Después de tu muerte, ¿quién cuida del perro?

Vida
/ 3 octubre 2024

“No hay nada más triste que ver cómo las mascotas acaban en un refugio porque falleció la persona mayor que las cuidaba”, afirmó.

Por: Paula Span

En 2016, Tracy Jennings recibió una noticia impactante: una amiga de toda la vida, una mujer que tenía una granja con animales grandes y pequeños, había muerto repentinamente en un accidente.

Un círculo de amigos, todavía de luto, se apresuró a buscar un nuevo hogar para los queridos animales de la mujer, entre los cuales había tres caballos viejos. Pero apenas dos semanas después de su muerte, su familia ordenó la eutanasia de los caballos.

“Fue muy triste, devastador”, dijo Jennings. “Pero no teníamos la custodia y ella no había dejado nada por escrito”.

Jennings, de 66 años, diseñadora de jardines, vive en una granja de cuatro hectáreas en Búfalo, Minnesota, y tiene su propia colección de animales: cinco gatos, un golden retriever, dos caballos y un burro llamado Niles. Decidió que no correrían la misma suerte.

“No hay nada más triste que ver cómo las mascotas acaban en un refugio porque falleció la persona mayor que las cuidaba”, afirmó.

Contrató a un abogado para que redactara un fideicomiso, un documento legal en el que se especifica quién cuidará de sus animales cuando ella fallezca o no pueda hacerlo. El fideicomiso cubre las facturas veterinarias, el alimento, el aseo, el alojamiento y los gastos imprevistos. Especifica a qué veterinario recurrir. Las directrices adjuntas dan instrucciones para el cuidado, incluidos alimentos concretos y las “características de personalidad” de los animales.

“Estos animales viven más que antes gracias a los cuidados que reciben”, comentó Jennings y agregó que el fideicomiso “alivia un poco mi ansiedad y me da más control sobre su futuro”.

Todos los estados cuentan con una ley que permite este tipo de fideicomisos para animales de compañía y algunos abogados que los redactan informan de un creciente interés por su uso.

“Tenemos muchos clientes para quienes la mascota es el centro de su universo”, explicó Bernard Krooks, un abogado especializado en derecho de la tercera edad de Nueva York que ha preparado varias decenas de documentos de este tipo. “Se preocupan por lo que les ocurrirá tras su muerte”.

Lo más habitual es que los dueños mayores de mascotas “ya tengan considerado a alguien de la familia, pero no lo formalizan en un documento”, comentó Krooks.

O, puesto que, legalmente, los animales domésticos se consideran bienes que pueden legarse, los propietarios pueden incluir en su testamento disposiciones relativas a las mascotas.

Jerry Bunke adoptó esa estrategia para su loro amazónico de frente azul, al que nombró Azul, que no solo saluda a los visitantes con un “hola”, sino que también puede tararear las primeras notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven. “Lleva más de 25 años formando parte de nuestra familia”, relató Bunke, de 79 años, músico profesional y productor en Nueva York.

Es muy posible que Azul sobreviva a su muerte —un loro puede vivir hasta 50 años o más—, por lo que un primo más joven, amante de los animales, aceptó asumir su cuidado tras la muerte de Bunke, disposición que ahora forma parte de su testamento.

Según Bette Heller, abogada de los suburbios de Denver, este tipo de acuerdos con familiares o amigos funcionan para la mayoría de los dueños de mascotas. Heller ayudó a redactar la ley sobre fideicomisos para mascotas de Colorado, pero advirtió que un fideicomiso “no es necesariamente la mejor manera de cuidar de una mascota” tras la muerte de su dueño.

“Son para personas que no tienen a nadie a quien confiarle el cuidado de sus animales”, explicó. Como tiene familiares dispuestos a cuidar de sus caballos, ella no consideró necesario crear un fideicomiso para mascotas.

Los fideicomisos para mascotas también pueden suponer sumas considerables al momento de calcular el costo del su cuidado durante varios años. “Si no se tiene lo suficiente para cuidar de una mascota durante el resto de su vida y pagar a un fideicomisario para que gestione los fondos, incluido un contador para que presente las declaraciones fiscales, no tiene sentido” tener un fideicomiso, puntualizó Heller.

Pero Rebecca Bell, la abogada de los suburbios de Minneapolis que se encargó del plan sucesorio de Jennings, dice a sus clientes que los fideicomisos para mascotas ofrecen mayor protección que los testamentos y otros acuerdos verbales o escritos (ella cobra 1000 dólares por elaborar uno).

“Un testamento no entra en vigor sino hasta que falleces. Un fideicomiso entra en vigor en el momento en que se firma y sigue en vigor después de tu muerte”, explicó. Esto permite a un cuidador designado hacerse cargo si el propietario está vivo pero no puede atenderlos, ya sea de manera temporal —por ejemplo, tras una operación de prótesis articular— o permanente.

(Los propietarios con una incapacidad también pueden añadir instrucciones para su cuidado temporal, junto con indicaciones sobre los fondos, a un documento de poder financiero, explica Heller).

Otra ventaja: los fideicomisos para animales de compañía suelen aplicarse a los animales que se poseen actualmente y a cualquier otro que se adquiera, sin necesidad de actualizarlos.

Sin embargo, la principal ventaja de un fideicomiso es su obligatoriedad legal.

Generalmente incluye a varias partes:

— El “otorgante” o “fideicomitente” que establece el fideicomiso y aporta los fondos

— El cuidador designado para asumir la responsabilidad del animal, y tal vez un suplente si esa persona no puede asumir esa función.

— Un fideicomisario, que puede ser o no la misma persona que el cuidador, para administrar el dinero.

— Y un ejecutor o protector que garantice el cumplimiento de los términos del fideicomiso.

“En un testamento estándar, si uno dice: ‘Le dejo mi mascota a mi hermana Susie y 5000 dólares para su cuidado’, ella puede dejar la mascota en un refugio y quedarse con los 5000 dólares”, señaló Bell. Por otro lado, un ejecutor que descubra que el cuidador no cumple los términos del fideicomiso puede llevar a esa persona a los tribunales.

Estos fideicomisos pueden ser muy detallados. Algunos especifican alimentos ecológicos para mascotas, exigen acupuntura o señalan que a un perro le gusta que suene la radio cuando está solo en casa. Pueden determinar que se tengan pólizas de seguro a fin de ayudar a cubrir las facturas veterinarias. Algunos incluyen indemnizaciones para el cuidador.

Abordan cuestiones como: ¿Quién decide cuándo debe practicarse la eutanasia a un animal de edad avanzada? ¿El cuidador? ¿Un veterinario? ¿Dos veterinarios? ¿Qué será de sus restos?

“Puedes hacer lo que quieras con los términos”, dijo Krooks.

En uno de los casos más famosos de personas que llevaron un fideicomiso a los extremos, la multimillonaria magnate hotelera e inmobiliaria Leona Helmsley generó titulares tras su muerte en 2007. Había dejado a su terrier maltés, llamado Trouble, 12 millones de dólares en un fideicomiso, excluyendo a dos de sus nietos.

Un juez llegó a un acuerdo con los nietos y, decidió que el fideicomiso de Trouble excedía lo necesario para su cuidado, redujo la suma a 2 millones de dólares.

En las familias menos acomodadas también pueden surgir problemas por los legados para mascotas. “Puede resultar incómodo”, dice Bell. “He visto ganar a los hijos y he visto ganar a los perros”.

No juzga las decisiones de sus clientes. En el caso de los padres mayores, “puede que los hijos nunca vengan a verlos. Pero la mascota los ve y les da su cariño todos los días”.

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