‘La realidad es multilingüe’: Yásnaya Aguilar

Artes
/ 11 enero 2022

En entrevista, la lingüista reflexiona sobre la carga política que tiene el idioma y el nivel de violencia que se aplica a las lenguas indígenas

Yásnaya Aguilar es originaria de Ayutla Mixe, Oaxaca, un municipio en el que cerca de cinco mil personas hablan ayuujk (mixe), aunque en la región hay unos 130 mil hablantes de la lengua. La lingüista considera que el uso del idioma es un asunto político, por eso no es de extrañar que su defensa esté relacionada con otras luchas, como las del territorio, la educación propia y la autonomía.

Y sobre estos temas reflexiona en el libro “Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística” (Almadía, 2020), que reúne una serie de ensayos y artículos que la investigadora y activista escribió para la revista Este País, así como algunos de sus tuits y publicaciones de Facebook. Un volumen que vio la luz gracias a la recopilación de Ana Aguilar Guevara, Julia Bravo Varela, Gustavo Ogarrio Badillo y Valentina Quaresma.

Toni Morrison dijo alguna vez que para ella era difícil pensar que escribía con la lengua de quienes habían esclavizado a sus ancestros. ¿Consideras que hay un tema de poder y conquista en el uso del idioma?

“Atrás de esa idea de que México es un país lingüísticamente homogéneo con una lengua nacional hay mucha violencia. Si consideramos que para 1820 el 70 por ciento de la población hablaba una lengua indígena y ahora somos el 6.1 por ciento, ese hecho significa que hubo mucha violencia hacia generaciones anteriores, lo que provocó que se truncara la transmisión de la lengua. La mayoría de las veces no pensamos en esa serie de violencias que hicieron posible que sólo hablemos español”.

En uno de los textos del libro señalas que cuando llegaste a la CDMX te sorprendió que el bilingüismo estuviera bien visto, pero luego te percataste que esa práctica no incluía a las lenguas indígenas.

“El bilingüismo o el multilingüismo cognitivamente es muy deseado. Hablar muchas lenguas tiene consecuencias culturales, pero también cognitivas muy interesantes, y en realidad es lo natural en la humanidad. Sin embargo, te das cuenta de que el francés y español son lenguas muy relacionadas, vienen del latín, tienen sujeto, verbo y objeto, mientras que en un bilingüismo español-mije es más grande el salto porque son familias muy diferentes entre sí. Es un asunto político, porque lo primero es muy valorado y lo segundo no, aunque cognitivamente sea más radical ser bilingüe entre lenguas de familias distintas”.

¿Crees que la riqueza de una lengua, y su necesidad de preservarla, tiene que ver con la cultura y las condiciones de vida de sus hablantes?

“Sí. Por ejemplo, todo el léxico que tiene que ver con el pastoreo y las ovejas está muy seccionado porque los pueblos indoeuropeos eran pastores, esa especificidad se halla en la lengua. Mientras que en las lenguas mesoamericanas hay una especificidad que tiene que ver con la milpa, cada parte de ella y sus procesos tienen nombres distintos, esa supletividad léxica da cuenta de la relación con el ambiente”.

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En otro de tus ensayos señalas que hay ocasiones en que sueñas en mixe. ¿De qué tratan esos sueños?

“Es complejo. Depende mucho de los temas y las situaciones si las voy a soñar en cierta lengua. En cuanto a la escritura, una buena parte de lo que escribo está en español, pero trato de escribir más en mixe que en español. Claro, eso no se verá mucho, no se publicará, pero sí quiero como posicionamiento político escribir más en mi lengua que en español. Elegir interlocución también es un acto político: a quién le estoy hablando y a quién le estoy dedicando mi tiempo”.

En el libro también hablas sobre el problema de la reducción de la transmisión de la lengua.

“Sucede cada vez más, pero es una presión racista. Hay una gran violación de los derechos lingüísticos. Se han impuesto castigos físicos, psicológicos, desprecio, que hacen que se abandone la transmisión”.

¿Cómo vives esa situación en la cotidianidad?, ¿cómo transmites el mixe?

“Yo no tengo hijos ni hijas, pero me gustaría criar, mediante adopción, por ejemplo. La crianza me parece un acto muy importante y revolucionario y obviamente una decisión básica sería enseñar el mixe, no podría ser congruente si no lo hago”.

¿Cómo se ha visibilizado tu trabajo en redes sociales?, ¿crees que hay una mayor discusión sobre las lenguas indígenas gracias a estas plataformas?

“Yo vivo en Ayutla, en la sierra, así que mi vida cotidiana es muy distinta a las realidades que hay en las redes sociales. Para mí Twitter o las redes sociales son ventanas por las que veo el mundo mestizo, son mis ventanas al español. Es muy visible eso, aunque hago muchas otras cosas que no son visibles y está bien. Para mí ha sido un espacio para generar interlocuciones que de otra manera no hubiera podido hacer. A veces es intenso, ahorita no estoy en Twitter, pero me gusta”.

Me parece que, con la reunión de tus artículos en un libro, hay una nueva resignificación de los textos.

“Estoy muy agradecida con quienes hicieron la selección. Yo escribí esos textos, pero quienes me los entregaron en forma de libro, ya con una curaduría, con haberlos elegido, fueron Ana Aguilar, Gustavo Ogarrio, Valentina Quaresma y Julia Bravo. Fue un trabajo extraordinario, tomaron decisiones que tal vez yo no hubiera tomado, pero que fueron muy interesantes. Si yo hubiera compilado no hubiera puesto la carta de las lenguas a los Reyes Magos, pero ha tenido una gran recepción y me ha impresionado que mucha gente la menciona. Yo agradezco esa posibilidad.

“Hace tiempo había decidido ya no hablar de estos temas, me sentía cansada, que no tenía ninguna consecuencia, que lo más importante era irme a mi comunidad, trabajar con ella, dar cursos ahí, y que en realidad a la sociedad mexicana esto no le importaba. Cuando salió el libro volví a confiar en que sí le interesa a la gente y me devolvió el entusiasmo por hacerlo”.

¿Cómo generar una conversación a nivel nacional sobre este tema?

“El libro es una apuesta a que conversemos sobre ese tema. Llevamos 500 años conviviendo con la sociedad mestiza y ya pasó mucho tiempo como para que no sepan quiénes somos. Creo que es una apuesta al diálogo. La realidad es multilingüe, hay pueblos que hablan lenguas distintas y negarlo es cegarse a la evidencia. Es importante mirar hacia esa realidad, porque no hacerlo implica mucha violencia”.

¿Entonces seguirás escribiendo ensayos sobre estos temas?

“El asunto es que yo tengo poco tiempo para escribir. Estoy involucrada en otros procesos en mi comunidad que son urgentes, y luego lo urgente le gana tiempo a lo importante. Estoy escribiendo en mixe, pero mi proceso de escritura es lento, no me da tiempo para pedir un Fonca y hacer todo eso que se supone que se debe hacer cuando quieres dedicarte a escribir. En realidad, le robo tiempo al día para escribir”.

¿Y qué escribes en mixe, poesía, cuento?

“En mije escribo poesía. Es la primera vez que lo digo. No traduzco, pero también estoy empezando a escribir ficción en español. Casi siempre escribo ensayo literario, pero ahora estoy haciendo cosas más especulativas. Me interesa mucho la frontera con el futurismo, como pensar en el mixe futurismo o un Mesoamérica futurismo”.

¿Y cuáles son esos proyectos a los que les robas tiempo para escribir?

“Tuvimos un proceso de defensa del territorio, del agua, cosas de la comunalidad, de activismo con las lenguas, proyectos educativos comunitarios. En eso gasto más mi tiempo”.

En uno de los artículos del libro señalas que ahora es muy raro escuchar a los niños jugar en mixe, tal vez eso forme parte del mixe futurismo que estás escribiendo.

“Depende de la comunidad, pero en la mía ya no la hacen. Los niños hablan con sus familias, con sus papás. Creo que los niños pueden volver a jugar en mixe, pero se necesita un proceso educativo propio, pero lo han logrado lenguas como el maorí, el euskera o el hawaiano. Se puede, apostamos por eso”.

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