Cultura y Pop: Las series que no se terminan a tiempo
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Para el espectador todo esto es magnífico, porque ha multiplicado y diversificado la oferta de películas y series. Hoy en día, en todo el mundo pueden verse al instante
Es difícil creerlo ahora, pero los empresarios que fundaron Netflix en 1997 tenían como objetivo competir con Blockbuster, una cadena que rentaba películas en videocassette y tenía miles de tiendas. Pero como las copias disponibles eran limitadas, Blockbuster exigía que sus películas populares se devolvieran al día siguiente. Cliente que no lo hacía, cliente que pagaba una multa.
La apuesta de Netflix se centraba en el uso de DVDs, por entonces una tecnología recién estrenada y que apenas estaba arraigando. El DVD era más duradero y menos delicado que los videocassettes, así que, en vez de abrir tiendas, Netflix enviaba las películas por correo en formato DVD, y les permitía a sus clientes quedarse con ellas una semana entera para que, si lo desearan, la vieran varias veces. Después, el cliente devolvía el DVD también por correo.
Nadie se imaginaba por entonces que Netflix cambiaría la industria del cine de dos maneras.
La primera es obvia. Netflix fue la primera empresa que hizo funcionar el streaming de películas, en una época en la cual la industria tradicional del cine —léase Hollywood— se resistía, porque suponía trastocar todo su modelo.
El otro gran cambio que no es tan obvio, pero fue igual de radical, y tiene que ver con su necesidad de tener contenido. En vez de depender de los estudios tradicionales, hacia el 2011 Netflix empezó a desarrollar sus propias películas y series. Al principio, Hollywood se partió de risa con la idea. Desde su perspectiva, los recién llegados no sabían nada del negocio, no tenían los contactos, y simplemente, no sabían en lo que se estaban metiendo.
Pero Netflix tenía tanto razón y lo hizo tan bien, que trece años más tarde Apple y Amazon —que ya tienen sus propios servicios de streaming— también producen sus propias películas y series.
Para el espectador todo esto es magnífico, porque ha multiplicado y diversificado la oferta de películas y series. Hoy en día, en todo el mundo pueden verse al instante, además de series americanas, series españolas, coreanas, colombianas, mexicanas y japonesas.
Desafortunadamente, muchas de estas series mueren de éxito. Inicialmente pensadas para que duren una temporada, al volverse populares los estudios deciden extenderlas otra temporada. Y luego otra. Y otra más. Los personajes empiezan a enfrentarse a situaciones repetitivas, y aunque parece contradicción, al mismo tiempo los giros en la trama se retuercen y hacen cada vez más inverosímiles.
Para los espectadores la solución es fácil: simplemente dejamos de verlas. Pero si alguna vez se ha preguntado cómo se lo toman los actores, Jack Ryan es un magnífico ejemplo.
Producida por PrimeVideo, la serie está basada en el famoso personaje de Tom Clancy. Su rol principal está a cargo de Jack Kasinski, famoso por su papel en la versión americana de The Office, y junto a él aparece Wandall Pierce, reconocido por su papel en la serie The Wire, serie de la que hablaré en un momento.
Jack Ryan duró cuatro temporadas. Las primeras dos son entretenidas, la tercera soportable. La cuarta, en cambio, es un compendio de clichés hecha por un becario. El personal es mínimo —faltan actores de tramoya— y resulta evidente que los actores ya sólo están ahí porque tienen un contrato que cumplir, no porque todavía crean que la serie los está llevando a algún sitio. En su manera de actuar se percibe que les urge terminar y quitarse de encima la serie para dedicarse a otros proyectos.
En este contexto, vale la pena recordar a The Wire.
The Wire es una serie pre-streaming, que retrató el narcotráfico en la ciudad de Baltimore, y fue innovadora por varias razones. Uno, muestra no sólo la perspectiva de la policía, sino de los delincuentes. Dos, la manera en que sus historias se desarrollan es más cercano a la de una novela —piense en Dickens o Tolstoi— que a lo que hasta entonces se había visto en televisión. Tres, la mayoría de sus actores no sólo no eran profesionales, sino que vivían en el barrio donde la serie fue filmada.
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The Wire fue producida por HBO, en aquella época un servicio por suscripción por cable cuyo modelo de negocio estaba basado en películas y retransmisión de eventos deportivos. Ninguno de sus ejecutivos estaba ansioso porque generara dinero. La consecuencia fue que dejaron en paz a sus productores y escritores, que pudieron hacer la serie que querían.
Desde un principio decidieron que duraría solamente cinco temporadas. Cada una se concentra en uno de los pilares de la comunidad que de una manera u otra tienen un papel en el negocio de la droga: los barrios pobres, el puerto y sus trabajadores, el gobierno y la burocracia, el sistema educativo y las escuelas, y los medios de información impresos.
En su momento, la serie pasó bastante desapercibida. Años después, la gente comenzó a hablar de ella como quien habla de un descubrimiento que hay que compartir. Hoy en día, seguramente iría en su novena temporada, tendría un spin-off, y a nadie le importaría ya.