Entrevista exclusiva: Cassez-Vallarta, la telenovela que no termina; ‘La justicia en México va lenta, como un elefante reumático’
Con su libro ‘El Teatro del Engaño’, la periodista Emmanuelle Steels sirvió de inspiración para que Jorge Volpi creara una obra en la que está basado el documental que todo México comenta: “El Caso Cassez-Vallarta: Una Novela Criminal”. Steel no quita el dedo del renglón y en exclusiva con Vanguardia nos habla de cómo Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino, Isabel Miranda de Wallace, Eduardo Margolis y Carlos Loret de Mola, movieron los hilos de un montaje que tiene a Israel Vallarta preso desde hace 17 años
La mañana del nueve de diciembre de 2005 el país desayunó con una exclusiva que las dos televisoras más importantes del país cocinaron a fuego lento: La transmisión en vivo de la detención de “una peligrosa banda de secuestradores” comandada por una mujer francesa de nombre Florence Cassez, quien junto a su novio Israel Vallarta, tenían privados de su libertad a tres personas, entre ellos a un niño. Pero México no contaba con la astucia de la Agencia Federal de Investigación (AFI) que apareció en escena para detener en flagrancia a la banda de “Los Zodiaco” en el “Rancho Las Chinitas” al sur de la Ciudad de México.
“Carlos, una palomita más para la Agencia de Investigación”, le decía al aire el reportero Pablo Reinah a su jefe Carlos Loret de Mola, quien celebró la captura y esa mañana se fue a desayunar con todo su equipo de producción de Primero Noticias invitados por un alto ejecutivo de Televisa para celebrar el alto ‘rating’ de lo que llamaron “un duro golpe para la delincuencia”, pero que muy pronto se convertiría en un capítulo digno de cualquier melodrama del Canal de las Estrellas.
La telenovela tenía todos los ingredientes: Varias víctimas, Genaro García Luna como el héroe, una televisora dirigiendo escena y dos villanos al puro estilo de ‘Asesinos Por Naturaleza’: Un Israel Vallarta que golpeado y sujetado fuertemente del cuello fue presentado en exclusiva a los medios, mientras que la “cómplice” francesa de los Vallarta decía al ser enfocada por las cámaras: “No tengo nada que ver. No soy su esposa”.
Del 2005 a la fecha tres presidentes, con complicidad o no, han sido testigos de un hecho que fue sintonizado y dado por verdadero por millones de personas. Pero las cosas cambiaron cuando un reducido grupo de periodistas que no se ciñeron a la versión oficial, descubrieron que se trataba no sólo de un montaje televisivo, sino de un montaje judicial que tenía a la tortura como una técnica infalible para logar que los “delincuentes” se inculparan y que además enfrentó a México y a Francia por la liberación de Florence Cassez. La francesa salió de la cárcel y regresó a su país en 2013, pero 17 años después de su detención, Israel Vallarta y parte de su familia siguen en prisión a pesar de que las pruebas han sido desmentidas una a una por Emmanuelle Steels, una periodista nacida en Bélgica y corresponsal en México de prestigiados medios franceses, que en un principio dudaba de culpabilidad de Florence y los Vallarta, hasta que decidió hacer algo sencillo en compañía de dos compañeras de ruta, Anne Vigna y Léonore Mahieux: Conocer de propia voz la versión de los acusados y contrapuntear el ‘culebrón’ que Genaro García Luna dirigió estando al frente de la AFI.
La investigación no sólo trajo como consecuencia mucha tinta derramada en medios nacionales e internacionales, sino la publicación, en 2015, del libro ‘El Teatro del Engaño. Cassez-Vallarta: Historia de un Montaje’, una obra escrita por Emanuelle Steels que no tuvo mucha divulgación en medios nacionales, pero que inspiró al célebre escritor Jorge Volpi a realizar “Una Novela Criminal” en 2018, una obra que a su vez ha servido como precedente para la creación de la serie documental que se acaba de estrenar en Netflix: “El caso Cassez-Vallarta: Una Novela Criminal”, la cual ha puesto al país entero a discutir, de nueva cuenta, sobre una herida que sigue abierta y que tiene, en palabras de Steels, a tres personas inocentes en prisión desde hace 17 años. La periodista habló en exclusiva con VANGUARDIA, sobre su investigación del caso, sobre personajes oscuros que están libres y gozan de total impunidad, sobre su libro y el documental del que también forma parte y que ha dado un tema de conversación a un país completo.
Emmanuelle, cómo te sientes de que el caso del montaje que denunciaste con tu libro en 2015, se esté retomando gracias a un documental de Netflix, en el que también participas.
“Es algo muy positivo, porque cuando empecé mi propia investigación en 2009, la cual mostré a través de mi libro, la sociedad y los medios de entonces no tenían esa disponibilidad para escuchar una versión diferente a la oficial, sobre todo con este caso. Para mí fue complicado explicar que no sólo se trataba de un montaje mediático, sino un montaje judicial en el que había una fabricación de culpables y que no había elementos para acusar a estas personas de ser secuestradores. Ahora se está dando una mayor difusión del caso gracias a este documental que tiene una investigación muy apegada a los hechos y que está basado en el libro de Jorge Volpi ‘Una Novela Criminal’. Afortunadamente hubo más disposición para escuchar sobre el caso desde que salió el libro de Volpi y tengo que confesar que tengo sentimientos encontrados porque en su momento no supimos hacernos escuchar mejor.”.
¿Crees que te jugó en contra, como mujer extranjera, mostrar la corrupción y el abuso de poder en un país que además tiene arraigado el machismo y la misoginia?
“Yo creo que sí hay elementos de misoginia. Eso se evidenció cuando a Florence Cassez se le acusaba en los medios y se ponía en boca de las víctimas el argumento de que era injusto que una mujer y además extranjera viniera al país a secuestrar mexicanos. Es un argumento que en su momento tuvo resonancia, sobre todo en el momento del conflicto diplomático con el presidente francés Nicolas Sarkozy, donde también se mostraba en los medios mexicanos a un país extranjero que actuaba con prepotencia para defender a una de sus ciudadanas. Al principio de mi investigación muchas veces me decían: ‘Tú lo único que estás haciendo es defender a una compatriota, nada más la defiendes por ser francesa’. Bueno, yo no soy francesa, pero aunque lo hubiera sido, jamás la defendí porque ese no es mi trabajo como periodista. Además había cierta sordera en ese argumento, porque no estábamos hablando solo de Florence, sino del caso en general, de cómo los medios no se habían acercado a hablar con la familia Vallarta. Nosotros estábamos hablando de unos mexicanos que estaban implicados en este caso, pero había cierta incapacidad por parte de los medios a escucharnos y venía la descalificación efectivamente por ser periodistas extranjeras. Eso es algo que puedo entender hasta cierto punto, aunque tengo que decir que jamás llegamos nosotras como las chicas que aleccionan o con una actitud soberbia a decir ‘los medios mexicanos hacen mal su trabajo’. Esa no era la cuestión, había muchos periodistas mexicanos que estaban haciendo un buen trabajo, pero igual que nosotras, no tenían los medios para hacerse oír masivamente. Sin embargo, hubo varios periodistas de prestigio que nos ayudaron y guiaron, estuvimos colaborando con Anabel Hernández, Jorge Carrasco y José Reveles”.
Es evidente que había censura y una necesidad del poder de acallar a quienes desmintieron su versión, pero igual salta otro tema sensible para México: Reconocer el talento y el poder de las mujeres.
“Si tengo que aclarar que ha habido cierto desdén hacia mi trabajo comparándolo con el de Jorge Volpi. No había disposición de los medios a divulgar nuestras investigaciones y sucede todo lo contrario cuando llega un hombre, un escritor famoso al que le prestan toda la atención, pero es curioso, porque a partir de ahí se legitima un poco más mi voz para seguir diciendo lo que ya llevaba diez años diciendo. Pero digamos que la cuestión no es tanto si me daban atención o no a mi, lo que me preocupaba eran las consecuencias concretas. Me interesaba que hubiera una mayor sensibilidad por parte de los medios, porque eso habría ayudado a evitar que hubiera más torturas. Y es que aunque nosotras estábamos denunciando en el año 2009 y 2010 graves violaciones a los derechos humanos de la familia Vallarta, resulta que en 2012 vuelven a detener a miembros de la familia sin presentarlos ante el ministerio público, los mantuvieron desaparecidos durante un día completo, los torturaron, sacaron otra vez sus caras en los medios diciendo que eran secuestradores, todo con falsas declaraciones. Hasta el día de hoy sigue habiendo montajes para incriminar a la familia Vallarta y la Fiscalía General de la República sigue manteniendo unos casos en reserva, que son casos manipulados que provienen del mismo montaje por si en algún momento quieren sacarlos para implicar nuevamente a Israel Vallarta. Hay mucha manipulación en este caso y yo sólo hice el trabajo que cualquier periodista podría haber hecho, porque realmente no hice nada excepcional, solo fui a entrevistar a todos los que estaban implicados en este caso. Fue más una cuestión de voluntad que de genio investigativo, no tiene nada de original mi investigación, no tiene mayor truco”.
¿Tuviste miedo?, lo pregunto porque estabas desenmascarando a personajes poderosos, cercanos al presidente Calderón y además se decía que estaban vinculados con el crimen organizado.
“No me gusta mucho llevar el tema hacia mi persona. También me cuesta hacer una crítica hacia el periodismo, porque veo que muchos periodistas están impactados por el contexto de violencia, están desbordados por los temas, el trabajo y este tipo de investigaciones tienen su parte de peligro, de amenazas. En algunos momentos tuve miedo porque hay personajes muy poderosos que se esconden detrás de este caso. Desgraciadamente es la suerte que corren todos los periodistas en este país, pues en cuanto tocamos temas delicados nos exponemos. Pero muchos lo siguen haciendo por convicción, el periodismo en México es una causa, es un combate, una lucha por la verdad. Yo no tengo más que agradecimientos hacia los periodistas mexicanos que tanto me han enseñado sobre esta profesión”.
Y por otro lado estaba el montaje televisivo y periodistas que han sido señalados como parte de un circo mediático.
“Claro, pudimos ver cómo los grandes medios estaban funcionando en esta época oscura dominada por el personaje de Genaro García Luna, de cómo él estaba jalando los hilos de lo que pasaban en los medios de comunicación y de cómo estaban ellos consiguiendo complicidades a través de personajes como Isabel Miranda de Wallace, quien siempre estuvo ahí manipulando tanto a las víctimas como a los medios de comunicación. Hay toda una lógica perversa que no siempre depende de las voluntades individuales. Pero este caso también nos demuestra que desde el propio corazón de ese sistema mediático podrido se podía hacer un buen trabajo periodístico como lo hizo Yuli García de Televisa, como lo hizo también Laura Barranco. La primera denunció el montaje mediático, la otra le dijo a Loret de Mola que las cosas no se estaban desarrollando de una manera normal, que se estaban violando los derechos de las personas. Esto quiere decir que hacer un buen trabajo depende de cómo nos enfrentamos, de manera individual, a ciertas situaciones y a nunca olvidar nuestro compromiso con la verdad. Y en contraparte hay casos muy perversos como los casos de Carlos Loret de Mola y Pablo Reinah, que están arrepentidos de lo que pasó, pero solamente porque les afectó su reputación, porque les afectó su carrera. Pero no porque quieran saber más o averiguar más sobre este caso o revelar más información para el interés de la sociedad, no, nada más están preocupados por su imagen, para mí ellos no son periodistas”.
En cambio tú apostaste por el periodismo de investigación, un trabajo que generó un libro y se sumó a otras voces, ¿a ti qué te pareció el documental?
“Antes me gustaría subrayar el excelente trabajo que hizo el periodista José Reveles en 2013 con su libro ‘El Affair Cassenz’, es un libro que pone este montaje en el contexto de todos los montajes de la época. Yo considero que es un libro muy complementario con el mío, porque el mío va escarbando en todo lo que tiene que ver con este caso, pero el libro de Pepe lo pone en el contexto de la época y en una gran visión panorámica, él es un fantástico periodista de investigación. Yo tengo una crítica no hacia el libro de Jorge Volpi, sino al documental. Cuando salió el libro, Volpi era más prudente y decía ‘no sé si son culpables o no’, ahora ya tiene un discurso distinto y es normal. Yo estoy convencida de que podemos defender, proclamar y afirmar la inocencia de los Vallarta y de Florence, pero tampoco debemos olvidar que nosotros como periodistas no somos jueces. Lo que sí podemos defender es su presunción de inocencia y decir ‘son inocentes porque no hay absolutamente nada que los relacione con esos delitos’. No hay que ser un gran abogado para detectar eso en el expediente y yo creo que ahí es donde peca un poco el documental, me parece muy tibio. Quizá es porque tal vez no quieren mostrarse tan contundentes al dar una opinión sobre el caso, y lo que hacen es tratar de tener cierto equilibrio, de mostrar voces a favor y voces en contra. Pero en un caso así no se puede decir ‘le voy a dar la palabra a los que los defienden como a los que los acusan’. No se puede, porque lo que nos compete como periodistas y como documentalistas es tomar el partido de los hechos y cuando damos la palabra a las personas que los acusan es darle la palabra a un discurso manipulador, fabricado desde el poder y la autoridad en base a violaciones de derechos humanos, en base a tortura y eso en lugar de generar equilibro genera un desequilibrio porque le estamos quitando importancia a los hechos”.
Aunque en el documental te quedas con ese malestar, de saber cómo ciertos personajes corruptos siguen libres y siguen mintiendo.
“Es por eso que no podemos dejar de ver a las personas que se sitúan del lado de los hechos, de las personas que tienen pruebas en las manos para afirmar lo que dicen, porque si no le vamos a dar voz y fuerza a un discurso que es fruto de una manipulación y el montaje. Sin embargo, este documental ha sido hasta ahora el mayor intento de difundir a la sociedad la versión que más se apega a los hechos. Eso no quita que podría apegarse más todavía, porque hay cosas que inducen un poco a la confusión. Por ejemplo, se presenta a una víctima de secuestro, una señora a la que le asesinaron a su esposo. Es una historia muy triste, pero se sabe del intento de las autoridades para ligarlo al caso Vallarta y en el documental ponen a la señora al inicio, en medio y al final de la serie y la gente se puede quedar con la sensación de que los Vallarta se salieron con la suya y son responsables de lo que pasó con este señor. Y nunca se aclara que jamás se les investigó por este caso porque jamás fueron acusados formalmente y que no existe ningún elemento que los relacione con este secuestro. Va a sonar muy duro lo que voy a decir, pero esta señora no tenía por qué ser entrevistada, porque realmente no tiene nada que ver la relación que ella tiene con el caso Vallarta. El secuestro de su esposo fue manipulado por las autoridades y como periodistas debemos hacer el trabajo de ir a verificar los hechos y contrastar los testimonios de todos”.
Y en este tenor está el señor Eduardo Margolis, a quien le cubren el rostro y lo protegen, pero que, según la narrativa del documental, una venganza personal por parte de este sujeto desataría todo el caso Cassez-Vallarta.
“Nosotras fuimos las primeras periodistas en el 2009 en entrevistar a Margolis, quien ya había sido mencionado en algunas notas de la revista Proceso. Nosotras publicamos artículos de información donde denunciamos su involucramiento en este caso, pero no tuvieron ningún eco en ese entonces, ni lo que publicó la revista Proceso. Tampoco pasó nada cuando en el libro demuestro como él es el personaje que se esconde detrás de este montaje judicial, porque él no organizó el montaje mediático. Pero por otro lado es satisfactorio ver que por fin él sale de una manera más tajante a la luz, algo que venimos denunciando desde hace años. Pero es muy frustrante ver como sigue actuando con total impunidad este señor y el poder que todavía tiene. En el documental se puede ver la seguridad que él tiene de su impunidad, pues va declarando ‘yo autorice tal detención’, reconociendo como él iba dando órdenes a las autoridades. Es muy descarada la actitud de este señor que está mintiendo constantemente. Yo he visto como cambia las declaraciones de lo que lo que nos dijo en 2009, a los que dijo después cuando Florence salió de la cárcel en 2013 y otra ahora que lo entrevistaron en el documental, en todos momento está mintiendo para tapar su responsabilidad en este caso”.
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Igual pasa con el poder y la cobertura que se le dio y se le sigue dando a la señora Isabel Miranda de Wallace y su asociación civil ‘Alto al Secuestro’.
“Es desesperante ver cómo los medios de comunicación le han dado la palabra de una manera desmedida a la señora, quien es muy cercana a este personaje. Por cierto, él (Margolis) es también el autor del montaje del caso Wallace. Por eso es indignante ver la impunidad de la que gozan estas personas a lo largo de diferentes gobiernos. Ahora podemos cuestionar al Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, a Omar García Harfuch, pues su nombre está involucrado con el caso Ayotzinapa y hace un año hubo una tentativa de secuestro por parte de la policía de la Ciudad de México en contra de otro miembro de la familia Vallarta, todavía hay intentos de represalias contra esta familia. En cuanto a la señora Wallace, ella es una figura creada por los medios de comunicación, ahora se ve que hay mucha voluntad por parte de la Suprema Corte de ya no darle rienda suelta para que vaya imponiendo sus delirios, su figura ya está muy desgastada, la gente empieza a abrir los ojos sobre las maniobras de esta señora y de los daños que ha causado a tantas familias manipulando tantos expedientes, hasta en el caso Ayotzinapa estuvo metida. Esperemos que enfrente las consecuencias tremendas de sus actos, porque ella participó en actos de tortura en diferentes casos, ella tiene responsabilidad en varios actos de fabricación de culpables y esos es grave. Fue muy muy perverso que cuando se ostentaba como defensora de las víctimas, resultó que era todo lo contrario, ella era la encargada por parte del gobierno de vigilarlas, de ser un perro guardián y de presionarlas lo suficiente para que se mantuvieran dentro de la versión oficial, ella jugó ese papel perverso bajo el manto de la activista”.
Ante tanta confusión que generó el caso, la ciudadanía quiere respuestas tajantes, constantemente te preguntan si son o no culpables los Vallarta, ¿verdad?
“Sí me lo preguntan continuamente y tuve también una época en la que consideraba que no me competía a mí decirlo. Pero cuando los hechos son tan evidentes y hemos estudiado tanto el caso, podemos compartir con convicción lo que sabemos. Lo que sí creo es que no podemos declarar la culpabilidad de alguien, eso le compete a la justicia, como periodistas no podemos decidir si alguien es culpable, pero evidentemente si es una fabricación de culpables, tenemos que decir cuando son inocentes, y más cuando la inocencia salta a la vista. Todavía el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en La Mañanera que si se encuentran elementos de inocencia de Israel Vallarta, la fiscalía lo puede liberar. No debe ser así, porque si no estaríamos todos en la cárcel tratando de demostrar nuestra inocencia ante cualquier caso o acusación. No funciona así la justicia, es la fiscalía la que debe aportar pruebas de su culpabilidad, no buscar pruebas de inocencia, eso se da por defecto, él es inocente y lo sigue siendo hasta que se demuestre lo contrario. Hoy muchos medios siguen llamando secuestradores a la familia Vallarta y eso es triste porque antes de llamarlos así hubieran investigado un poquito y se hubieran dado cuenta que no tenían antecedentes penales y que llevaban vidas profesionales acreditadas, que no tiene ningún lazo con el mundo criminal, que sus nombres nunca aparecieron en ninguna investigación. O sea sacar sus fotos en un Power Point de la policía federal no son elementos suficientes para decir que son secuestradores. Muchos medios se sintieron habilitados para acusarlos cuando su caso fue fruto de terribles torturas que fueron infringidas en personas que fueron obligadas a declarar, entre ellas David Orozco quien murió en la cárcel como consecuencia de estas torturas”.
Que miedo ir por la calle en México, como iba David Orozco, y que las autoridades te detengan y te acusen de pertenecer a una banda de secuestradores.
“Lo más terrible de todo es que además de que te vayan a fabricar pruebas a base de testimonios que te sacan por medio de tortura, es cuando te amenazan con matar a tu familia, hacerle lo mismos a tus hijos, a tus hermanos, a tus papás. Ese nivel de tortura psicológica es lo peor que ellos han vivido. Más allá del sufrimiento físico y pensar que se iban a morir con los toques eléctricos y cuando los asfixiaban, lo peor es la tortura psicológica. A Israel lo siguieron torturando en la cárcel y lleva 17 años padeciendo estas amenazas que se han cumplido, por eso es importante lo que dices, que nos puede pasar a todos. Yo me concentré en este caso, pero no se trata de un caso único en México, se trata de un caso excepcional porque involucraron a toda una familia en la fabricación de una banda criminal y se engañó a un país completo a través de las televisoras y además hubo un conflicto con otra nación. Pero en las cárceles de México hay muchos culpables fabricados, muchas víctimas de tortura y afortunadamente también hay periodistas valientes que siguen investigando esos casos”.
Han cambiado las cosas con este gobierno, porque la Prisión Preventiva Oficiosa puede ser un arma que se puede usar de manera discrecional con adversarios políticos.
“Hay cosas que han cambiado radicalmente, coincido contigo sobre el uso político de la Prisión Preventiva. Pero es un fenómeno no sólo de México, es algo que se ha extendido a toda América Latina, el usar la justicia con fines políticos y eso es muy triste. Pero hay otras cosas que han evolucionado para bien, yo diría ahora mismo los torturadores en México actúan con más cautela, ya no se saben totalmente impunes, saben que les puede tocar rendir cuentas y creo que ya no hay tanta libertad para torturar en México. Y segundo, el tratamiento de los medios de comunicación es mucho más respetuoso que antes, ya no se atreven a hacer lo mismo, los mexicanos tienen la experiencia de haber sido engañados por ese montaje, así que ya no es tan fácil exhibir a sospechosos en los medios de comunicación y acusarlos. No se han dado la cantidad de montajes mediáticos como en la época de Genaro García Luna. El ‘Caso Vallarta’ es revelador porque tiene muchos elementos de los que encontramos después en el caso Ayotzinapa, es el mismo proceder y las autoridades tienen la misma escuela, por eso entiendo la reacción de los mexicanos, entiendo esa ira”.
¿Crees que con todo el ruido que ha generado el documental, tu libro y el de Jorge Volpi, vaya a concluir con la liberación de los hermanos Vallarta?
“Yo creo que cuanto más se da a conocer la verdad más presión puede haber por parte de la sociedad para que no sigan repitiendo estas injusticia. Pero todo es muy lento, si la justicia ya aceptó que no existió tal banda de secuestradores, deberían ya de liberar a Israel, a Mario y a Sergio, quienes siguen encarcelados injustamente. No hay elementos de culpabilidad, porque todo fue manipulado, fabricado, sembrado por unas autoridades perversas, representadas por dos personajes que están en la cárcel con cargos de tortura y vínculos con el crímen organizado: Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino. Pero la justicia en México es como la marcha de un elefante reumático, la justicia en este país va lenta, al paso de un elefante con reumas”.
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