Necesidades comunes, mecanismos complejos, mientras Sonora danza
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Al Noroeste del país, Sonora, con un vasto territorio que le posicionan como el segundo estado de mayor extensión, dividido en 72 municipios. En palabras de Carlos Corral, enlace del Consejo Nacional de Danza por este estado, es tierra fértil para la danza, las universidades apuestan por la profesionalización, abundan grupos importantes de folklore, jazz, ballet, y otras disciplinas, con infraestructura importante, y en un proceso constante de crecimiento. Destacadas figuras han dado presencia a este estado en el mundo de la danza, como Beatriz Juvera, Martha Bracho y Maty Suárez, y compañías de talla internacional han visto su luz en esta tierra desértica: Antares, La Lágrima, entre otros.
Este movimiento importante ha permitido el surgimiento y permanencia del festival “Un desierto para la danza”, que se ha consolidado a nivel nacional e internacional, como reflejo de un trabajo arduo y loable, y que ha colocado a Sonora en el mapa cultural nacional, a pesar de su lejanía con el centro. Sin embargo, ni la solidez de 25 ediciones libró al Festival del impacto del COVID-19, aunado a algunos problemas previos a la pandemia, que desestabilizaron su relación con instituciones culturales del estado, impidieron llevarlo a cabo en un 2020 complicado, en el que todo se vino abajo, incluyendo las actividades artísticas, y por supuesto, la danza.
Para mantenerse activa, hubo de funcionar a partir de las recomendaciones sanitarias, visibilizando aún más las necesidades que se habían desvelado desde el Congreso Nacional de Danza, haciendo urgente la reactivación económica de este sector.
Se comenzaron a congregar los agentes de la danza, en una iniciativa que por primera vez, viniendo desde fuera, a nivel nacional, lograga sumar a los artistas locales, construyendo los primeros puentes, no sólo en Hermosillo, su capital, sino en otros municipios, principalmente del sur del estado, desde Cajeme, se moviliza el sector buscando mejores condiciones.
Se inició con un proceso de identificación, en el que más allá de saber quiénes son los hacedores de la danza en el estado, respecto a lo que hay suficientes referencias, era importante conocer las circunstancias particulares de cada situación, y cómo han sido impactados por estas nuevas condiciones.
Se han llevado a cabo reuniones en las que se han concretado importantes acciones: la primera, un ejercicio diagnóstico que reveló que los principales afectados fueron las academias, que como negocios, tienen en la danza su sustento, y el de los maestros que laboran en ellas, más que otros grupos o instituciones educativas, que en cierta forma, se encuentran protegidas y protegen, a través de plazas a sus empleados.
La información recabada en este ejercicio diagnóstico se procesó y organizó para presentarla a las dependencias de Cultura, solicitando audiencia al Instituto Sonorense de Cultura, en un proceso que pareciera ser lento, afectado por las condiciones de trabajo actuales, por la agenda y otras variantes que provocaron que casi después de tres meses pudiera llevarse a cabo la primera reunión con el titular, lic. Mario Welfo Álvarez Beltrán y parte de su equipo, quienes mostraron buena recepción en términos de atención y disposición, dando a conocer además las acciones que ya había emprendido el instituto para reactivar las actividades artísticas en Sonora, a través del lanzamiento de convocatorias emergentes, de las que, cabe mencionar, más de 20 eran dirigidas a teatro, artes visuales y otras disciplinas, y solamente dos aplicaban para el sector de la danza. Tal vez si se hubiera establecido comunicación con mayor anticipación a la publicación de dichas convocatorias, hubiera podido aportarse el diagnóstico para que las iniciativas fueran más certeras en la atención de las necesidades reales de la Danza.
Algunas de las acciones que se han implementado en conjunto con el Instituto, fue la realización del censo de la danza, a través de la plataforma oficial: RECRERAS, en la que se inscriben tanto las academias, como los agentes de danza en general, lamentablemente con una pobre respuesta por parte de la comunidad.
Actualmente se busca retomar caminos para obtener respuestas reales, se avecinan tiempos electorales, lo que complejiza la situación, pues tienden a relajarse las acciones, que permanecen en una pausa mientras se definen las nuevas administraciones.
En la voz de Carlos Corral, esto “no depende sólo de las debilidades y fortalezas del gremio, depende también de situaciones externas, esta situación se ha alargado más de lo presupuestado y ha afectado más de lo presupuestado, el tiempo es un recurso valioso que va mermando otros recursos, en una historia que hemos compartido con el mundo entero, de cómo nos ha amedrentado. Compartimos la búsqueda de estrategias y posibilidades para poder seguir bailando, de primera instancia como una actividad sustantiva, vital, encadenado a las dimensiones de la sociedad, la situación económica y los beneficios sociales, de salud y otros beneficios de la danza”.