En unos días se realizará la monumental puesta en escena de La Novena Sinfonía, obra cumbre del compositor alemán Ludwig Van Beethoven, en el Teatro de la Ciudad ‘Fernando Soler’, por parte de la Orquesta Filarmónica del Desierto bajo la dirección del Mtro. Natanael Espinoza; donde Saltillo celebrará, como otras ciudades globales, la ejecución de la máxima obra de la música orquestal, como una forma de conmemorar el ejercicio universal de los derechos humanos, y sumarse a las orquestas profesionales que han interpretado, integralmente, la obra más significativa del acervo cultural humano.
Beethoven, más allá de las estrellas
Prometeo Murillo nos adentra a aspectos de la importancia del autor y su obra. “¡Buscadlo, por encima de las estrellas!” Oda a la alegría, Friedrich Schiller “El subito piano fue un invento de Beethoven, y para mí, es la prueba de su carácter valiente” Daniel Barenboim Conversations on Beethoven
I. Un rockstar de la música clásica
Beethoven fue el primer rockstar de la música. Un genio que transitó la convulsiva era de las guerras napoleónicas y promulgó los valores de la Revolución Francesa y del Siglo de las Luces -aquellos que exaltan la libertad, la fraternidad y la igualdad entre los hombres-, para llevarlos al centro mismo de su esencia musical, magistralmente coronados en la que se considera la máxima obra de la música:
La Sinfonía No. 9 en re menor Opus125 «Coral».
Hoy, la Novena Sinfonía ostenta toda clase reconocimientos, marcas, alcances, récords, anécdotas, referencias y simbología que quizá solo obras literarias como Romeo y Julieta o El Quijote de la Mancha podrían ostentar. Está plagada de datos curiosos como el hecho de ser una de las obras sinfónicas más interpretadas a nivel mundial; o la que ha alcanzado mayor magnitud para interpretarse; la han tocado en alineaciones de diez orquestas simultaneas, o con coros y orquestación de 10 mil músicos, además de incontables covers y versiones en otros ritmos y géneros. Todos, sin duda, conocen o han escuchado la Novena.
La herencia universal de Beethoven va más allá de las aportaciones musicales o de la estética que otros grandes músicos aportaron y, aunque éstas siempre se caracterizaron por sus disruptivas e innovadoras propuestas, su obra está considerada un punto de quiebre tanto en la música como en el pensamiento filosófico europeo, pues logró trascender al mismo nivel de poetas, políticos y pensadores de la Aufklärung.
Su actitud ante el mundo fue la de todo un rockstar de su tiempo. Exigió el respeto que no existía por la figura del artista y se negó a formar parte de la sumisa servidumbre por la aristocracia, con quienes tuvo una relación tensa (se procuró de ricos mecenas de la nobleza y vivió siempre enamorado de mujeres burguesas). Su vida estuvo llena de momentos de rebeldía ante esta condición, e incluso sus más famosas frases hacen referencia a la superioridad moral de los artistas por encima de los nobles: - Príncipes siempre habrá muchos, pero solo habrá un Beethoven. - declaró alguna vez.
Beethoven transformó la percepción artesanal del músico en la sociedad, para convertirlo en El Artista, figura de contrato, dueño de los derechos universales de sus obras, impregnando una lectura a la propiedad intelectual inusitada hasta la época y que dejó de manifiesto en su extensa obra, e inspirando al resto de los músicos a defender la condición de libres creadores.
II. Nueve pasos a la inmortalidad
Durante su despegue artístico destacó como un prodigioso pianista; que rompía los cánones de la interpretación de su tiempo, dotado de una poderosa expresividad interpretativa y de nuevas formas musicales que lo hacían una suerte de superdotado, dejando testimonio en sus sonatas y conciertos para piano y orquesta.
Fue un compositor apreciado y exitoso concertista, pero su oscura personalidad limitó su brillo. Sus repentinos arranques de genialidad y su carácter cambiante eran un gran reflejo de su obra, que se caracteriza por su tendencia a los extremos (en el sentido literal y metafórico). Así, la vida de
Beethoven transitó en la dualidad del misántropo y el genio, del hombre huraño y malhumorado que peleaba con nobles, familia y amigos por no ceder en una idea, como del brillante compositor, con luminosas obras llenas de idealismo optimista.
Genial, gigantesco. Su legado se compone de cientos obras entre oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano; treinta y dos sonatas para piano que transformaron la manera de escuchar la música intimista. Sus cinco conciertos para piano, entre los cuales está el concierto Emperador, considerado por muchos como el mejor de su género.
Un fabuloso concierto para violín; el famoso triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta; dieciséis cuartetos de cuerda considerados obras maestras de su tiempo; una gran fuga para cuarteto de cuerdas, diez sonatas para violín y piano, cinco sonatas para violonchelo y piano... una ópera (Fidelio, que hoy en día está tomando un nuevo auge), dos misas, tres cantatas, y por supuesto, sus nueve sinfonías. Nueve sólidos pasos a la inmortalidad, y eso quizá él lo sabía desde la Tercera.
III. Subito Piano: el anuncio de la sordera
Toda estrella del rock tiene su drama. Beethoven tuvo muchos. Y aunque se sabe lo atormentado de su vida amorosa, repleta de rechazos y decepciones, sin duda el más dramático de todos sus avatares fue la pérdida gradual de la capacidad auditiva. Beethoven, el más grande de los compositores de la
historia, fue -paradójicamente- un hombre sordo, al menos en la última década de su vida.
¿Qué peor desgracia puede haber para un músico que la de quedarse sordo? La sordera pudo ser el gran final de un genio en ciernes, pero Beethoven tenía otros planes para su inmortalidad. Los grandes críticos hablan del momento en que implementó el súbito piano en sus obras, un descenso súbito en el volumen que no puede significar otra cosa que un mensaje oculto en el enorme friso musical de sus obras. Un desesperado silencio que en contraste con los crescendos que lo preceden, se convierte en un grito contenido, apagado, que anunciaba ya su gradual pérdida del oído. ¡Subito piano! De pronto, el silencio amenaza, no el silencio total. Se trata de un bajón al nivel del sonido, lento... sereno y desolado.
La gradual sordera, se cree, fue el principal motivo de la clara misantropía en la que se enfrasco, sumado a los traumas de una niñez de maltratos y abusos del padre, de la constante amenaza de los cañonazos del ejercito napoleónico a Viena, de los despechos de los que siempre fue objeto por parte de las mujeres, Ludwig Van Beethoven es el gran ejemplo del cómo convertir el dolor en arte.
Su última década la pasó encerrado, cumpliendo encargos y patronazgos, distraído en una infértil y descolocada lucha por lograr la patria potestad de uno de sus sobrinos, y viendo cómo su fortuna personal disminuía, mientras nuevos compositores y pianistas surgían de la nada. Schubert, Liszt y Chopin, por si esto les suena poco.
A diez años del estreno de su Sinfonía No. 8, la “pequeña sinfonía en fa”, como él mismo la llamaba, completa e indudablemente sordo, entrado en los 50 y con serios padecimientos de salud que no le permitían levantarse cada mañana, Beethoven, el Genio de Bonn en Viena, anunció el estreno de su Sinfonía No. 9.
IV. Un beso que cubra al mundo entero
Se sabe que la Novena fue una obra que compuso con una planeación de más de diez años. Que varias de sus obras ya avizoraban sus motivos. La Fantasía Coral, para piano, coro y orquesta op. 80, se estrenó en Viena el 22 de diciembre de 1808. Se le considera la hermana menor de la Novena, el boceto de una musicalidad nueva. Pese a lo conocido de su sordera, la Sociedad Filarmónica de Londres le encarga la composición de la obra en 1917, pero no trabajaría en ella sino hasta dos años antes de su estreno el 7 de mayo de 1824. La fecha es ya histórica.
Su estreno fue exitoso, la obra por si misma rompió los paradigmas de la época solo por tres hechos contundentes: fue la primera sinfonía en implementar percusión, esta sección no participó antes de sinfonía alguna. Fue la primera en integrar un coro, es decir, la primera vez que la voz humana participaba del gran género de la música; y tercero, e inédito hasta hoy, su compositor era un hombre sordo, que nunca pudo escuchar su propia obra. La Novena fue bien recibida, pero su éxito dio para una breve temporada de presentaciones que dio a ganar no más que ingresos regulares, dada su fastuosa puesta en escena. La guerra había terminado y los teatros y auditorios reabrían para escuchar a la gran oleada de nuevos músicos y compositores.
El siglo XX rescató considerablemente la Novena: fue el himno a ambos bandos durante la Segunda Guerra Mundial. En las Olimpiadas, himno por igual de las dos repúblicas alemanas (1956 y 1964).
Y fue la pieza que, con músicos de las dos Alemanias, unificó Berlín durante la caída del muro que la dividía. The Council of Europe, tomó el Cuarto Movimiento de la Novena como su himno, y en 1985 fue adoptado como himno oficial de la Unión Europea, en la versión de Herbert Von Karajan, y la Filarmónica de Berlín. Su duración determinó la extensión del disco compacto digital (el CD) a 74 minutos, y en 1972 fue elevada a Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO.
V. La Beethovenmanía
El maestro murió pocos años después, refrendando su condición de estrella de la música: Su sepelio se consideró uno fuera de serie, día de asueto al que asistieron más de 20 mil personas a despedirlo. Ni él lo hubiera imaginado.
Beethoven se consolidó como el artista que cerró la puerta del periodo clásico y abrió la del Romanticismo, periodo en que los compositores continuaron el legado beethoveniano, abandonando el uso recreativo que hasta ese momento tenía la música, para ponerla al servicio de su mundo interno; dotados de una libertad interpretativa a la que los artistas actuales están acostumbrados, sin idea que un día carecieron de ella.
Muerto el rockstar, los músicos románticos desplegaron el auge del piano beethoveniano, dando inicio a uno de los momentos más luminosos del desarrollo democrático de la música y de su oficio académico. Fue Franz Liszt en siguiente superstar musical, un exitoso piano-man, desgarrador al grado de que el escritor alemán Heinrich Heine acuñó el término Lisztomanía, neologismo para describir aquellos momentos de euforia que el público (las mujeres, claro), vivían durante sus presentaciones. (Y nacieron entonces, los primeros fans), un nuevo orden nacía para la música y los músicos.
Beethoven continua vigente. Su maestría y legado, su misterio y su pasión, el enigmático genio de su música alcanza a las nuevas generaciones, borrando cualquier frontera auditiva o límite. La Novena se sigue cantando como Himno del Hombre, elevando su espíritu alto, muy alto... más allá de las estrellas
La Sinfonía No. 9 en re menor Opus125 «Coral», de Ludwig Van Beethoven
Viernes 25 de noviembre 18:00 y 20:30 horas
Entrada libre
Dirección: Natanael Espinoza
Solistas: Alejandra López (soprano), César Delgado (tenor), Mayela López (mezzosoprano), Juan Carlos Heredia (barítono).
Coros: Compañía de Ópera de Saltillo, Coro ESMUA de C, Coros invitados.
Qué es: Un concierto sinfónico, de carácter masivo, que presenta a más de 200 músicos en escena.
Dónde es: Frontispicio del Ateneo Fuente y su explanada, para 700 personas en Zona de asientos, el resto en butacas sobre diseño de producción y por acomodo orgánico del lugar, sillas y gradería para 2000 asistentes.