'El principito' en otomí y náhuatl cautiva en el tercer día de la Filij
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La lectura del clásico fue de lo más celebrado en la fiesta editorial
México, DF. La sonoridad de las lenguas náhuatl y ñañu cautivó a los asistentes a la maratónica lectura de la célebre novela El principito, la cual se realizó ayer como parte de las actividades de la 35 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (Filij) que se lleva a cabo en el Centro Nacional de la Artes (Cenart).
A partir de las 10 de la mañana y durante casi tres horas pasó por la Plaza de la Artes un nutrido grupo de niños y jóvenes para leer fragmentos de la novela escrita por Antoine de Saint-Exupéry, lectura que también se realizó en español y francés, lo cual permitió apreciar mediante esa maravillosa historia la diversidad lingüística.
El principito se dejó escuchar a través de algunas voces tiernas e infantiles que quisieron pasar al escenario a leer en su lengua materna: el náhuatl o el otomí.
La maratónica lectura permitió igual que uno a uno, chicos y adolescentes, participaran en ese acto. Había niños que por primera vez conocían la historia y otros que en el rostro reflejaban el gusto por su relectura.
Con las traducciones de Refugio Miranda San Román, al náhuatl, y de Raymundo Isidro Alavez, al otomí, el par de libros editados por la Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, entre otras instituciones, se publicaron con el propósito de apoyar la enseñanza de esas lenguas en niños y jóvenes, pues, de acuerdo con el maestro Alavez, “actualmente los pequeños aprenden el ñañu únicamente de forma oral. La intención de publicar El principito en lenguas indígenas es también que se difunda la escritura para que no la olviden”.
El problema, señaló Alavez, ha sido la distribución, la cual no ha sido muy eficaz en el interior de la República Mexicana, aunque en la zona urbana ya se agotó.
Monstruos impredecibles
Horripilantarios contentosos (Editorial Norma), escrito por Alma Velasco, con música original de Bernardo Lozano, fue otra de las divertidas novedades que se presentaron en la Filij y que llamaron la atención de los pequeños, pues se trata de un libro en el que dragones, brujas, vampiros, gárgolas, ranas y arañas, protagonistas de las historias, hacen cosas rarísimas e inesperadas.
Integran el libro breves cuentos escritos en verso, en el que se puede, por ejemplo, encontrar un ogro que se enamora de una mosca morada; una araña panzona, traviesa, glotona y curiosa; una rana cantadora; unas gárgolas chillonas; un zombi con hambre; un diablo al que le cae un rayo en medio de un aguacero, y un vampiro infeliz, que odia el ataúd y quiere ser hada.
Es un divertido libro que intenta dar otro perfil a la literatura de terror para niños. La idea es introducirlos en el mundo de la poesía, y a la vez que pierdan el miedo a esos monstruos.
El volumen está acompañado por un disco compacto, con música de Bernardo Lozano, quien musicalizó 13 de los más de 25 cuentos, con lo que los chicos igual se pueden divertir y conocer distintos ritmos como el jazz, el rock, la polka, el pop y el rap.
Horripilantarios contentosos fue comentado por Emmanuel Márquez, Marcela Romero, la editora Lorenza Estandía y la autora. Durante la presentación se escucharon algunas musicalizaciones de Lozano. El poeta Eduardo Casar, quien se encontraba entre el público, al escuchar la canción de la Araña panzona, se levantó para animar y mostrar a los pequeños unos cuantos pasos de rap, lo que mereció que los chicos aplaudieran.
La jornada del domingo estuvo nublada casi todo el día, hasta chispeó un poco, lo cual no fue motivo para que los pabellones, pasillos y foros de la Filij se encontraran con público, familias y pequeños y jóvenes lectores.
Similitudes entre adolescencia y exilio
Para los adolescentes se presentó en la Plaza de la Danza la novela juvenil ganadora del Premio Fenal-Norma 2015, El intruso, escrita por la dramaturga Amaranta Leyva Pérez Gay.
Una historia profundamente biográfica que, a manera de diario, narra la historia de una niña cuyos padres se separan y la madre tiene una nueva pareja, por lo que deben cambiar de residencia, lo cual conlleva implicaciones emocionales para la pequeña.
“Comencé a escribir la historia de Catalina y el intruso cuando me alejé de mi país (México) y de mi familia por primera vez, por mucho tiempo. Cuando me vi sola en otro lugar y me reconocí como extranjera, una intrusa, incluso para mí misma”, comentó la autora. Lo mismo sentí cuando me dijeron oficialmente que dejaba de ser niña para entrar en la adolescencia, añadió.
La novela, entre otros asuntos, aborda temas como la adolescencia, la relación con la nueva pareja de su madre y el sentirse extraño frente a la realidad que a cada uno le tocó vivir.
La adolescencia, se preguntó Leyva Pérez Gay: “¿Es un país? ¿Un espacio o estado lleno de dudas, de miedos, de soledad, de incertidumbre? ¿De una promesa de libertad: el nuevo yo?’
Aunque, “es un yo ligado a los papás, al hermano, a los abuelos, a la escuela, a los amigos y los no tan amigos... total, un yo que tiene que ser nuevo, que carga todo lo que llevamos detrás.
“Por eso los protagonistas de la novela, Catalina y el intruso se entienden, porque los dos se están mudando, cambiando. Ambos lo hicieron sin siquiera decidirlo. Decidieron por ellos. Y cuando uno se encuentra con alguien que pasa por lo mismo, o te cae muy bien o te cae muy mal. De esa relación va esta historia”, explicó Amaranta. De esos dos intrusos, extraños: una niña que ya no lo es y de un exiliado, un hombre que tuvo que dejar su país para que no lo mataran.
Durante la presentación de la novela, Lucio Espíndola, quien en la vida real inspiró el personaje de El intruso, leyó algunos fragmentos de la historia, junto con la actriz Lourdes Echevarría.