La estela de Juan Villoro

Vida
/ 4 mayo 2017

Durante dos días, el escritor Juan Villoro visitó la fiesta de los libros coahuilenses para compartir su trabajo, experiencia y opiniones

En su primera visita a la Feria Internacional del Libro en Arteaga, el escritor y periodista Juan Villoro charló sobre sus recuerdos de cuando era un lector novato, analizó la literatura de Juan Rulfo y opinó sobre los temas más relevantes de la cultura en México. 

El placer de la lectura 
Todo comenzó el martes cuando impartió su conferencia “La aventura de narrar y escribir” en el Foro Artístico de la FILA, donde frente a un espacio lleno (en su mayoría por jóvenes), compartió cómo durante un tiempo pensó que todos los autores estaban muertos y otras anécdotas de sus primeros años. 

“A todo escritor le antecede un lector. Es imposible pensar que alguien se va a dedicar a la literatura sin tener previamente un acercamiento a ella. Hay un momento esencial en el que alguien atraviesa el umbral para llegar a un lugar especial donde la lectura no es solo una obligación o una posibilidad pedagógica, sino una forma de placer”, señaló Villoro. 

Explicó que la posición ideal para un escritor es la de leer como alguien que nunca lo ha hecho por gusto, pero que tiene la posibilidad de hacerlo, la de alguien para quien los libros no son algo definitivo y que los descubre como una forma de viajar y perderse en otros mundos. 

“Pero no solo eso sino regresar a la realidad que los rodea con elementos totalmente diferentes e interactuar con ella, porque la literatura no es una evasión sino una posibilidad de trasladarnos mentalmente a otros lugares para volver con nuevos artilugios”.

Así, uno puede identificar la novela kafkiana en una oficina burocrática mexicana, a Romeo y Julieta en una pareja que se ama contra circunstancia y tradición o comparar con el Quijote de la Mancha a alguien con ideales imposibles aunque ya hayamos terminado de leer a Cervantes.

“Esa es una de las cosas más interesantes del arte, que es un campo expandido que nos aporta, es decir que a través de la contemplación de la escritura, de la escucha de una música o de la lectura de un libro, volver al mundo es encontrar lo que les obras nos muestran, es decir que nos enseñan a ver el mundo con un valor añadido”, finalizó. 

Villoro sobre Juan Rulfo y su Fundación 
Este miércoles ofreció la cátedra “Juan Rulfo: la permanente novedad de los fantasmas”, charla en la que compartió su análisis sobre Pedro Páramo y El llano en llamas, obras que a pesar de lo lejano de su primera edición no dejan de ser macabramente cercanas al México contemporáneo. 

Señaló que aunque Rulfo logró reinar la esencia del campo mexicano, supo enardecerlo con un toque fantástico, es decir que desarrolló una imaginación fantasiosa basándose en hechos históricos que le tocó experimentar cómo la Revolución, o la guerra cristera. 

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Intercambiando un diálogo con los asistentes a su cátedra, surgió la pregunta sobre su opinión respecto a la prohibición de la Feria del Libro de la UNAM por parte de la Fundación Juan Rulfo para utilizar la imagen del autor, molestia que surge a partir de la presentación del libro de Cristina Rivera sobre el autor. 

“La fundación Rulfo ha tenido desde el principio una actitud polémica en cuanto a muchos usos de su nombre. Pero la familia tiene todo el derecho de manejar los derechos de autor de Rulfo”, aseguró.

Explicó que las medidas que ha tomado la fundación tienen la intención de que ninguna persona, institución o grupo privado se beneficien del nombre de Rulfo, procurando que no se vuelva una marca generadora de dinero. 

“Creo que no hay que condenar las interpretaciones que se hacen de Rulfo, que son bien intencionadas, creo que el libro de Garza es un homenaje que establece las condiciones en las que Juan enfrentó, los desafíos que enfrenta para terminar marcando la narrativa de nuestros tiempos”, finalizó. 

Un agravio contra Barragán y contra México 
Villoro también opinó sobre el proyecto de la artista contemporánea Jill Magid, quien exhumó parte de las cenizas del arquitecto Luis Barragán para convertirlo en un anillo y tratar de regresar su acervo al país. 

“Estamos en un país de la muerte. En 2016, 500 mexicanos fueron a dar a fosas comunes cada mes y no muchas personas se pueden dar el lujo de tener una tumba para llorarles a sus hijos. Desde la antígona, los griegos señalan que el primer derecho moral es enterrar a nuestros muertos y en México queremos conservarlo”, señaló. 

Con esto señala que la artista realizó esta acción con solo el permiso de una parte de la familia y violando la ley, pues para tocar los restos de Barragán era necesario un contra decreto. 

“Barragán no solo era muy religioso, sino que lo que más odiaba eran los adornos y las joyas (su arquitectura era profundamente austera) entonces el maestro de la arquitectura fue agraviado; muchos nos manifestamos diciendo que esto traicionaba el espíritu de Barragán”, sentenció. 

Destacó además que es mucho el dinero que está involucrado, pues Magid está haciendo réplicas de los caballos que añadió a la caja de restos y los vende en 30 mil dólares, además de que el Museo de Arte Contemporáneo pagó un millón de pesos para poder exhibir el anillo, situaciones de las que se ven beneficiados el curador Cuauhtémoc Medina y la artista. 

“Estamos en tiempo de Trump. Qué pasaría si un mexicano abriera la tumba de un artista estadounidense para sacar las cenizas y hacer una joya, cómo le iría al artista. En este momento geopolítico, que un artista venga a hacer eso deshonra a mucha gente que lo único que quiere es tener una tumba y lo convierte en un capricho”, aseguró. 

Finalizó que con astucia se aprovechó la llegada reciente de Volpi, quien según él ha mencionado, no está de acuerdo con la exhibición de esta pieza, pero ya nada pudo hacer al respecto “y ahora vemos a nuestra máxima casa de estudios convertida en una joyería”, finalizó.

Leer antes de escribir: 
“ Una de las cosas más interesantes del arte (En este caso la literatura), es que es un campo expandido que nos aporta, es decir que a través de la contemplación de la escritura, de la escucha de una música o de la lectura de un libro, volver al mundo es encontrar lo que les obras nos muestran, es decir que nos enseñan a ver el mundo con un valor añadido”.

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