Ante una sincera evaluación

Politicón
/ 2 julio 2021

“Tengo una novia muy ardiente. Me pide que le haga el amor tres veces cada día: una por la mañana, por la tarde otra y la tercera en el turno de la noche. Eso me tiene exánime, agotado, exangüe, feble, laso y escuchimizado. He perdido peso; la vista se me anubla; divaga mi cerebro; la dentadura se me está aflojando; se me cae el pelo y traigo desquiciadas todas las funciones corporales”. Esa larga relación de males le hizo un joven mancebo al doctor A. Vicena, especialista en Medicina General. Opinó el facultativo: “Eso de hacer el amor tres veces diarias sin sufrir luego consecuencias es algo que sólo pueden lograr quienes beben las miríficas aguas de Saltillo. Si no dispone usted de esas linfas taumatúrgicas debe tener mucho cuidado, porque si sigue haciendo el amor tres veces diarias nos lo cafetearemos pronto” (Abro un paréntesis para decir que eso de “cafetearse” a alguien significa asistir a su velorio, pues en esas ocasiones se sirve café a los apesadumbrados dolientes mientras hablan de política o de futbol, cuentan chistes colorados o, en el caso de las señoras, intercambian chismes). Añadió el médico: “Lo que debe hacer usted, joven, es procurar que su novia pierda interés en el sexo”. Replicó el atribulado mancebo: “Doctor: mi novia es mujer lasciva, pasional, libidinosa, lúbrica y sensual. ¿Cómo puedo hacer que pierda interés en el sexo?”. Prescribió el facultativo: “Cásese con ella”… Si López Obrador hiciera una sincera evaluación de sus primeros tres años de gobierno se sentiría desolado. En todos los rubros de la administración los resultados positivos han sido más que magros. Fuera del reparto de dádivas –por lo demás muy cuestionable acción– y de las conferencias mañaneras AMLO no puede presumir ningún otro logro personal. Eso me apena, lo digo de verdad, pues México es un país presidencialista, y la suerte que corre el Presidente es en buena parte la suerte del País. Por desgracia López llegó a la Presidencia cargando un pesado fardo de rencores, de dogmas y prejuicios que no ha sido capaz de superar. Tampoco ha tenido la humildad suficiente para escuchar razones, pues para él la única razón válida es la suya, y cualquier otra es conspiración, golpismo, y aun traición. Como resultado de esa actitud México está crispado, dividido. Priva entre los ciudadanos conscientes un sentimiento de inquietud por el futuro del País y por los posibles excesos en que puede incurrir el Presidente cuando se percate del fracaso de sus políticas, y de que bajo su mandato México se ha vuelto una nación más pobre, más insegura y con menos prestigio en lo internacional. Sus cotidianas comparecencias matutinas no le hacen ningún bien al País, antes le causan daño (a más de aburrirlo, claro), aunque él las considere la obra principal de su gobierno. AMLO tiene que reconocer que vamos mal, y que debe enderezar el rumbo. De otro modo los tres últimos años de su presidencia darán lo mismo que los tres primeros: nada… Avaricio Cenaoscuras es el hombre más cicatero y ruin de la comarca. Su esposa le informó: “En la puerta están unos niños que piden un donativo para la alberca que se construirá en su escuela”. Dijo el cutre: “Dales una tina de agua”… Babalucas le preguntó a una musa de la noche: “¿Cuánto cobras?”. Respondió la mujer: “Depende del tiempo”. Y Babalucas: “Digamos frío y neblinoso”… El marido le dijo a su esposa: “Comemos y luego vamos a comprar tu aparato”. “Está bien –aceptó la señora. Te espero en la recámara”. Repitió el marido alzando la voz: “Te digo que comemos, co-me-mos, y luego vamos a comprar tu aparato para la sordera”… FIN.

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