A sus ya 79 años en el brillante compositor brota una gran energía creativa y subversiva, no se asienta en el confort de fama y dinero o en una vida cómoda y lo demostró en su paso por México
Roger Waters se ha caracterizado por su creatividad artística desde que, junto a Syd Barret, fundara en 1963 la icónica banda de rock progresivo Pink Floyd; producciones de culto como Dark Side of the Moon (1973), Animals (1977), The Wall (1979), The Final Cut (1983), entre otros, provocan nostalgia en generaciones de los años 60s, 70s y 80s del siglo pasado y nos recuerdan que la vida personal también puede contribuir a que toda la gente viva feliz, de todas las razas, religiones, orientación sexual, religión o ideología.
Esta sacudida de conciencias es contundente en los conciertos del legendario Waters, porque su rebeldía golpea el pensamiento y las emociones hasta las lágrimas, eso se observó en su reciente concierto en la Arena Monterrey, la gira mundial This is Not a Drill (Esto no es un simulacro, 11/11/22).
Con ansia y expectativa las y los asistentes se internaron en el auditorio sin dar crédito al escenario, cuatro enormes paredes en cruz y en éstas anuncios luminosos previos el concierto porque están dispuestas para videos.
El inicio es apoteósico cuando los enormes biombos de luz se elevan y aparecen los músicos y el ídolo de tiempos idos y actuales, el mítico Roger Waters. El programa está cargado de arte, creatividad visual, poesía, protesta, denuncia y toda la tecnología auditiva posible para transmitir mensaje artístico y la postura política de la banda ante la realidad global de algunas décadas a hoy.
Un privilegio presenciar el concierto: excelsa música y valientes letras contextualizadas en coreografía, con aterradoras imágenes, sonido y luces que estremecen a la audiencia de diferentes edades.
Canciones de su antigua banda y de su obra personal, lo cual provoca aplausos y gritos afirmativos de quienes las disfrutan: Comfortably Numb, The Happiest Days of Our Lives, Another Brick in the Wall, The Bravery of Being out of Range, Have a Cigar, Shine on you Crazy Diampnd, Us and Them, Any Color you Like, Brian Damage, The Power taht Be Shepp -ampliamente recomendables-; sobresalió Wish you Were Here, sensible tributo a su gran amigo compañero escolar Syd Barret (1946-2006), cuyo rostro se proyecta en pantalla, así como los inicios juveniles de Pink Floyd: “Syd y yo fuimos a un concierto... al regresar hicimos un acuerdo: crear una banda”... gran ovación dedicada al virtuoso compositor ya fallecido.
AL UNÍSONO POR ASSANGE
El rockero expresa su sentir y su pensamiento ante las intervenciones bélicas y guerras provocadas por Estados Unidos y sus aliados en Guatemala y El Salvador, en países de África, Irak, Serbia, Siria, Palestina, entre otros. Al final de la aterradora Run Like Hell se reproduce el video “dado a conocer valientemente por -la ex soldado- Chelsea Manning”, expresa Waters -y conocido mundialmente en WikiLeaks- del asesinato en Bagdad (julio de 2007) de doce ciudadanos irakíes y un reportero de Reuters: con sonido real desde un helicóptero apache norteamericano por radio se escucha la orden de altos mandos militares “disparen”... al final del video se denuncia: “did something to guiltys?... nothing” (¿hicieron algo a los culpables?... nada).
Como millones en el mundo, exige la liberación del programador y periodista australiano, encarcelado en Inglaterra y a punto de ser extraditado a territorio imperial norteamericano, acusado de dar a conocer información confidencial de las atrocidades cometidas por la milicia gringa en muchos lugares del mundo: “¡Liberen a Julian Assange!... ¡Encierren a los asesinos!”... y se escuchan miles de gritos en aprobación, lo más estruendoso de la noche.
Mientras interpretan la canción contra la guerra The Bravery of Being out of Range, se proyectan los rostros de seis presidentes de Estados Unidos, inicia con Ronald Reagan (gobierno 1981-1988) -a quien un asistente con coraje confiere sendos insultos altisonantes- y termina con Donald Trump (gobierno 2017-2020), con una infausta inscripción: “criminal de guerra”; ¡y el actual Joe Biden?... “aún no termina” y con la poco conocida pero sólida “Two suns in the sunset” le convoca, junto con Bladimir Putin, a detener el conflicto en Ucrania, guerra de la cual bien conoce sus causas.
La intensidad musical y de conciencia fue tal que se requirió un tiempo de relax. Continúa el concierto y en lista luminosa se leen algunas problemáticas que la humanidad no ha resuelto, como la desaparición de personas, riesgos de una conflagración nuclear, el hambre, los derechos humanos de niñas y niños, los reproductivos, derechos de las comunidades indígenas y de libre expresión, de las minorías, derechos de los migrantes, derechos laborales, entre otros. Sorpresivamente en pantallas se lee que en estos territorios del noreste mexicano fueron exterminados indígenas coahuiltecas y tobosos... aplausos y gritos.
Nacido en una familia de izquierda, de la generación “hijos sin padre” (su padre murió en Italia en la batalla de Anzio en la Segunda Guerra Mundial), a sus ya 79 años en el brillante compositor brota una gran energía creativa y subversiva, no se asienta en el confort de fama y dinero o en una vida cómoda, sus canciones pasadas y presentes electrizan y concientizan, el arte no debe ubicarse elitista, porque para él arte y rebeldía se complementan: se opone a la injusticia actual del sistema social, político y económico; no se cuida de evitar ofender a los poderosos y a quienes defienden el status quo; promueve la indignación y el pensamiento crítico; con su Buen Rock honesto denuncia la maldad y anuncia que un mundo mejor es posible. Roger Waters es un revolucionario de las conciencias, un profeta de nuestro tiempo.