Trasplante de médula, única posibilidad de curación para muchos pacientes
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En la mayoría de los casos no hay un familiar compatible para poder hacer el trasplante de médula por lo que es necesaria la ayuda de un donante anónimo y altruista.
“La médula ósea es la fábrica de la sangre”, comenta Ana Sureda, presidenta del Grupo Español de Trasplante Hematopoyético de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia. “Es un tejido suave y esponjoso que se encuentra localizado en el interior de los huesos. En la médula ósea residen las células madres hematopoyéticas que acaban dando lugar a los tres elementos maduros de la sangre: los glóbulos rojos o hematíes, los glóbulos blancos o leucocitos y las plaquetas, que posteriormente salen a la sangre periférica”, detalla.
La médula ósea se conoce coloquialmente como tuétano y no debe confundirse con la médula espinal. “Sus funciones son totalmente distintas. La médula espinal se encuentra en la columna vertebral y transmite los impulsos nerviosos desde el cerebro hacia todo el cuerpo y viceversa”, recuerda la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia.
La leucemia es una de las enfermedades cuya curación precisa de un trasplante de médula. La doctora Sureda explica que hay una serie de enfermedades en las que el único tratamiento curativo es el trasplante de médula, pues la médula ósea está enferma y es necesario cambiarla por una sana. “Dentro de estas enfermedades cabe destacar las leucemias agudas (tanto las mieloblásticas como las linfoblásticas); los síndromes mielodisplásicos y algunos síndromes mieloproliferativos. En todas estas enfermedades, el tipo de trasplante que habitualmente realizamos es el trasplante alogénico, es decir, utilizamos células de un donante compatible”, precisa.
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“Existen otras enfermedades hematológicas como los linfomas y el mieloma múltiple en donde el tipo de trasplante realizado es el trasplante autólogo, en el que utilizamos las células del propio paciente que se recogen previamente para poder recuperar al paciente desde el punto de vista hematológico después de la administración de quimioterapia a altas dosis”, manifiesta la especialista.
“Finalmente, existen algunas enfermedades no malignas, como la aplasia medular y algunas alteraciones genéticas en las que el único tratamiento curativo es también el trasplante de médula ósea, en este caso alogénica, a partir de un donante compatible”, añade.
SER COMPATIBLE...
Ser compatible significa que las células del donante y las del paciente son tan parecidas que pueden convivir indefinidamente en este último. “Todas las células tienen en su superficie una serie de proteínas, denominadas antígenos leucocitarios humanos (o antígenos HLA, de las siglas inglesas Human Leukocyte Antigen), que las diferencia de las células de otro organismo. Los linfocitos de la sangre tienen la capacidad de detectar la presencia de células con antígenos HLA distintos a los suyos y destruirlas. Este mecanismo de defensa es responsable del rechazo de órganos y de injertos si se efectúan trasplantes entre personas no compatibles”, expone la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
Este organismo indica que los antígenos HLA de un individuo son siempre distintos a los de otro (salvo en los hermanos gemelos univitelinos). “Cada persona hereda la mitad de sus antígenos de su padre y la otra mitad de su madre. Lamentablemente, la probabilidad de que un hermano sea compatible con otro es de tan sólo el 25% y la de encontrar un familiar que lo sea, de menos del 5%. Si un paciente carece de un donante compatible entre sus familiares, su única posibilidad de curación es localizar un donante voluntario no emparentado compatible”, subraya.
Para localizar donantes compatibles con un paciente es necesario disponer de información sobre los antígenos HLA de una gran cantidad de potenciales donantes. Esto es posible gracias a los registros de donantes voluntarios que existen en diferentes países.
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Una vez localizado el donante más compatible y si éste acepta realizar la donación, debe someterse a diversas pruebas (radiografía de tórax, electrocardiograma y pruebas funcionales respiratorias) así como a una revisión médica completa para saber si puede ser anestesiado sin riesgo. También se le realizarán una o dos extracciones de sangre para su posterior autotransfusión.
La extracción de médula propiamente dicha se lleva a cabo “en un quirófano y bajo las medidas de asepsia que toda intervención quirúrgica requiere. En primer lugar, se anestesia al donante. A continuación, se le coloca en posición de decúbito prono (boca abajo) sobre la mesa de operaciones. Tras desinfectar la piel que cubre las crestas ilíacas posteriores (prominencias óseas localizadas en la parte postero-superior de la pelvis), dos miembros del equipo extractor, situados a ambos lados de la mesa de operaciones, puncionan dichas crestas ilíacas con unas agujas especialmente diseñadas para ello. En cada punción se obtienen unos 5 mililitros de sangre medular que contiene los progenitores hematopoyéticos”, detalla la ONT.
“Una vez obtenida, se deposita en una bolsa con heparina (sustancia que evita la coagulación de la sangre) y medios nutrientes (para que no se deterioren las células madre). Al finalizar la aspiración, sólo se observarán uno o dos orificios en la piel que cubre cada cresta ilíaca. Este procedimiento suele durar entre una y dos horas. Durante la aspiración, o inmediatamente después, se administra la autotransfusión. Tras la extracción, el donante es llevado al área de post-anestesia en la que será controlado durante dos o tres horas y después será conducido de nuevo a su habitación. La duración del ingreso hospitalario suele ser de entre 24 y 36 horas”, manifiesta esta entidad.
La extracción se realizará en el hospital especializado más cercano al domicilio del donante y la médula se enviará al centro médico en el que se esté tratando al paciente, que puede encontrarse en otro país.
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No obstante, la extracción de médula ósea de las crestas ilíacas no es la única manera de obtener células madre hematopoyéticas. Esto también puede hacerse utilizando la sangre periférica y la sangre del cordón umbilical.
Lo primero que se utilizó fue la médula ósea. “Posteriormente, se observó que la sangre periférica también era una buena fuente de progenitores hematopoyéticos y que éstos circulaban en grandes cantidades, sobre todo, cuando el paciente salía de un periodo de aplasia post-quimioterapia (disminución de glóbulos rojos, blancos y plaquetas como consecuencia de la quimioterapia) o bien cuando se estimulaba la médula ósea con factores de crecimiento. Finalmente, se sabe que la sangre de cordón umbilical es, asimismo, rica en progenitores hematopoyéticos”, afirma la doctora Sureda.
La hematóloga indica que la sangre periférica tiene algunas ventajas sobre la médula ósea. Por ejemplo, que los progenitores se extraen de la sangre periférica de manera más sencilla, mediante el uso de unas máquinas específicas y sin anestesia general (para la extracción de médula se requiere anestesia general o epidural). En cuanto al paciente, la recuperación hematopoyética después del trasplante es más rápida. Sin embargo, la especialista manifiesta que el uso de sangre periférica está asociado a una mayor incidencia de enfermedad del injerto contra el huésped (cuando las células trasplantadas atacan al receptor) porque hay más linfocitos T en la sangre periférica que en la médula ósea.
“La utilización de sangre de cordón umbilical está asociada a una recuperación hematológica más larga que cuando utilizamos médula ósea o sangre periférica. La recuperación inmunológica también es más larga y, por lo tanto, el riesgo de infecciones puede ser mayor. En cambio, hay una potencial menor incidencia de enfermedad del injerto contra el huésped y existe una mayor flexibilidad a la hora de valorar la compatibilidad en el sistema HLA entre donante y receptor. Puesto que, a la hora de considerar un trasplante, el número de células a trasplantar se calcula en función del peso del paciente, en muchas ocasiones este número de células es insuficiente cuando hablamos de pacientes adultos en el caso de la sangre de cordón umbilical”, subraya la doctora Sureda.
La Fundación Josep Carreras, que gestiona el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO) en España, explica que el equipo de hematología que está tratando al paciente que necesita el trasplante siempre informa al registro que realiza la búsqueda de un donante voluntario compatible de cuál es la forma de obtención que prefiere. Esto es así porque en algunas enfermedades concretas es preferible, para la futura respuesta médica del paciente, que la donación se haga efectiva de una forma o de otra. “De todas maneras, con esta información, el donante es siempre quien tendrá la última palabra”, aclaran desde la fundación.
DESTACADOS:
+ La médula ósea se conoce coloquialmente como tuétano y no debe confundirse con la médula espinal.
+ La extracción de médula ósea no es la única manera de obtener células madre hematopoyéticas. Esto también puede hacerse utilizando la sangre periférica y la sangre del cordón umbilical.
+ “La probabilidad de que un hermano sea compatible con otro es de tan sólo el 25% y la de encontrar un familiar que lo sea, de menos del 5%”, subraya la Organización Nacional de Trasplantes.
Por Purificación León EFE-Reportajes.