Por todo lo anterior, resulta urgente que los programas y agendas de todos los sectores posicionen a la salud mental como centro y prioridad de los objetivos para la búsqueda del desarrollo humano, pues a través de esta herramienta será posible mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y las relaciones interpersonales; se reducirán un sinfín de factores de riesgo y, por supuesto, se abonará al desarrollo de una sociedad más inclusiva, participativa, solidaria y sin estigmas de género que lleguen a afectar uno de los principales elementos de una persona: su salud mental.