Kropotkin y la lucha por la existencia
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Darwin aclaró que para la evolución de las especies influían otros factores como la ayuda entre los miembros de un grupo
Durante esta pandemia (y desde antes) he escuchado argumentos como los siguientes: “sobrevivirán los más fuertes”, “hay que adaptarse a la nueva normalidad”, “la vida es una lucha por la existencia donde se debe competir con los demás para triunfar”. Después viene el remate: “lo dijo Charles Darwin en su teoría de la selección natural”. La obra del científico inglés, desde su aparición, ha sido utilizada para justificar la explotación laboral y la crueldad hacia los otros a favor del beneficio individual, como si fueran elementos naturales imposibles de alterar. En realidad, Darwin no propuso sus ideas de esta manera y desde un principio aclaró que para la evolución de las especies influían otros factores como la ayuda entre los miembros de un grupo. Pero muchos de sus seguidores tergiversaron sus palabras y retomaron el término “lucha por la existencia” como la carnicería de “todos contra todos”. El biólogo Thomas Henry Huxley publicó en 1888 un ensayo titulado “The struggle for existence in human society” donde popularizó esta interpretación, pero fue refutado por otra de las grandes mentes de la época: Piotr Kropotkin.
El naturalista ruso realizó importantes aportaciones a la geografía y la biología. De joven viajó a Siberia para observar la vida de los animales en climas extremos y a partir de esa experiencia nació su teoría del “Apoyo Mutuo”. Inspirado por Charles Darwin, reflexionó sobre las propuestas de “El origen de las especies”, donde pudo comprobar los argumentos más sólidos del libro. Cuando apareció el artículo de Huxley en la revista “Nineteenth Century”, Kropotkin pidió al editor que publicara su respuesta. Así surgió el primero de varios ensayos sobre el tema.
En este texto, titulado “El apoyo mutuo entre los animales” (a petición del editor escribió después “La ayuda mutua entre los hombres primitivos”), aclara sobre Darwin: “En su obra posterior, ‘Origen del hombre’, hasta escribió varias páginas bellas y vigorosas para explicar el verdadero y amplio sentido de esta lucha. Mostró cómo, en innumerables sociedades animales, la lucha por la existencia entre los individuos desaparece completamente, y cómo, en lugar de la lucha, aparece la cooperación que conduce al desarrollo de las facultades intelectuales y de las cualidades morales, y que asegura a tal especie las mejores oportunidades de vivir y propasarse. Señaló que, de tal modo, en estos casos, no se muestran de ninguna manera ‘más aptos’ aquéllos que son físicamente más fuertes o más astutos, o más hábiles, sino aquéllos que mejor saben unirse y apoyarse los unos a los otros —tanto los fuertes como los débiles— para el bienestar de toda su comunidad”.
Otros pensadores de la época llegaron a conclusiones similares a las de Kropotkin, pero romantizaron la idea asegurando que en el reino animal existían la empatía y el amor. Para el ruso, esto no era posible. Lo que sucedía entre las especies era un sentido de sociabilidad. En situaciones muy concretas sí surge “la lucha por la existencia”, como Darwin apunta en el capítulo tercero de “El origen de las especies”. Un animal peleará con sus iguales cuando se trate de defender a sus crías (preservar la descendencia) o la supervivencia por el hambre extrema. Pero la evolución, tanto para Darwin como para Kropotkin, no podía sostenerse en la batalla constante contra los iguales. Al observar la organización tanto de mamíferos como de insectos, los científicos comprendieron que el apoyo mutuo también estaba en la naturaleza. Los primeros humanos sobrevivieron a las glaciaciones y a los depredadores porque se unieron entre ellos. Años más tarde, Kropotkin fue perseguido por sus ideas anarquistas y tuvo una vida azarosa, aunque prolífica. Sus estudios lo inspiraron a pensar en otros mundos posibles, donde nadie tuviera que enfermarse por el exceso de trabajo, ni ser esclavo por su derecho al pan.