Primeras traducciones de Shakespeare se exhiben en España
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La exposición titulada “Los amores de Shakespeare (Sus primeras traducciones en España)” se presenta en colaboración con el British Council y estará abierta al público hasta el 4 de septiembre.
La Biblioteca Nacional de España presentará, a partir de hoy, una exposición de 13 de las primeras traducciones en España de William Shakespeare, para conmemorar el IV Centenario de la muerte del dramaturgo, poeta y escritor inglés.
La muestra presenta manuscritos e impresos de autores como Ramón de la Cruz, Fernández de Moratín o José María Blanco-White, junto con las primeras ediciones impresas durante el siglo pasado, en catalán, vasco o gallego.
La exposición titulada “Los amores de Shakespeare (Sus primeras traducciones en España)” se presenta en colaboración con el British Council y estará abierta al público hasta el 4 de septiembre.
Glosa la selección de traducciones un texto de Vicente Molina Foix: “formas de amar al bardo, con la palabra propia es decir, la mayor devoción que un escritor le puede prestar a otro: traducirlo”.
Además, revela una anécdota sobre otro gran escritor y ferviente admirador de Shakespeare, Benito Pérez Galdós, a raíz de una visita a la casa natal del poeta en Stratford-on-Avon: “Con ardor juvenil -casi, diríamos, como un fan- Galdós, que estaba ya próximo a cumplir los cincuenta, recorre el museo y la casa natal”, inicia la anécdota.
“Siente en ese lugar una cerrada intimidad con Shakespeare, sin dejar por ello de consignar, en su memoria escrita de aquel viaje, que la peregrinación a la casa de Stratford aumenta de día en día, y el número de visitas, solo en el año anterior a la suya, había sido de diecisiete mil”, continúa.
“Lo que se ha venido en llamar ‘bardolatría' afecta, como sabemos, al común -cada día más amplio- de los seres humanos, y entre ellos a una gran cantidad de escritores”, sigue.
De acuerdo con la referencia, el autor de los ‘Episodios nacionales' es uno de los más encandilados, hasta el punto de rozar el delirio cuando lamenta con acritud que, en los voluminosos libros de firmas que parece haber hojeado detenidamente en Stratford, faltan sus compatriotas.
Pérez Galdós aseguró que “creo que soy de los pocos, si no el único español, que ha visitado aquella Jerusalén literaria, y no ocultaré que me siento orgulloso de haber rendido este homenaje al altísimo poeta cuyas creaciones pertenecen al mundo entero y al patrimonio artístico de la humanidad”.
La Biblioteca Nacional apuntó que Pérez Galdós tiene toda la razón en el exaltado elogio, y no se puede negar que, en un tiempo muy anterior al turismo generalizado, su recorrido en pos de los vestigios shakesperianos resulta excepcional.
Ahora bien, como demuestra esta exposición de fondos de la Biblioteca Nacional, “la figura y la obra del genio despertaron, más de cien años antes del fervor galdosiano, la mayor devoción que un escritor le puede prestar a otro: traducirlo”.