Naves espaciales del futuro usarían excremento como combustible
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El nuevo sistema ha sido desarrollado por la unidad de Ingeniería Agrícola y Biológica de la Universidad de la Florida (EU)
(Muy Interesante) Los residuos que van recogiendo en las naves espaciales, incluidos los propios excrementos de los astronautas van a tener un uso insólito, innovador y ecológico: ser convertidos en combustible para las naves espaciales que viajen desde la Luna de regreso a la Tierra. El nuevo sistema ha sido desarrollado por la unidad de Ingeniería Agrícola y Biológica de la Universidad de la Florida (EU).
Construir un centro habitado en la superficie de la Luna entre 2019 y 2014 es uno de los objetivos de la NASA e instalar un vertedero de basura en la Luna no era ninguna opción. Para reducir el peso de las naves espaciales que vuelven a la Tierra, buscar una solución para los residuos generados era crucial. En la actualidad, todos ellos son almacenados en contenedores acoplados a vehículos espaciales que arden a su vuelta por la atmósfera de la Tierra. Ahora, gracias a este nuevo método, las futuras misiones utilizarán estos excrementos como combustible para volver a casa matando dos pájaros de un tiro.
Hemos tratado de averiguar la cantidad de metano que puede ser producido a partir de restos de comida, envases de alimentos y excrementos humanos. El metano se puede utilizar como combustible de cohete, y se puede producir suficiente al volver de la luna, aclara Pullammanappallil.
Los científicos han conseguido compactar químicamente los desperdicios obteniendo metano a partir de ellos, calculando que un equipo podría producir hasta 290 litros de metano por tripulación cada día. El sistema utiliza un digestor anaeróbico que mata los patógenos de los excrementos humanos y produce biogás.
Pero este sistema también podría aplicarse a nivel terrestre para generar electricidad, calefacción o para el transporte público: Podría ser utilizado en el campus o en la ciudad, o en cualquier lugar, para convertir los desechos en combustible, explica Pratap Pullammanappallil, líder del estudio a la revista Advances in Space Research.
Por Sarah Romero para Muy Interesante