Goya dibuja Coahuila
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La actual exposición en el MAG de la serie gráfica “Los caprichos”, de Francisco de Goya y Lucientes, es probablemente uno de los más altos momentos en la historia de las exposiciones de artes visuales en nuestra ciudad y una de las más relevantes en la presente década.
Ya nadie lo recuerda, pero hubo quien estuvo ahí y décadas después siguió tan maravillado como para contármelo: hubo una vez que la obra pictórica de Joan Miró se exhibió en el vestíbulo del Teatro Fernando Soler. O aquel invierno crudísimo, a principios de los ochenta, que en medio de una terrible helada, el nobel alemán Günter Grass –ante un reducido público- impartió una conferencia sobre literatura alemana en el Recinto de Juárez. Quizá dentro de algunas décadas algún muchacho maravillado del presente se exprese en el futuro de la muestra que hoy nos ocupa: “Una vez en Saltillo, frente al Museo Taurino, se expusieron los ochenta grabados de la serie “Los caprichos”, de Goya”.
La presencia de su obra por primera vez en nuestra ciudad es importante, porque el pintor y cortesano español no es sólo un interés para el arte de su patria, sino un creador y un referente para los estudiosos del arte universal de todos los tiempos. Un ejemplo, el especialista Robert Hughes consigna cómo su atrevido retrato de “La maja desnuda” (circa 1800), es probablemente la primerísima aparición del vello púbico en la historia de todo el arte pictórico occidental –Sí, muchísimo más temprano y transgresor que Courbet (1866) o Schiele (1890).
Porque el genio español no sólo fue un pintor audaz, multifacético y prolífico, sino también, tenaz y longevo: ya cerca de los ochenta años escribió a una de sus amistades: “Ya no tengo vista, ni mano, ni pluma, ni tintero. Me falta todo: lo único que me queda es la voluntad”.
Anticipación y actualidad
El escritor francés André Malraux escribió que aquel que no conociera la desesperación, el dolor o el miedo sería incapaz de entender a fondo la obra del español, sobre todo en su etapa final, doblemente herido por una sordera en 1792 y la indecible violencia de la conquista napoleónica de España, en 1808.
El también oficioso pintor de la corte dedicó los últimos años de su vida a incursionar en las profundidades del subconsciente, tanto en sus famosas “pinturas negras”, o estos “caprichos”, a los que primero había bautizado como “sueños”, anticipándose en muchos sentidos –en su propósito y resultados- a los hallazgos, más de un siglo después, publicitados por el surrealismo.
No es un secreto que su formación artística, dedicada al copismo durante años lo fue formando en una depuración técnica del grabado en blanco y negro, al cual incorporó como ingrediente personal el nuevo recurso del aguatinta, introduciendo con ello el uso de los medios tonos de gris.
El sueño de la razón
Finalmente, la riqueza de Goya está en su obra como amplio campo de interpretación. Más allá de ser leída como una feroz crítica a las costumbres, usos y jerarquías de su tiempo, persiste el enigma en la famosa frase del más inmortal de sus grabados… ¿Qué nos quiso decir en la advertencia de que “El sueño de la razón produce monstruos”? ¿Era Goya un racionalista ilustrado que decía defender la razón occidental contra el mito y la superstición? Es decir, que ante la confianza de la razón científica, cuando esta apartaba su mirada de la realidad, aparecía el monstruoso caos.
¿O al revés? Irónico y desconfiado ante el culto acrítico a la razón, el amante de la Duquesa de Alba hacía una declaración absoluta: ¿Él era un buceador de los rincones más ocultos de la mente, un navegador del delirio, que prefería los territorios flexibles del sueño a la dura teoría, que en pos de su dominio cuadriculado de la realidad, producía monstruos? Así, desde una lectura historicista, las ideologías derivadas de la razón (el nazismo, el comunismo estalinista) serían una anticipación de esta profunda desconfianza del arte ante la primacía de la mente. Entonces ¿Despertar o no hacia ella?
Un enésimo valor: (como el Gericault de “La balsa de La Medusa) Goya, desde “Los desastres de la guerra”(1863), se convierte en uno de los primeros artistas visuales-periodistas: sus beatas de aquelarre y sus soberbios burros, sus sacerdotes enviciados y sus estúpidos cortesanos no son más que sujetos de un caricaturesco reportaje militante, que buscaba más que nada señalar las prácticas de una sociedad estancada y decadente. Porque todo en su tratamiento es deformación y desmesura: muecas informes donde el ser es cuasi espectro, bestias humanizadas y humanos animalizados, incompletos y risibles. Porque los cuatro grupos temáticos mediante los que articula su serie implican críticas a cuatro tabúes: el engaño, el malentendido y las tribulaciones de las relaciones entre hombre y mujer; la mala educación como fundamento y consolidación de la ignorancia y una crítica a la Ilustración (la serie de los burros); las falsas creencias y supersticiones, el primitivismo (la serie de las brujas) y su permanente influencia en las vidas rudimentarias de ahora y entonces; y finalmente, su valiente crítica a la Iglesia católica, encriptada en escenas de pereza, lujuria, vanidad, avaricia e hipocresía. Así, Goya dibujó la agonía del mundo.
Malraux dijo que, al contrario del Bosco, quien llevaba humanos a su infierno, éste “trajo seres infernales al mundo humano”, revelando su genio “desde el momento en que tuvo el coraje de dejar de intentar la lisonja”.
Entonces ¿Quiénes serían hoy en Coahuila los artistas equivalentes o siquiera aspirantes a un genio y a una intención como las de Goya? ¿Cuáles son los campos temáticos de los jóvenes artistas emergentes?
¿Qué artista va a referir la crisis de seguridad o la tragedia histórica de los mineros, la crisis ambiental y del agua, los miles de asesinados y desaparecidos, las modernas formas de lisonja y dinámicas cortesanas? Por que “Los caprichos” de Goya contaron un mundo en crisis. Y si el mundo actual -el país, el estado, la ciudad- son un universo en crisis. ¿Quién y cómo, con qué recursos sensibles e intelectuales –técnicos- será capaz de referirla desde el arte? ¿Cómo será percibido este arte coahuilense dentro de dos siglos? ¿Será tan perdurable su aporte?
alejandroperezcervantes@hotmail.com
Twitter: @perezcervantes7