Un maltrato silencioso ¿Estás maltratando a tu esposo?
Nada justifica la violencia en la sociedad, mucho menos en el hogar y bajo ninguna circunstancia entre esposos. Las mujeres también lastiman y los hombres también padecen
Hace unas semanas tuve la oportunidad de platicar largo y tendido con mi querida amiga Judith, una mujer que tiene poco más de 85 años, y ha vivido mucho y mantiene una claridad de mente envidiable. Cumplió este año 62 de matrimonio con un hombre maravilloso. Judith ha visto mucho, y siendo una bisabuela que viaja por el mundo con el único fin de “conocer más amigos” su experiencia de vida es todo un tesoro para quienes la conocemos y tenemos el privilegio de su amistad y de escucharla hablar.
En nuestra reciente platica, Judith y yo hablábamos de los hombre y de cómo su rol y personalidad como género se ha transformado abismalmente. Hace veinte años comenzamos a conocer a la nueva generación de hombres que se casaron con mujeres universitarias, que compartieron el sostenimiento económico del hogar sin protestar y de común acuerdo se involucraron amigablemente en la crianza de los hijos.
Luego, hace una década, la aparición de estas nuevas parejas jóvenes, las menos, que están optando por no tener hijos, o adoptar mascotas como tales y en el más complejo de los casos, hombres cuyos intereses son su apariencia personal, la moda y la experimentación con el cambio de género o la asexualidad; un panorama sin duda muy diferente y extraño.
Y poniendo atención a los hombres que optan todavía por el matrimonio y la familia tenemos no la conquista del equilibrio en la pareja, desgraciadamente y sí la inclinación de la balanza en su contra. ¿Cómo sucede esto?
Las mujeres ganamos más espacios, subimos algunos escaños y estamos conquistando nuestra mejora de vida en la sociedad, y cuando logramos el tan esperado empoderamiento y respeto lo usamos ¡para denigrar y hacer menos a los hombres! Es decir, ¡de víctimas pasamos a victimarios! ¿Te suena familiar o te identificas con esto?
Verifica que no estés cayendo en conductas como las cinco siguientes:
1. Menosprecio de la propia pareja
Ahora los hombres que gustan de la vida familiar, la pareja y la crianza de los hijos son menospreciados por la sociedad y peor aún, por sus propias parejas. ¡Increíble!
Tratar a un hombre de manera despectiva, agredirlo con sobrenombres o chistes que rebajen su condición de padre y esposo, es, por decir lo menos, terrible.
2. Los hombres sufren
Algunos piensan que si una mujer le pega a un hombre no califica como agresión porque a ellos “no les duele” y porque “son más fuertes y aguantan más”. Éstas son ideas totalmente equivocadas.
Y con los varones se da el siguiente fenómeno: no denuncian ni los golpes, ni el acoso o la violación por el “estigma social” que esto les traería: son hombres y esto no les puede pasar. Pero, ¿qué crees? Sí les pasa, y lo sufren.
3. El hombre incapaz
“No sabes cambiar el pañal”, “No puedes cuidar del niño”, “Te quedó muy mal la comida”, “No sabes hacer nada, no sabes cómo”, y otros tantos descalificativos no pueden tener cabida en la mente y en la boca de una esposa.
Al decirle esto no sólo dañas a tu esposo, mal educas a los hijos y lo estás alejando de ti lanzándolo a los brazos de una mujer que sí valore sus deseos de colaborar y aprender.
4. Echar en cara que no es un buen proveedor
Criticar este punto es decirle, prácticamente, que no sirve para nada.
Primero: si no alcanza lo que él provee, revisa tu administración, tal vez ahí está el problema. Y si no, ideen la manera de salir adelante.
Segundo: muchas mujeres dejan de criticar cuando ellas se ponen a trabajar y colaboran con los gastos de casa.
Tercero: tú decides ser mantenida y administrarte, colaborar con los gastos y seguir reclamando o trabajar juntos cada quien desde su esfera y en pro de su proyecto familiar.
Se vale elegir y poner manos a la obra, pero nunca violentar o agredir.
5. Compararlo…
…Con el esposo de otra, con otros hombres, con tu artista o cantante favorito, incluso compararlo con su imagen de joven, es lastimarlo. A nadie le gusta ser comparado y mucho menos si se trata de hacernos sentir inferiores, inapropiados o incapaces.
Si tienes un esposo eres una mujer afortunada, si ese esposo colabora en casa y ayuda con los niños, trabaja y te prefiere sobre sus amigos o su propia familia, tienes lo necesario para lograr la felicidad en casa y en pareja. No lo tires a la basura.