Personalidad al límite

Vida
/ 16 octubre 2015

Una cosa es hablar de una patología y otra muy diferente sufrirla, una persona nos explica cómo es el día a día con trastorno límite de la personalidad (TLP).

Emociones extremas, ideas recurrentes de autolesión, intentos de suicidio, cero tolerancia a la frustración, sentimiento crónico de soledad… son algunas de las definiciones que Felipe Giner hace de la patología mental que padece: trastorno límite de la personalidad.

Una cosa es hablar de una patología y otra muy diferente sufrirla. Por eso, contamos con una persona que explica cómo es el día a día con trastorno límite de la personalidad (TLP).

Felipe Giner tiene 34 años y es actor. Hoy por hoy no le importa reconocer que tiene “una discapacidad del 34%” explicando además que, después de un paréntesis, “puedo y necesito reinsertarme laboralmente para pagar terapia y medicinas”.

Para entender el TLP también contamos con el punto de vista profesional, el de Iñaki Eguíluz, Secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP).

Lo primero que aclara Felipe es que los profesionales “no se ponen de acuerdo en los diagnósticos al 100%”. Algo que comparte el doctor Eguíluz, considerando que estamos ante “uno de los retos de la psiquiatría actual” por ser “un gran enigma del que tenemos más dudas que respuestas“.

Giner cuenta que es un trastorno que “nos hace tener muchos sentimientos de soledad, aunque a veces no sean reales”. Sentimiento que incluso se da estando rodeado de amigos, o sabiendo que tu familia te apoya. Es, “un sentimiento crónico de soledad” que se une a una gran “dependencia emocional, si no tengo la aprobación de mi familia”.

El doctor añade que este trastorno de personalidad se da “cuando una persona con su forma de ser traspasa esta línea imaginaria de la normalidad hacia la anormalidad; presentando dificultades sobre todo adaptativas en el entorno social y/o familiar, con un deterioro en todas sus funciones”. En algunas clasificaciones, este trastorno también se cataloga como trastorno de la inestabilidad emocional de la personalidad, “siendo el concepto que mejor caracteriza esta patología”.

“Vivimos las emociones de una forma extrema”, señala Felipe Giner. “Tanto lo bueno como lo malo se vive mucho más intensamente”, apunta. Cambios que pueden ocurrir “en fracciones de minuto, pudiendo pasar en un día por varios estados de ánimo”.

Esta forma de experimentar la vida provoca que muchas veces no puedan hacerse planes, “como nunca voy a saber cómo voy a estar no puedo hacer planes a corto plazo”, explica el protagonista. Pero para contrarrestar, Felipe tiene objetivos a largo plazo “que a veces son los que me mantienen con vida”.

“Lo que más me gustaría antes de morir es ser protagonista en alguna película, aunque tenga 80 años”, cuenta Giner, porque “cuando actúo me olvido de quien soy y experimento la felicidad al límite”. Un grado de bienestar “que alguien sin TLP” no puede comprender. 

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