Él me nombró Malala

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/ 2 abril 2016

    El jueves se inauguró en la capital mexicana la edición número 11 del Festival Ambulante de Documentales que en el 2005 materializaron los actores Diego Luna y Gael García a través de su productora Canana.

    Este esfuerzo conjunto con otras instituciones y compañías productoras y distribuidoras para que los cinéfilos mexicanos tuviéramos acceso a propuestas alternativas de cine documental está por cumplir, por su parte, cuatro años de exhibirse ininterrumpidamente en varias ciudades de nuestro estado, incluyendo 
    Saltillo, en donde se espera aterrice de nueva cuenta a fines de este mes destacando en particular la edición de este año con varias propuestas de este género cinematográfico dirigido por mujeres.

    En ese sentido, desde hace unos días se anuncian las transmisiones en el canal de cable NatGeo (National Geographic) las cuales coinciden con su llegada a los videoclubes de la ciudad de un documental del año pasado que, en su caso, tiene como protagonista a una joven mujer pakistaní que prácticamente volvió a vivir tras un disparo en la cabeza a manos de los talibanes simplemente por “atreverse” a asistir a su escuela, y quien a partir de que sobrevivió en ese evento que pudo haber sido fatal para ella vio la oportunidad de convertirse en una activista y vocera por el derecho a la educación de las mujeres así como los derechos humanos más elementales del género femenino en su país y el mundo.

    Nos referimos a Malala Yousafzai, y el documental en cuestión se titula “Él me nombró Malala” (“He named me Malala”) porque, de entrada, nos acerca a su entorno familiar en con sus dos padres y sus dos hermanos, y cómo a partir de que el padre, el educador y activista pakistaní Ziauddin Yousafzai, escogió bautizarla como Malala en honor a una mujer ilustrada y considerada como “elegida” de la historia de su país. 

    Muchos aseguran que por haber logrado su hija lo que él no, ahora es quien está detrás de todos sus escritos en blogs y propuestas, estos no nacen de la libre elección y creación de la joven.

    Es por tanto que a partir de esa crítica de algunos a la portentosa figura del género femenino en la que se convirtió Malala a partir de su atentado, el director Davis Guggenheim, ganador del Oscar al Mejor Largometraje Documental del 2006 “La verdad incómoda”, nos acerca a la verdadera Malala, quien en vísperas de convertirse en la mujer mayor de edad que llegó a ser en el 2015 tiene las mismas inquietudes y gustos de una adolescente, pero también la valentía y determinación que no tienen muchas no sólo de sus compatriotas sino otras mujeres del mundo por salirse de los moldes que determinan sus respectivos estándares sociales empezando por ser una osadía pensar en educarse y aspirar a ir más allá del nivel de una esposa o ama de casa tradicional.

    Así es como a través de entrevistas y el seguimiento de Malala y su familia de su país natal a Birmingham, Inglaterra, a donde los lleva por su seguridad el exilio, el espectador es testigo de cómo una vez más a pesar de las críticas de otros tantos por estar lejos del país y sus compatriotas femeninas Malala se convierte en vocera adquiere la formalidad y entereza de toda una activista que antes de cumplir la mayoría de edad llega a hablar ante los líderes del mundo en las Naciones Unidas al tiempo que se convierte a la vez en la más joven ganadora en la historia del Premio Nóbel de la Paz.

    Comentarios a: alfredogalindo@hotmail.com

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