mundo que lo desdeña por esa decisión.
“Me interesaba cuidar este aspecto, que los personajes fueran feministas sin importar su género, sin importar si era mujer o si era hombre y a través de la historia de Mari Paz, que tiene a este hermano que la apoya y que no ocupa el centro de atención creo a Tomás”, señaló la autora, “es una historia de amor de personajes que trastocan los roles de género y que se enfrentan ambos a este conflicto de la paternidad-maternidad en la profesión”.
DRAMATURGIA DE OTRAS MIRADAS
De Villegas también hemos visto en Saltillo el montaje de “Jacinto y Nicolasa”, su segunda obra dramática, que se presentó en varias ocasiones bajo la dirección de Gabriel Neaves entre 2016 y 2018 y entrelaza dos monólogos en los que se refleja la cosmovisión rarámuri, así como su marginación.
La autora relaciona este y el resto de su obra argumentando que “escribo de lo que me conmueve y lo que me mueve”, pero sobre todo hace énfasis en los personajes e historias que permiten mostrar miradas diferentes del mundo.
“Ricardo Chávez Castañeda, cuentista, novelista, hace muchísimos años, en un taller con él, dijo que escribimos para rodear nuestro silencio porque no podemos nombrarlo y creo que esa es mi experiencia con la escritura. Escribo de lo que no tengo respuesta, entonces necesito contarme una historia para ver si logro responder esas dudas existenciales que me asaltan”, compartió.
“Creo que tanto en ‘Jacinto y Nicolasa’ como en ‘Que Dios reparta suerte’ tenemos a un hombre y una mujer que habitan el mundo de manera diferente. Para mí creo que es importante poner en escena otras formas posibles de ser en este mundo”, agregó.
Esto, además, encuentra resonancia en su otra faceta como autora de textos para jóvenes audiencias, teatro para niños, sobre el cual impartió el taller “Teatro hecho por niñxs para niñxs” en el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo a principios de mayo.
“A mí me interesan estos personajes que están en la periferia y los niños también habitan la periferia. Son estos sectores excluidos de nuestra sociedad y en ese sentido para mí, escribir para jóvenes audiencias, tiene ese doble atractivo, porque no solamente abordo personajes que normalmente no forman parte del foco donde estamos poniendo la atención”, declaró.
Sobre este tipo de teatro aseguró que es un espacio donde se puede permitir un mayor juego, además de que exige una mayor complejidad, pues “los niños no van solos al teatro” y las obras deben tener al menos dos niveles de lectura, uno para los más pequeños y otro para sus padres.
TE PUEDE INTERESAR: Inicia con el arte de Daniela Elidett el ‘Tercer Festival Multidisciplinario Morras’
“Justo empiezo a escribir teatro para niños cuando nacen mis hijos y me doy cuenta de esa otra mirada diferente. Jacinto, Nicolasa, Tomás, Elsa, miran el mundo desde una perspectiva distinta y yo viví esa mirada extrañada que tenían mis hijos del mundo, me permitían observar cosas o entender cosas desde otro lugar que antes me parecía imposible verlas”, concluyó.