Luis González de Alba, líder del Movimiento del 68

Vida
/ 9 octubre 2016

Tenía en su mano antes de morir una foto del hombre de su vida. Luis González de Alba, uno de los escritores e intelectuales que marcó a toda una generación, se suicidó en su casa de Guadalajara a los 72 años

Tenía en su mano antes de morir una foto del hombre de su vida. Luis González de Alba, uno de los escritores e intelectuales que marcó a toda una generación, se suicidó en su casa de Guadalajara a los 72 años. 

Líder del movimiento estudiantil del 68 en México, autor de una de las crónicas más representativas de aquella época, Los días y los años (1971) , se quitó la vida el mismo día en el que se cumplían 48 años de aquel negro 2 de octubre de 1968, grabado a fuego en la memoria de los mexicanos por una de las matanzas estudiantiles más sangrientas que se recuerdan, la de Tlatelolco.

“Su muerte consolida la coherencia de su vida y de su obra. Fue uno de los hombres más libres de México. Este ha sido el acto último de su salvaje libertad”, cuenta vía telefónica el escritor Héctor Aguilar Camín y amigo del fallecido. Aguilar Camín explica que no hay nada “ni remotamente parecido a él en toda la literatura latinoamericana”. La libertad con la que habló sin miramientos de su vida privada, de sus relaciones sexuales con otros hombres, como férreo activista de los derechos de los homosexuales; y de su vida pública, como el intelectual más representativo del movimiento del 68, lo consolidó como uno de los escritores más transgresores de México.

Su libro Los días y los años, escrito durante los años que estuvo encarcelado, fue para las generaciones siguientes una lectura obligatoria sobre aquellos años convulsos en las protestas del 68. 

Una polémica despedida

-Luis González de Alba dio varias pistas de su destino poco antes de quitarse la vida.

-Arregló todo sobre sus derechos en la editorial Cal y Arena, para la que había escrito la mayoría de sus obras.

- En su entorno circula una anécdota de que después de su muerte su hermana comentó: “Yo le dije que lo que fuera a hacer, no lo hiciera en domingo, que es una lata”. El humor y el descaro eran una cuestión genética.

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