A finales de los años ochenta, rompieron el cerco de la venganza entre cárteles y se extendieron en el país como una práctica de macabra advertencia a los enemigos y para inocular el miedo en la sociedad
Los casos se registraron en el poblado de Porfirio Parra o Caseta, del municipio fronterizo de Guadalupe Distrito Bravo, Chihuahua, otro en Cuernavaca, Morelos, y el último en San Miguel Totoltepec, Estado de México.
El Secretario de Gobierno Víctor Zamora Rodríguez, informó en conferencia de prensa en las instalaciones del CERESO de Piedras Negras, Coahuila, que se logró, con base a investigaciones, detener y ubicar a los responsables de las decapitaciones en esta ciudad fronteriza.