¿Eres impulsivo e hiperactivo? No significa que tengas TDAH

Vida
/ 24 julio 2024

Hay una variedad muy amplia de enfermedades que pueden crear síntomas parecidos a los del TDAH.

Por: Christina Caron

Era evidente que el niño de 6 años sentado frente a Douglas Tynan, psicólogo de niños y adolescentes radicado en Delaware, no tenía trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Tynan estaba seguro de ello, pero el profesor de primer grado del niño no estaba de acuerdo.

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No ponía atención en clase, pero en casa su conducta no era anormal para un niño de su edad. El niño, un lector voraz, le contó a Tynan que le gusta llevar sus propios libros a la escuela porque los que hay en su aula son demasiado fáciles.

Lo que no había considerado su profesor era que cabía la posibilidad de que el niño tuviera un nivel académico superdotado, como su madre cuando era niña, señaló Tynan. (Hay estudios que muestran que es menos probable que los niños de raza negra, como el niño en su consultorio, sean identificados y dirigidos a programas para alumnos superdotados).

Le hicieron más estudios al niño que revelaron que Tynan tenía razón. La razón por la que el niño no ponía atención en clase no era el TDAH, sino que estaba aburrido.

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que comienza en la infancia y, por lo general, se manifiesta en la falta de atención, la desorganización, la hiperactividad y la impulsividad, que causan problemas en dos o más entornos, como la casa y la escuela.

Pero esos síntomas —tanto en niños como en adultos— pueden coincidir con una multitud de otros rasgos y trastornos. De hecho, la dificultad para concentrarse es uno de los síntomas más comunes en el manual diagnóstico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, y se relaciona con 17 diagnósticos, según un estudio publicado en abril.

Los pacientes deben someterse a una evaluación cuidadosa para evitar que se les diagnostique TDAH por error o que no se les diagnostique cuando sí lo padecen. A continuación, algunos de los problemas más comunes que podrían confundirse con el TDAH.‌

Trastornos de la conducta y el estado de ánimo

Los padecimientos de salud mental, como la ansiedad, la depresión o el trastorno negativista desafiante pueden manifestarse como síntomas parecidos a los del TDAH.

Entre estos síntomas podría estar la falta de concentración o motivación, actitudes negativas o una dificultad para planificar y completar tareas, explicó Max Wiznitzer, neurólogo pediatra en el Rainbow Babies and Children’s Hospital en Cleveland y experto en TDAH.

Esto es cierto tanto para adultos como para niños. Entre los pacientes de Wiznitzer, la ansiedad es la que más se confunde con el TDAH.

“¿Una persona con ansiedad puede concentrarse?”, preguntó Wiznitzer. “Pues no. El motivo de esa falta de concentración no es lo mismo que el TDAH, pero el resultado final sí lo es”.

Y para complicar más las cosas, es común que quienes padecen TDAH también sufran un trastorno de la conducta o del estado de ánimo.

Consumo de sustancias

El consumo intenso de sustancias puede provocar falta de concentración, así como hiperactividad, entre otros problemas. Si alguien consume drogas durante años y luego se queja con un médico por el declive de su capacidad cognitiva —como dificultad para prestar atención, retener información o recordar cosas— es crucial revisar cuánto tiempo lleva la persona con esos síntomas, señaló David W. Goodman, profesor adjunto de psiquiatría y ciencias conductuales en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

Si los síntomas no se habían presentado antes de los 12 años, entonces el paciente no cumple con los criterios para el diagnóstico de TDAH, agregó Goodman.

Un estudio de 2017 halló que alrededor del 95 por ciento de los participantes que empezaban a presentar síntomas parecidos a los del TDAH a partir de los 12 años en adelante no padecían el trastorno, pese a dar positivo en las listas de comprobación de síntomas. Entre quienes tenían síntomas debilitantes, el motivo más común en realidad era el abuso de sustancias, seguido de trastornos como depresión y ansiedad.

Problemas para dormir

Los adultos necesitan dormir entre siete y nueve horas cada noche. Los adolescentes y niños pequeños necesitan dormir aún más. Pero según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, más de un tercio de los adultos estadounidenses —y alrededor del 77 por ciento de los estudiantes de bachillerato— no duermen lo suficiente.

Algunos estudios indican que la falta de sueño afecta la capacidad de una persona para pensar con claridad y realizar ciertas tareas, y también tiene un impacto negativo en el estado de ánimo.

Un estudio extenso reveló que las personas que solían dormir entre tres y seis horas obtenían peores resultados en pruebas cognitivas que medían la capacidad del cerebro para retener información y cuánto tardaban en completar una tarea. Estas deficiencias se parecen a síntomas comunes del TDAH como la pereza mental, el olvido o el hábito de dejar tareas sin terminar.

Distracción digital

Cualquiera que tenga un teléfono celular es constantemente bombardeado por mensajes de texto, notificaciones y oportunidades para navegar en internet; esto puede hacernos sentir que nuestra atención siempre se desvía o que nuestra capacidad de concentración es menor. Pero eso no significa que todos tengamos TDAH.

‌Si la alejas de las pantallas, una persona neurotípica puede concentrarse mejor, mientras que alguien con TDAH todavía tendrá dificultades para concentrarse aunque se eliminen las distracciones externas, puntualizó Goodman.

Las investigaciones sobre el tema sugieren que las personas que se consideran usuarias intensas de tecnología digital son más propensas a reportar síntomas de TDAH, pero no todas padecen el trastorno.

Afecciones físicas y estrés

‌Los terapeutas e investigadores que se especializan en el trastorno afirman que es importante obtener una evaluación médica antes de ofrecer un diagnóstico de TDAH porque hay una variedad muy amplia de enfermedades que pueden crear síntomas parecidos a los del TDAH, como falta de atención, problemas de memoria o niebla mental, los cuales pueden hacer que las personas sientan que piensan más lento, se distraigan con facilidad u olviden muchas cosas.

‌Algunos ejemplos de estas afecciones son las lesiones cerebrales, enfermedades crónicas como la fibromialgia o el síndrome de taquicardia ortostática postural, la diabetes, cardiopatías o trastornos endocrinos como el hipotiroidismo.

‌El estrés (tanto crónico como agudo) también puede confundirse con el TDAH, ya que puede dificultar la planeación, la organización y la autorregulación.

Entonces, ¿cómo saber si en realidad es TDAH?

‌Un diagnóstico certero de TDAH implica varios pasos: una entrevista con el paciente, un expediente médico y un historial de desarrollo, cuestionarios de síntomas y, de ser posible, conversaciones con otras personas cercanas al paciente, como parejas o profesores.

‌Los cuestionarios por sí solos no bastan. Un estudio halló que, cuando los adultos llenaban una escala de TDAH, a menudo se les identificaba como pacientes con TDAH, aunque en realidad no padecían el trastorno.

‌Puede ser más difícil diagnosticar TDAH en adultos, ya que tienen un historial de vida más largo, lo cual implica un mayor número de factores que complican el cuadro, comentó Margaret Sibley, profesora de psiquiatría y ciencias conductuales en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle. Además, no hay lineamientos para la práctica clínica en Estados Unidos para diagnosticar y tratar a pacientes en etapas posteriores a la infancia.

‌Esto ha provocado que muchos pacientes acudan a sitios web en busca de diagnósticos y tratamientos veloces. Otros intentan desentrañar sus síntomas mediante investigaciones en redes sociales.

‌“Se está viendo un movimiento que tiende al autodiagnóstico y a cuestionar si el diagnóstico médico es necesario”, advirtió Sibley. “Pero hay que tener cuidado, pues si caes en un autodiagnóstico incorrecto, podrías pasar por alto la solución adecuada para tus problemas”, agregó.

‌Al final, obtener una evaluación exhaustiva es lo más aconsejable. Sibley sugirió comenzar con un médico general y luego consultar a un profesional de la salud mental.

Tynan comentó que, en un inicio, suele asumir que un paciente no tiene TDAH y luego intenta ver qué otros factores podrían causar sus síntomas. “Si veo evidencia contundente de ansiedad, depresión y TDAH, entonces debo preguntar: ‘¿Qué pasa aquí?’”, concluyó.

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