¿Te gusta leer? Estos 4 libros atraparán tu atención
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Esta semana te recomendemos leer estos cuatro libros, “Obra selecta I” de Antonin Artaud; “Zapata vive” de Guiomar Rovira; “Jardín de noche” de Fabio Morábito y “Especies tan lejanas” de Nayeli García Sánchez
Obra selecta I de Antonin Artaud
Antonin Artaud fue un poeta que asumió todas las dimensiones y consecuencias que implica esa palabra. Su cuerpo, su vida mental y su obra fueron lo mismo. Se unieron en el magma primordial, ardiente, peligroso, originario, de donde los antiguos seres humanos bebían sus historias, incorporaban sus mitos, hablaban con sus dioses, se curaban, decidían su destino, se hacían otros, pájaro, montaña, raíz, fruto y donde el arte no existía, sino que era simplemente la dimensión más alta, la más intensa, de lo que llamamos vida. Ahí, en ese punto, es donde Artaud construyó su cuerpo y su obra.
Zapata vive de Guiomar Rovira
«Llegamos a la tierra de la luz, a las montañas infinitas, allí donde los valles son un estado de ánimo, lagunas de sentimiento, tierra de Chiapas, de montes y laderas, de fríos y calores, tierras de indígenas, mundo maya que ha parido un sexto sola la vez que una revolución». Así empieza el fulgurante relato de Guiomar Rovira sobre el levantamiento zapatista.
Jardín de noche de Fabio Morábito
Es de noche, una mujer está sentada en su jardín, no espera a nadie y toma un gin tonic a breves sorbos. La oscuridad y la distensión producida por el alcohol hacen aflorar en ella una aguda insatisfacción, junto con el anhelo de un cambio profundo en su vida. Sobre esta premisa descansan los cuentos de este libro protagonizados cada uno por una mujer diferente y todos ellos ligados a un jardín nocturno.
Especies tan lejanas de Nayeli García Sánchez
«Siempre me acompaña la sombra afilada y puntiaguda de mi padre. No saber de él me arde como un fuego que no termina de aflorar en la comisura de los labios. Una tarde, en el momento menos pertinente, escribí su nombre en el buscador de Google. Los primeros resultados mostraban perfiles homónimos. El cuarto era su esquela», nos cuenta Natalia, quien, tras buscar el nombre de su padre en Internet, decide viajar a Irapuato, el sitio donde él nació.